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resistentes tarays, porque este verano no ha tenido compasión con nosotros, algo estaremos haciendo mal cuando nos ha castigado sin piedad, ha tomado represalias durante cuarenta días y sus cuarenta noches sin bajar de 32º, por eso he decidido acompañarlo en su marcha hacia el oeste, es de costumbres fijas siempre va hacia el oeste, y lo hago cuando su rayos ya débiles me dan en la cara y me dificulta el camino, atravieso valles y montañas una tras otra hasta llegar al mar, donde me espera un galeón en el que lo acompañaré hasta el horizonte, porque no me fío de él, otros años dijo lo mismo y volvió casi con la misma fuerza, lo llaman el veranillo de los membrillos. Nada mas embarcar izamos velas y digo desde la torreta de proa: ¡¡Timonel rumbo oeste!! siempre hacia el oeste, hacia la puesta de sol, por allí, si, por donde terminan las penurias de muchos y promesas sin cumplir de otros en este verano que acaba. ¡¡Timonel hacia el oeste!! siempre hacia los últimos rayos de luz en el horizonte, y cuando llegue la oscuridad no sientas miedo, mantén firme el timón y mira a estribor por donde verás la estrella del norte, ella te guiará y será testigo de tus ilusiones y proyectos que durante la noche soñarás e imaginarás navegando hacia el oeste, y que mañana con la nueva luz lucharas para que se cumplan, pero durante la larga noche no te rindas, mantén los ojos abiertos y no permitas que el sueño te venza, porque tienes una misión, ir siempre hacia el oeste.