La borrasca Amy deja tras de sí un temporal histórico en Europa

El paso de la borrasca Amy causa estragos en Europa: dos muertos en Francia, miles de hogares sin luz y viento de más de 130 km/h.

María Rivas

La borrasca Amy se gestó lejos, en el Atlántico Norte. En pocas horas se profundizó con una rapidez inusual y, cuando tocó Irlanda, ya era un sistema temible. Allí comenzaron los primeros avisos rojos: el mar rugía con olas que superaban los diez metros y las rachas de viento pasaban de los 140 km/h.

Después, la tormenta cruzó el canal de la Mancha y entró de lleno en el continente. Su rastro, amplio y desordenado, dejó un paisaje de carreteras cortadas, tejados levantados y cables eléctricos colgando.

Francia: el viento que mató

Fue en Francia donde el temporal mostró su cara más trágica. Dos hombres murieron en incidentes distintos, ambos relacionados con las condiciones extremas que acompañaron a Amy. Uno, de 48 años, fue hallado sin vida en Étretat, arrastrado por el oleaje. El otro, de 25, perdió la vida en una carretera de Aisne cuando una rama de gran tamaño cayó sobre su vehículo.

Los servicios de emergencia tuvieron que esperar a la bajamar para recuperar el cuerpo del primer fallecido. “Las condiciones no permitían acercarse antes”, explicó la prefectura de Seine-Maritime. En paralelo, Météo-France mantenía activada la alerta naranja por viento y lluvia en amplias zonas del norte.

En cuestión de horas, Enedis notificó miles de cortes eléctricos: primero fueron 5.000, luego la mitad, aunque nuevas averías aparecieron durante la tarde. Las cuadrillas no daban abasto.

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Rachas imposibles y carreteras cerradas

Cap-de-la-Hève marcó el máximo: 131 km/h. Dieppe, 122. En el cabo Gris-Nez, 112. En el interior, también sopló con violencia, entre 90 y 110 km/h. Los bomberos tuvieron que cortar carreteras, retirar árboles y asegurar tejados que amenazaban con desprenderse.

La circulación ferroviaria se interrumpió en varias líneas, y las autoridades redujeron la velocidad en autopistas hasta nuevo aviso. Los conductores hablaban de un ruido constante, como un rugido. Las ráfagas llegaban por oleadas, sin ritmo, sin pausa.

Noruega, Suecia, Dinamarca: el eco del temporal

Hacia el noreste, la borrasca Amy mantuvo su energía. Noruega activó alertas amarillas y naranjas ante precipitaciones de hasta 100 mm en solo 12 horas. El Instituto Meteorológico noruego advirtió que se trataba de “uno de los episodios más intensos de los últimos 25 años”.

En muchas regiones, más de 100 000 hogares quedaron sin electricidad. Los servicios de ferry se suspendieron, los trenes pararon y hubo zonas enteras sin cobertura móvil ni internet.

En Suecia, la lluvia se desplazó hacia el noreste, dejando 30 mm y complicaciones en el tráfico ferroviario, sobre todo en Skåne y el sur del país. También Dinamarca soportó vientos huracanados: en Frederikshavn, las ráfagas alcanzaron 35 m/s. Los puertos cerraron, los barcos quedaron amarrados y el tráfico marítimo se interrumpió.

Alemania: tormenta sobre el mar del Norte

El Servicio Meteorológico de Alemania advirtió rachas de hasta 100 km/h en el norte y en zonas montañosas. En Hamburgo y Bremen, el viento arrancó paneles publicitarios y dobló árboles jóvenes. Los ferris hacia las islas del mar del Norte se cancelaron durante todo el sábado.

En algunos aeropuertos, los vuelos despegaron con retrasos significativos. Las autoridades alemanas insistieron en mantener la precaución, conscientes de que el terreno saturado aumentaba el riesgo de caída de árboles.

Un temporal de manual

Los meteorólogos coinciden: lo de Amy es un caso clásico de ciclogénesis atlántica. Otoño, el contraste entre masas de aire polar y subtropical, y un océano aún templado. Es la receta. El resultado: una depresión que se intensifica con rapidez, que desciende de presión en cuestión de horas y genera un gradiente enorme. El viento, entonces, se dispara.

Este tipo de borrascas son habituales, sí, pero no todas alcanzan tal magnitud ni recorren tanta distancia con tanta persistencia. Amy lo hizo.

El ocaso del temporal

Al final del fin de semana, el sistema comenzó a debilitarse. En Irlanda y Francia, el tiempo empezó a estabilizarse, aunque los efectos aún se notaban: carreteras cortadas, redes eléctricas dañadas, muros desplomados.

En el norte de Europa, el episodio seguía activo, con lluvias residuales y viento fuerte en los países nórdicos. Los servicios meteorológicos, sin embargo, preveían una mejora gradual a medida que la borrasca se desplazaba hacia el Ártico.