¿Dónde acaba nuestra ropa cuando no la queremos?

Donar ropa o reciclarla es muy común entre la población pero, ¿dónde acaba el casi millón de toneladas de residuos textiles de España?

Laura Opazo

Laura Opazo

Se calcula que el volumen de residuos textiles post-consumo en España es de unas 900.000 toneladas al año, según datos del Instituto de Investigación Textil y de Cooperación Industrial de Terrassa (INTEXTER). Esto significa que tiramos o desechamos casi un millón de toneladas de ropa al año.

Cabe destacar que esta cifra subió tras el confinamiento. Se cree que la principal causa es que los meses de pandemia nos invitaron a revisar concienzudamente nuestros armarios durante el encierro.

Aún con las mejores intenciones (tener un armario más sostenible), esto llevó a tirar todo lo que no utilizábamos. La cantidad de ropa desechada fue tal, que en algunos municipios los contenedores acabaron totalmente desbordados.

El motivo no es tanto técnico, sino estético

El gran problema es que gran parte de esos desechos textiles estaban en buen estado. Algunos de ellos, incluso, sin estrenar. Y es que, en muchas ocasiones, no descartamos las prendas por puro desgaste, sino por obsolescencia estética. Es decir, por tendencia o diseño.

Hay que tener en cuenta que, las prendas en particular y la industria textil en general, son muy contaminantes. En el caso de las prendas, de las cuales, algunas destacan por su toxicidad, lo son porque cuando las depositamos en un contenedor ordinario, terminan en los vertederos.

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Allí se descomponen muy lentamente. Además, liberan gas metano, subestimado por las autoridades políticas durante años pero muy potente en cuanto a su contribución al efecto invernadero (cuando se trata de materiales de origen orgánico) o micro-plásticos (cuando son de origen sintético derivados del petróleo). Bien es sabido que éstos últimos tardan cientos de años en degradarse.

Tiramos o desechamos casi un millón de toneladas de ropa al año en España

¿Qué sucede con toda esta cantidad de ropa?

El principal problema es que esta ropa impide que se pueda producir compost, ya que los residuos textiles acaban mezclados con el resto de desechos. Además, todos estos materiales han sido sometidos a numerosos procesos químicos cuyas partículas terminan filtrándose en la tierra. En el caso de ser incinerados, esas toxinas terminan expandiéndose en el aire contribuyendo al efecto invernadero.

Cuando depositamos las prendas en puntos limpios, dependen de licencias otorgadas por concurso público. Por esta razón, el destino de la ropa varía en cada localidad. No obstante, cada vez hay más «contenedores piratas».

Por lo tanto, es conveniente fijarse si este depósito cuenta con identificación o llamar al ayuntamiento y preguntar qué asociación tiene la autorización concedida.

El volumen de residuos textiles post-consumo en España es de unas 900.000 toneladas al año.

Algunas firmas de moda de bajo coste depositan contenedores en sus propias tiendas. Lo hacen así para gestionar estos residuos que suelen ser donados a entidades benéficas. A su vez, estas organizaciones benéficas la clasifican para bien donarla, bien destinarla a la venta.

Por ello, se relacionan con otras compañías de exportación textil, que encuentran un sitio para vender esas prendas en países emergentes. Entre estos territorios encontramos a Togo, Nigeria, Pakistán o Emiratos Árabes.

El mercado de la ropa de segunda mano, en auge tras la CO-VID 19

La gestión de la moda de segunda mano es un negocio que mueve millones de euros a través de la reventa. Si tenemos en cuenta que una tonelada se compra a unos 350 euros y que un único contenedor (si se vacía periódicamente) puede recoger unas diez toneladas al año, los beneficios pueden alcanzar los 3.500 euros por contenedor (según las estimaciones de la OCU).

Sólo un pequeño porcentaje del textil termina en algún proceso de reciclaje.

El resto se destinará a una planta de reciclaje y gestión de residuos. Según aportaciones del INTEXTER, tras haber realizado un análisis de 550 kilos de residuos textiles, el 62% de las piezas es ropa reutilizable y el 37%, reciclable. Además, el análisis revela que el 66,8% de las prendas presentan muy poco homogeneidad en sus fibras. Estas mezclas limitan su potencial de reciclado.

En cambio, sólo el 37,3% de las piezas estudiadas están fabricadas al 100% con una sola fibra, es decir, son productos mono-materiales, lo que implica un mejor reciclaje. Así pues, sólo un pequeño porcentaje del textil termina en algún proceso de reciclaje.

La mayor parte se reutiliza para confeccionar trapos de limpieza, mantas u otros productos como fibras para para aislamiento, relleno de colchones, paños de limpieza, alfombras o en la industria del automóvil.

¿Cuál es la solución?

Podemos afirmar que la estrategia de reciclado de los residuos textiles post-consumo debería centrarse en la recuperación y el reaprovechamiento de las fibras. Además, si pudiéramos duplicar el tiempo de vida útil de una pieza de ropa conseguiríamos una reducción importante de los gases de efecto invernadero.

Las aplicaciones de venta de ropa de segunda mano han ganado mucha popularidad.

Solamente alargando nueve meses el uso activo de una pieza, se reduciría la huella de carbono, agua y residuos considerablemente. Como dato positivo y, debido al citado auge del comercio electrónico, durante estos últimos dos años las aplicaciones de compraventa entre particulares de ropa de segunda mano han ganado en popularidad.

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Vinted es una de las apps más utilizadas en la población española para comprar y vender ropa de segunda mano. Fuente: Instagram @Vinted

También han contribuido a alargar el ciclo vital de la ropa. En España, las más reconocidas son Vinted, Vestiaire Collective o Wallapop.

Y es que, un aumento del 10% de las ventas de ropa del mercado de segunda mano supone un ahorro aproximado de un 3% de emisiones de carbono. No sólo eso, sino también un 4 %de agua. Estos cálculos están extraídos del informe ‘Valuing Our Clothes: the cost of UK fashion’, publicado en 2017 por la organización WRAP.

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