Aliento frío del norte afilado como una cuchilla; serpentea la bóveda de nubes grises para que no asome la luz velada del sol.
Imperturbables, los techos de ennegrecidas tejas despiden a las golondrinas y se escucha en las tardes de otoño el graznar de las cornejas.
Canal de barro cocido que nos das cobijo, has venido de la tierra al fuego y cubres nuestras cabezas.
¡Cuánto habrás visto !
Desde tu postura allá en
la albardilla presencias la vida que viene y la que se nos arrebata.
Años de niñez y colegio, domingos de misa, el trasiego de gentes a sus labores y el último adiós desde el cotarro hasta el cementerio.
Tejas de mi pueblo, barro de mi tierra,
de nuestra tierra,
de nuestro pueblo…
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ches
Buenas noches Vicente F V. Parece un pueblo muy acogedor, de hecho me da envidia sana.
Leyendo tu novela, parece que viví un poco el pasado. Recibe un cordial saludo.
ches
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