¿De dónde vienen los nombres de los planetas? Te lo explicamos

¿Cuál es el origen de los nombres de los planetas? Una historia que nos permite echar un vistazo al pasado de nuestra civilización.

Alejandro Riveiro

Alejandro Riveiro

¿Cuál es el origen de los nombres de los planetas? Lo cierto es que es una historia que nos permite echar un vistazo al pasado de nuestra civilización. Porque muchos de los planetas del Sistema Solar eran conocidos ya en la antigüedad.

El origen de los nombres de los planetas: Mercurio y Venus

Las primeras observaciones de Mercurio se remontan al siglo XIV antes de nuestra era. Se recogían en las tabletas Mul-Apin, de la Antigua Babilonia. Es decir, ya en la cuna de la civilización, nuestros antepasados habían reconocido al planeta más cercano al Sol.

Así, los Babilonios le dieron el nombre de Nabu, en honor a su dios de la escritura y el destino. Los antiguos griegos, por su parte, lo llamaron Stilbon y, en tiempos más modernos, Hermes. Este último, en honor al mensajero de los dioses del Olimpo.

Es algo que hace referencia a la velocidad con la que Mercurio recorre el firmamento. Los babilonios ya se habían dado cuenta en su momento. Hay que recordar que Mercurio tarda solo 88 días en completar una órbita alrededor del Sol.

Conjunción de Mercurio, Venus y Júpiter. Crédito: ESO/Y. Beletsky

Su velocidad orbital es de 48 km/s. Ningún planeta se mueve más rápido. El nombre por el que conocemos al planeta viene del equivalente de Hermes en la mitología romana: Mercurio.

Venus, por su parte, es el tercer objeto celeste más brillante del firmamento (tras el Sol y la Luna). Es capaz, incluso, de proyectar sombras en la superficie de nuestro planeta. A pesar de ser un planeta con unas condiciones infernales, se asoció con algo opuesto.

Su brillo, y su aparición al amanecer, llevó a los antiguos romanos a asociar el planeta con Venus, la diosa del amor y la belleza. No fueron los únicos que se dejaron guiar por esas impresiones, porque los antiguos griegos lo asociaban con su equivalente, Afrodita.

Los nombres de la Tierra, Marte y Júpiter

Aunque se podría pensar lo contrario, el nombre de nuestro planeta tiene su origen en la mitología. Los griegos conocían a nuestro planeta como Gea (o Gaia), la madre de la Tierra. Los romanos siguieron sus pasos como con el resto de planetas.

Así que decidieron utilizar el equivalente de su mitología, Terra. Con el paso del tiempo, la evolución de las lenguas romances ha provocado que el nombre haya ido cambiando según el idioma (Tierra en castellano, pero Terra en portugués, por ejemplo).

Los griegos conocían nuestro planeta como Gea

En inglés, su origen es menos romántico, porque se corresponde con un término anglosajón, que se comenzó a usar hace unos 1000 años, y que simplemente significa suelo. Si seguimos alejándonos del Sol, nuestra siguiente parada es el origen de nombres de los planetas como Marte.

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El planeta Marte. Crédito: ESA/MPS

En la mitología romana, Marte era el segundo dios por importancia (solo le superaba Júpiter). En la Antigua Roma, Marte era el dios de la guerra y el protector de Roma. Al verlo en el firmamento, le dieron ese nombre por su aspecto rojizo.

Los antiguos griegos, le habían dado el nombre de su correspondiente dios griego, Ares. En el caso de Júpiter, el planeta recibía el nombre de los dioses más importantes de sus respectivas mitologías.

Júpiter recibió el nombre de los dioses más importantes de sus respectivas mitologías

Para los romanos, esa figura era Júpiter. Para los griegos era su equivalente, Zeus (si bien el primero era dios de la luz y el cielo, y el segundo era dios del trueno y padre de los dioses). Para los babilonios, era Marduk, uno de sus dioses más poderosos.

La historia de Saturno, Urano y Neptuno

Saturno es el último planeta que ya era conocido en la antigüedad. Los antiguos griegos lo denominaron Cronos, en honor a su dios del tiempo y la agricultura, porque tiene el período de observación más largo de todos los planetas.

Hay que recordar que Cronos era considerado el guardián del tiempo. Los romanos le dieron el nombre de su deidad equivalente, Saturno (que además, al igual que Cronos con Zeus, era el padre de Júpiter).

Con Urano y Neptuno la historia es diferente.

Urano ya era conocido en la prehistoria, pero no se llegó a entender que se trataba de un planeta. Así que no se descubrió hasta 1781. Inicialmente, Sir William Herschel, su descubridor, lo llamó Georgium Sidius (la estrella de Jorge).

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Saturno observado por la sonda Cassini. Crédito: NASA

El nombre era en honor al rey británico Jorge III. La realidad es que el nombre no fue bien recibido en otros lugares del mundo. Johann Bode sugirió el nombre de Urano (cuyo nombre es de la mitología griega) y fue aceptado con bastante rapidez, allá por 1850.

Neptuno fue descubierto gracias a las matemáticas.

Al igual que Urano, ya había sido visto con anterioridad, pero no se había reconocido que era un planeta. Johan Galle (un astrónomo alemán) quiso llamarlo Le Verrier (por Urbain Le Verrier, el matemático que planteó su existencia).

Pero, al suceder, poco después de la denominación de Urano, el nombre no fue muy acogido. Fue, curiosamente, el propio Le Verrier quien sugirió el nombre de Neptuno, el dios romano del mar (su equivalente griego es Poseidón).

El origen de los nombres de los planetas: Plutón, el Sol y la Luna

Como curiosidad, también podemos destacar que Plutón, el antiguo noveno planeta, recibió su nombre ya en el siglo XX (no en vano, fue descubierto en 1930 por Clyde Tombaugh). El observatorio Lowell (donde se realizó la búsqueda de Plutón) recibió multitud de sugerencias.

Aunque se plantearon muchos nombres, el ganador fue Plutón, sugerido por la británica Venetia Burney (que en aquel momento tenía 11 años) y a la que le encantaba la mitología clásica. Plutón era el dios del inframundo en la mitología romana.

Los nombres del Sol y la Luna también tienen su origen en la mitología. Al Sol, los antiguos griegos le dieron el nombre de Helios (que era la personificación del Sol en su mitología). Los romanos siguieron sus pasos, dándole el nombre de Sol Invictus.

En el caso de la Luna, los griegos lo llamaron Selene (la diosa de la luna) y los romanos utilizaron, de nuevo, su equivalente en su propia mitología: Luna. Al igual que con el nombre de la Tierra, ambos nombres han cambiado con la evolución de las lenguas.

La tradición de dar nombres de la mitología a los objetos celestes se conserva en la actualidad. Algunos objetos han recibido nombres según alguna mitología: Ceres, por ejemplo, recibe su nombre por la diosa romana de la agricultura y la fertilidad.

Hay que recordar que la Unión Astronómica Internacional se encarga de nombrar a los objetos celestes. Es la organización reconocida por astrónomos y científicos de todo el mundo para este fin (entre otros).