Nuevas tecnologías consiguen «secuestrar» dióxido de carbono de nuestra atmósfera
La tecnología para capturar dióxido de carbono sigue creciendo y mejorando su eficiencia energética aunque queda mucho camino por recorrer en un sector
Mario Picazo
Los humanos seguimos inyectando grandes cantidades de dióxido de carbono (CO2) a la atmósfera a la vez que reducimos nuestros sumideros de carbono. Hay una tendencia general al alza desde que comenzó la recopilación de datos de este gas en el observatorio de Mauna Loa en Hawái, Estados Unidos.
El promedio anual mundial de concentraciones de dióxido de carbono ha aumentado constantemente de 337 partes por millón en 1979 a 427 partes por millón en 2024. Es un aumento de más del 20 % en 45 años y ese aumento ha ayudado y mucho a cambiar el clima terrestre en muchos aspectos.
Hemos sido incapaces de hacer lo esencial para evitar el Cambio Climático humano, es decir dejar de quemar combustibles fósiles de forma rotunda. Por eso, los humanos buscamos soluciones alternativas como puede ser capturar el carbono que ya hemos lanzado a la atmósfera para evitar que la caliente más.
Tecnología para secuestrar CO2 del aire
El uso de tecnología para extraer CO2 de la atmósfera se denomina captura directa de aire (DAC). Lo práctica más común es aquella en la que las máquinas succionan el aire circundante y luego lo ligan químicamente con una solución no tóxica para separar el CO2.
Hoy en día esta tecnología implica altos costes de energía. Un reciente estudio estima que la energía necesaria para hacer funcionar las máquinas de DAC como solución climática primaria sería la misma que las necesidades energéticas anuales actuales de Japón, China, Estados Unidos y la Unión Europea juntos.
La manera de convertir la DAC en una solución eficiente para luchar contra el Cambio Climático, pasa por generar la energía necesaria de fuentes con bajas emisiones de carbono o sin emisiones. Energías limpias como la energía eólica, solar y nuclear, podrían ser la fuente que abastece las maquinas encargadas de succionar el CO2 de la atmósfera.
Este planteamiento también alimenta el debate de si esta enorme cantidad de energía con bajas emisiones de carbono debería usarse para alimentar las máquinas de la DAC o mejor para satisfacer nuestras necesidades energéticas actuales y reemplazar los combustibles fósiles.
Dividir el CO2 otra opción para limpiar el aire
La división del CO2 también ha despertado interés entre quienes quieren capturarlo antes de que llegue a la atmósfera. Se puede utilizar un conjunto de tecnologías denominadas captura, utilización y almacenamiento de carbono (CCUS) para capturar el CO2 de las principales fuentes terrestres, como fábricas o centrales eléctricas.
La CCUS es potencialmente una forma de eliminar las emisiones de carbono de industrias que de otro modo serían difíciles de descarbonizar, como la fabricación de productos químicos y acero. También existen otros procesos donde se podría aplicar esta tecnología emergente.
Reutilizando el CO2 capturado
El CO2 capturado (de DAC o CCUS) se puede tratar de varias maneras: comprimiéndolo y almacenándolo bajo tierra o inyectándolo en el suelo para extraer petróleo. También se puede utilizar para otros fines, pero a menudo, requiere que se dividan las moléculas de CO2.
Cuando se divide, el CO2 se separa en monóxido de carbono y oxígeno. Estas moléculas no son gases de efecto invernadero, por lo que no calientan la atmósfera. Y pueden usarse como bloques de construcción para fabricar combustibles sintéticos, como metanol, diésel con bajo contenido de azufre, butano, propano y combustible para aviones, e incluso materiales de construcción.
Descomponer CO2 de esta manera requiere altas temperaturas para desencadenar una serie de reacciones químicas que hacen que las moléculas se separen. Este proceso consume mucha energía y actualmente se lleva a cabo quemando combustibles que al final emiten más gases de efecto invernadero.
Hoy hay varios centros especializados en esta tecnología que están explorando alternativas eficientes de consumo de energía para el proceso de división del CO2.
Grandes proyectos de captura de dióxido de carbono este 2025
Este año que arranca llega con nuevos propósitos en el sector de la captura de CO2. La mayor instalación del mundo para eliminar el dióxido de carbono del aire se inaugura en Texas, Estados Unidos en unos meses. Se llama Stratos y llega con el fin de multiplicar por 13 la capacidad mundial del sector.
En la actualidad, la mayor planta de captura directa de aire (DAC) del mundo se encuentra en Islandia. Opera desde mayo de 2024 y puede extraer hasta 36.000 toneladas de CO2 al año de la atmósfera terrestre.
Está previsto que la nueva planta americana sea la más potente de las instalaciones y llegue a eliminar hasta 500.000 toneladas de CO2 cada año. Una gran apuesta del sector en territorio norte americano que podría impulsar otros proyectos similares en el continente.
Rentabilizar la captura de CO2 para abaratar costes
La construcción y operación de la nueva planta Stratos llega impulsada por grandes créditos fiscales ofrecidos por el gobierno de los Estados Unidos. Eso incluye cuatro centros DAC respaldados por 3.5 mil millones de dólares en financiación procedente del Departamento de Energía.
El objetivo es crear un mercado para la tecnología de captura de carbono. Es una tecnología de elevado coste, pero esencial para recortar la huella de carbono de grandes sectores contaminantes como la aviación o la industria.
Para compensar su elevado coste de operatividad, la empresa pretende vender créditos de compensación de carbono a grandes corporaciones para generar ingresos que ayuden a pagar las facturas. Microsoft, Amazon y TD Bank se encuentran entre las empresas que se han comprometido a comprar estos créditos.
El futuro pasa por aumentar la innovación en el sector con el fin de seguir reduciendo costes. Habrá que impulsar el crecimiento de empresas más pequeñas que están desarrollando nuevos métodos de DAC. Uno de ellos es la captura electroquímica directa del aire, una forma más eficiente energéticamente de eliminar el carbono de la atmósfera usando electricidad en lugar de calor y presión.