Fotos

la Santa Compaña, ya que en León, al igual que en Extremadura y en Castilla, tenemos nuestra propia versión, por lo que uno ya está acostumbrado. 19, el Morezón en Ávila, es una gran atalaya, para, a vista de águila poder ver el gran valle que abre el Sistema Central y los Montes de Toledo que vemos al fondo, en los que se juntan Madrid, Cáceres y Ávila, y en ese fondo como no, Toledo. Esas montañas antiguas, de las más que hay sobre el Planeta, con el Rocigalgo y sus 1448 metros, que nos mira en la distancia, desafiante, a la cabeza. Los bosques de rebollos que se ven trepar en la foto por la montaña, que al estar tan al sur buscan las alturas generosas en precipitaciones, que aquí encuentran sin problema, dan color a las faldas de Gredos, gigantes pétreos de la montañosa España. 20, bosques de rebollos rodean a este olvidado castro, que se asoma a un acantilado imposible. Y es que son así Los Arribes, perdón, Las Arribes, que así llaman a este territorio en Salamanca. Son cañones y gargantas que llegan a hundirse hasta 500 metros, con bosques y representaciones arbóreas de lo más interesante. Uno de los paisajes más increíbles que pueda uno ver. Ver rebollos nos dice que las precipitaciones por aquí, son generosas. 21, tras haber pasado mucho calor, y sentir la sequedad de la aridez veraniega de la cara sur de Ávila, entrar en el Castañar del Tiemblo, a pocos km de donde antes te estabas cociendo, fue como meterse en cualquiera de los bosques umbríos del norte. Una muestra de los imponentes castañares de esta montañosa provincia. 22, del pinsapar de Grazalema que se puede no decir…este abeto, que nos muestra la genialidad de la naturaleza. Este paisaje, que podría ser el de Pirineos, los Alpes, o las Rocosas, está a un tiro de piedra de África. Ha sabido adaptarse a su medio, hinchando las acículas por si en algún momento escasean la lluvias usarlo de reserva. Aunque son precisamente las precipitaciones de estas Sierras de Cadiz y Ronda, las que más cantidad reciben de la Península, las que ayudan a que este, no olvidemos que es un abeto, siga aguantando. Para entrar en él y atravesarlo cómodamente, es necesario solicitar un permiso. 23, los Pinares de Barbate son un buen ejemplo de lo que fue la Costa Gaditana, y por lo tanto durante un montón de hectáreas, podremos imaginárnoslo. Un mirador al océano, añadirá más gracia al paseo. 24, tras un buen paseo de varios km por los montes occidentales gallegos, con bosques de transición del mediterráneo al atlántico, desde un monasterio digno de visitar, como colofón nos encontramos con La Fervenza da Toxa. En leonés a las cascadas se las llama fervencias, por lo que reconocí rápido su significado. Es la segunda más alta de Galicia, en un paisaje casi tropical por su exuberancia. 25, Subirse al Pienzu, en el Sueve asturiano, es hacerlo, con sus más de 1100 metros, a uno de los mejores promontorios sobre el Cantábrico. Estas magníficas serranías marítimas esconden el teixadal más extenso de Europa. La friolera de 80 hectareas que ocupan más de 8000 tejos, entrar allí es indescriptible. Grandes bosques pueblan la vecina Asturias, aunque en las últimas décadas, debido a su alta rentabilidad, han ido ocupando amplias extensiones los eucaliptos australianos, pero no se puede negar, que se han integrado, perfectamente en el paisaje, como si formaran parte de él desde siempre. Afortunadamente, posemos seguir viendo el bosque cantábrico asturiano en máximas de plenitud, en grandes áreas asturianas. 26, subir al Jálama desde Cáceres (también puede hacerse desde Salamanca), nos sumerge en ese gran bosque que es la Sierra de Gata. Grandes rebollares y suntuosas frondosidades de castaños nos indican que aunque en el Sur, aquí llueve mucho. Este paseo, que puede hacerse simplemente, por una vieja calzada, desde San Martín de Trevejo all puerto de Santa Clara, tampoco defraudará al más exigente. 27, subiendo por las pedreras segovianas hacia su techo, y el de Madrid, la mítica Peñalara. Un alto en el camino para admirar las grandes pinadas de esta tierra. Debajo los de Valsaín, tan famosos, y de manera merecida, que no necesitan ni presentación. Los pinos en esta provincia tendrán continuidad en la meseta, cambiando la aridez por un paisaje bucólico, con el flamante Castillo de Coca (visita imprescindible), vigilando estas históricas tierras.