El río que se volvió azul: Japón despierta con una imagen surrealista en Ikoma
Las autoridades de Ikoma identifican un derrame de pigmentos como causa de la alteración del color del río, que ya ha recuperado su estado habitual.
Redacción
Lo que comenzó como una curiosa imagen captada en Ikoma, al oeste de Japón, terminó despertando la intervención de bomberos, analistas medioambientales y técnicos del gobierno local. El río Tomio, uno de los cursos fluviales que cruzan esta ciudad de la prefectura de Nara, apareció teñido de un llamativo color azul en la tarde del martes 11 de junio.
No era un efecto óptico. Varios tramos mostraban tonos intensos, casi eléctricos, sobre todo en las zonas donde el agua apenas se desplazaba. Las corrientes más rápidas, en cambio, mostraban un azul más difuso, como si la sustancia vertida no lograse mantenerse concentrada.
La alerta inicial la dieron los vecinos: las llamadas a los servicios de emergencia se sucedieron desde primera hora de la tarde.
Algunos hablaban de espumas que brotaban con intensidad, otros simplemente de un color nunca visto antes. Lo cierto es que los equipos de bomberos acudieron de inmediato a inspeccionar el cauce y, aunque no se detectaron daños evidentes ni se reportaron personas afectadas, el suceso encendió las alarmas.

Un vertido durante tareas de limpieza
La prefectura de Nara y el consistorio de Ikoma iniciaron una investigación para rastrear el origen del vertido. El análisis llevó rápidamente a una fábrica ubicada río arriba, donde los responsables reconocieron un derrame accidental.
Al parecer, se trataba de materias primas utilizadas en la elaboración de pigmentos, liberadas de forma involuntaria durante unas tareas rutinarias de limpieza en sus instalaciones. Técnicos especializados tomaron muestras en cinco puntos distintos del río, tanto en el Tomio como en su afluente, el Nakamura, que también había mostrado signos de decoloración.
El agua vuelve a su estado normal
Los resultados de los análisis llegaron dos días más tarde. Según informó la propia prefectura, los niveles de cobre presentes en el agua —uno de los principales indicadores de toxicidad en pigmentos— estaban dentro de los parámetros normales. No se hallaron rastros de sustancias persistentes ni signos de impacto ambiental en la fauna acuática. No hubo peces muertos ni alteraciones visibles en la vegetación ribereña.
Con estos datos, las autoridades confirmaron que la calidad del agua ha regresado a la normalidad, sin necesidad de aplicar medidas de contención adicionales.
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