Fotos

una de las muchas lagunas glaciares de la zona, pero eso otro día). Aunque haya perdido ya casi todas sus hojas, así como la nieve que va y viene quedando relegada a las alturas (por encima de los 1800-2000m)a la espera de nuevas nevadas, no por ello no es menos fascinante, con su colchón de hojas y su silencio. Subiremos hasta el Collado de la Fontasquesa. Desde allí merece la pena subir un poco más hasta un pequeño pico de algo más de 1600m y admirar la pureza de estas montañas cantábricas. León está literalmente plagado de hayedos, así que tras pasar el collado y dejar atrás el de Tronisco, entre otras cosas, más hayedos, aunque esta vez el camino los esquivará. También cómo no, veremos robledales de rebollo y albar, abedules, serbales, etc, y un mayuelo (espino blanco), de grandes proporciones muy típicos en nuestras montañas (este lo tenían protegido de las vacas). Un penúltimo vistazo al pueblo y al valle, en forma de “U”, típico glaciar, ya que fueron estos, los que moldearon las extensas montañas leonesas. El último vistazo es para un álamo temblón, bastante fácil de ver por aquí. Esta ruta no está señalizada, aunque un cartel y un par de flechas medio borradas indican que si hubo intención. El GREIM, con base en Sabero y que forma uno de los cuerpos de élite (aunque ellos, en su modestia de grandes montañeros no quieran que se les trate como tal)en rescate de montaña, realiza numerosas intervenciones en las salvajes montañas de esta Tierra, así que si nos adentramos en parajes como este, hay que tener claro cuál es el camino a seguir, si no, esta zona puede satisfacer nuestras ganas de hayedos en multitud de rutas perfectamente señalizadas en las que es imposible perderse, como las dos que salen de puebla de Lillo, la de Maraña, la de La Uña(con su gigantesca Fayona ), o desde el mismo Cofiñal, por citar algún ejemplo. El bosque pierde sus hojas y nos muestra otros tesoros. El verdor que desafía al largo invierno leonés, de tejos y acebos. Dejamos hoy pronto el bosque a sus verdaderos dueños, el oso podrá seguir comiendo fayucos tranquilo, el urogallo se adentrará entre los acebos, y el lobo, seguirá mirando con recelo, desde la espesura.