Éxodo tentacular: los pulpos huyen de Galicia y colonizan las costas británicas
La sobreabundancia de cefalópodos en el Canal de la Mancha contrasta con el desplome de las capturas en Galicia. Una señal más del cambio en los océanos.
María Rivas
Los barcos británicos vuelven a puerto cargados de pulpos. Toneladas. No es una exageración. En Brixham, por ejemplo, se han desembarcado 48 toneladas en un solo día, algo impensable hace unos años. Mientras tanto, en Galicia, se acumulan nasas vacías en los muelles. Un símbolo más de una crisis que ya no es solo económica.
En 2024, la captura de pulpo en Galicia cayó un 26 % respecto al año anterior. Si se compara con la última década, el descenso llega al 39 %. El producto estrella de tantas tabernas, tan presente en fiestas y ferias, se ha vuelto escaso. Y caro: más de 11 euros el kilo en algunas lonjas.
La trastienda de una caída sin precedentes
No es solo sobrepesca. No solo eso. El Instituto de Investigaciones Marinas (IIM-CSIC) lo ha explicado con claridad: el pulpo, a diferencia de muchos animales, no produce cortisol. ¿La consecuencia? No puede adaptarse bien a los cambios bruscos en la salinidad del agua.
Y eso, en las rías gallegas, se ha vuelto habitual. Lluvias intensas, torrenciales, cada vez más frecuentes, alteran el equilibrio. Lo convierten en un entorno hostil, sobre todo para los alevines.
Un estudio orientado inicialmente a la acuicultura acabó revelando mucho más: la fisiología del Octopus vulgaris es más frágil de lo que se pensaba. Las lluvias diluyen la salinidad, y los pulpos no tienen cómo resistirlo. No pueden huir. Ni adaptarse.

El pulpo llega desde el norte
Mientras en Galicia se aplica la veda más larga de la historia reciente —13 semanas consecutivas sin capturas—, el Reino Unido intenta gestionar una situación inesperada. El Canal de la Mancha se ha llenado de pulpos. Demasiados. En algunos casos, las capturas superan las 70.000 libras diarias. No es solo abundancia. Es sobrepoblación.
Y eso tiene consecuencias. Langostas, cangrejos, vieiras… desaparecen de las trampas. Los pulpos las devoran o las ahuyentan. Hay pescadores que aseguran haber perdido el 70 % de sus capturas de marisco.
«No había visto algo así en cuatro décadas en el mar», declaraba a Sky News Simon Thomas, de la Asociación Biológica Marina. Los cefalópodos incluso se comen entre ellos cuando escasea el alimento. Y no hay cuotas que limiten su pesca.
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El clima como catalizador
¿La causa? Temperaturas récord en las aguas británicas. Hasta 4 ºC por encima de lo normal en algunos puntos del suroeste inglés. El resultado es un hábitat nuevo, acogedor, con más alimento y menos inviernos letales para los alevines. La doctora Emma Sheehan, de la Universidad de Plymouth, apunta también a una menor presión pesquera en la zona. Los cefalópodos han encontrado las condiciones que Galicia ha perdido.
No es la primera vez. Hay registros de episodios similares en 1899, 1948 y 2022, aunque ahora los intervalos se acortan. ¿Una anomalía? Quizá no. Quizá el anticipo de un cambio más profundo.
España, destino de los excedentes
Lo que sobra en Reino Unido termina en las lonjas españolas. Galicia, ante la escasez local, importa ya grandes cantidades de pulpo marroquí y británico. El mercado se ha ajustado. Los precios se mantienen altos, y los consumidores apenas perciben el origen. Pero el sector sí. Las cofradías lo notan. Y temen que, si la tendencia continúa, el pulpo gallego se convierta en un producto de lujo.