El cambio climático ayuda a generar incendios monstruosos
La actividad humana es un claro factor amplificador de los incendios que vivimos hoy en día en todo el planeta. Lo que antes era un problema local ahora es global.
Mario Picazo
El cambio climático está amplificando la ferocidad de los incendios forestales alrededor del mundo. Lo que antes eran fuegos estacionales y localizados hoy son inmensos e imprevisibles infiernos. Así lo recoge el Informe Mundial sobre Incendios Forestales 2025 que abarca de marzo de 2024 a febrero de 2025.
En ese periodo, los incendios arrasaron unos 3,7 millones de kilómetros cuadrados, una extensión mayor que la superficie entera de la India. Además, afectaron a cerca de 100 millones de personas, sus infraestructuras y viviendas, valoradas en unos 185 mil millones de euros.

Incendios más extremos con una clara huella humana
Lo que antes eran incidentes aislados, ahora son incendios forestales que se están insertando en la dinámica del sistema global. Un grupo de investigadores del Centro de Ecología e Hidrología del Reino Unido y otras instituciones, han realizado un estudio exhaustivo.
En el recopilan numerosas pruebas que relacionan el cambio climático con una mayor frecuencia y una intensidad más marcada de los períodos de incendios extremos.
Entre marzo 2024 y febrero 2025 los incendios arrasaron unos 3,7 millones de kilómetros cuadrados, una extensión mayor que la superficie entera de la India
Por ejemplo, en la zona del Pantanal‑Chiquitano, en Sudamérica, los científicos calculan que los incendios que se observan han aumentado. Ahora son unas treinta y cinco veces más extensos de lo que habrían sido sin el calentamiento provocado por la actividad humana. Todo se explica por la interacción entre patrones climáticos que se están alterando y la disponibilidad cambiante de combustible vegetal.
Cuando llegan los periodos más cálidos y secos, el ambiente se vuelve propicio para que el fuego se propague. Sin embargo, los meses más húmedos que los preceden impulsan un crecimiento abundante de vegetación, que al secarse se convierte en un material altamente inflamable.
Una señal global que se extiende cada vez más rápidamente
Expertos del Centro Europeo de Predicción a Medio Plazo (ECMWF), advierten que el cambio climático no solo produce un clima propicio para los incendios. Al parecer también está transformando tanto la forma como los lugares donde se van acumulando los combustibles naturales. Las humaredas que desprenden los incendios arrastran una carga de CO₂ verdaderamente alarmante.
En Canadá, por ejemplo, la cifra volvió a superar la barrera del mil millones de toneladas, mientras que en Bolivia se registró un récord nacional de emisiones en lo que lleva de siglo. En Victoria, se consumieron casi dos tercios del Parque Nacional de los Montes Grampianos, convirtiéndolos en un paisaje carbonizado, mientras que otro incendio de gran envergadura devoró 90.000 hectáreas en menos de ocho horas.
Los países de clima Mediterraneo son los más vulnerables a grandes incendios debido a la amplificación de las conidciones favorables que genera el cambio climático.
Australia sigue siendo uno de los ejemplos más claros de la vulnerabilidad creciente de este tipo de fenómenos. En la última temporada, más de mil incendios de gran magnitud han recorrido el oeste del país, consumiendo unas 470.000 hectáreas.
También se han visto afectadas grandes extensiones del centro, mientras que en Queensland se produjeron graves incendios provocados por rayos que arrasaron paisajes de enorme valor cultural para las comunidades indígenas.

En España, el tramo que abarca de marzo de 2024 a febrero de tuvo un impacto moderado de incendios cuando se lo compara con años tan extremos como 2022, en el que la superficie arrasada superó las 300.000 hectáreas.
No obstante, la cifra registrada sigue por encima de la media de la última década, lo que refuerza la tendencia a que las temporadas se alarguen y las condiciones meteorológicas se vuelvan cada vez más propicias para los incendios.
Los territorios más golpeados resultaron ser Galicia, Castilla y León y la Comunidad Valenciana, y fueron los meses de verano los que acumularon la mayor parte de los incendios de gran magnitud del periodo.
De un problema local a uno de envergadura global
Al fin y al cabo, los incendios forestales han trascendido su condición de problema local para erigirse como monstruos de fuego que rugen a escala planetaria. Cada vez son más gigantescos, más veloces e incandescentes. La única forma de dominar ese tipo de fenómeno exige respuestas con la misma magnitud global.
Si bien la escena resulta desoladora, los expertos hacen hincapié en que todavía existe una ventana para la acción. Proyectar planes a largo plazo, entretejer cooperaciones internacionales y cimentar políticas nacionales firmes constituyen, todavía, la única vía esperanzadora para mantener a raya a esos incendios de difícil control.
En la COP30 que se celebra este mes de noviembre en Belem, Brasil se intentará como cada año reforzar el compromiso de los países participantes para reducir emisiones
En la próxima COP30 que se celebra en Brasil, se espera que un buen número de paises asuman sus compromisos para reducir drásticamente las emisiones de gases de efecto invernadero durante esta década. Es un tema recurrente, que suele quedarse en el tintero. Aún así, sería la única forma de conseguir que las naciones desarrolladas pueden hacer algo para evitar los peores impactos de los incendios forestales.
Si bien el futuro se presenta desafiante, el informe presentado destaca que aún estamos a tiempo de actuar. Reducir la deforestación, mejorar las prácticas de gestión de la tierra y fortalecer los sistemas de alerta temprana son algunas de las medidas que pueden ayudar a mitigar los riesgos de incendios forestales.