Criaturas abisales: los «monstruos» que esconden los océanos

Viven en la región menos explorada del planeta, aunque ocupe más del 60% de la corteza terrestre.

Eltiempo.es IA

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Aquellos que sufran de la conocida talasofobia o fobia al mar, quizás no quieran saber que, en las profundidades de los mares y océanos de la Tierra, habitan unas criaturas terroríficas. No tanto por su comportamiento, sino por su aspecto. Son las conocidas criaturas abisales y resulta interesante hablar de ellas y nombrar algunas.

¿Qué son las criaturas abisales?

La fauna abisal o fauna abisopelágica es la fauna que habita en las profundidades de los mares y océanos. Cuando se habla de las profundidades de los océanos, hablamos de las regiones que se encuentran a más de 2.000 metros de profundidad.

Cabe destacar que en estas regiones de la Tierra apenas llega la luz solar.

Algunas criaturas abisales conocidas

La variedad de criaturas abisales es impresionante, tanto las que aparecen en vídeo como las que se describen a continuación.

Pez dragón

Cuando uno piensa en los seres que habitan en estas zonas, probablemente sea la imagen de un pez dragón la que le venga a la cabeza. Se trata de un pez alargado de cuerpo aplanado. Su longitud no es nada desdeñable, pues algunos machos pueden llegar a alcanzar los 40 cm.

Pero, sin duda, lo más característico de este pez es su gran boca con largos dientes, que no les permite llegar a cerrarla del todo.

Pejesapo espinoso

Un ejemplar muy curioso que, precisamente, destaca por su apariencia. Suelen habitar aguas profundas del Atlántico Norte, Pacífico e Índico. Parece sorprendentemente grande, pero apenas mide 25 cm. Son peces con una boca muy grande que les permite atrapar presas con facilidad.

Posee, además, unos filamentos con mucha sensibilidad, lo que le ayuda a detectar movimientos cercanos con una alta precisión.

Diablo negro

Este pez suele ser avistado a unos 4.000 metros de profundidad. Las hembras suelen ser más grandes que los machos. En este aspecto, hay que destacar algo curioso (más bien sorprendente). Los machos suelen parasitar a las hembras a cambio de esperma. Tal es su punto de parasitismo que, llegan a fusionarse a ella.

Es un pez de un tamaño relativamente pequeño con una enorme boca, con la que devora a sus presas. Para atraerlas, utiliza un órgano luminiscente que tiene sobre la cabeza.

Pez víbora

El pez víbora es el ejemplo para el refrán que dice que «por la boca muere el pez». La ventaja en cuanto a depredador de este pez, es precisamente, su boca. Posee unos dientes perfectos para capturar presas con facilidad.

Tal es la longitud de sus dientes, que le resulta imposible tenerla cerrada. Por lo tanto, cuando captura una presa de un tamaño demasiado grande, no puede ni engullirla ni deshacerse de ella y «por la boca muere el pez víbora».

Yelmo de nariz cuadrada

La fisiología de este pez, que habita a unos 4.000 metros, ofrece pistas sobre cómo se orienta en las regiones donde habita. Al tener los orificios nasales más grandes que sus ojos, parece que sus desplazamientos se realizan por su olfato y no por su vista.

Cerato abisal blanco

Aquí se puede explicar otro caso de parasitismo entre hembras y machos dentro del mundo de la fauna abisal. Son mucho más pequeños que las hembras, pero mucho más numerosos. Para sobrevivir, se adhieren a ellas, convirtiéndose en fuentes de esperma para ellas.

Pez pescador

Hace unos años un ejemplar fue capturado por redes de pesca de Celeiro, en Galicia. Fue entregado a Centro Oceanográfico de A Coruña, donde antes le practicaron una necropsia.

Las hembras de este ejemplar son muy grandes, pues pueden llegar a medir 1,20 metros.

Pez látigo

Esta especie suele estar distribuida por todo el Océano Atlántico. Han sido avistados a unos 3.000 metros de profundidad. Son peces con una longitud destacada, de 1,5 metros. La mayor parte del cuerpo la ocupa su larga cola, que triplica al tamaño del cuerpo.

Pez pelícano

Lo que hace que se llame pez pelícano a este pez abisal es, indudablemente, su mandíbula. Recuerda mucho a las bolsas de los pelícanos. Esto hace que el pez sea capaz de tragar y engullir presas más grandes que él.