La calima gana terreno en Europa y oscurece el futuro de la energía solar
El aumento de los episodios de calima en Europa podría suponer una reducción de la energía solar en un futuro
Mario Picazo
Cada año resulta más evidente el aumento de los días de calima en la Península Ibérica y otras regiones del continente europeo. Gran parte de ese polvo atmosférico en suspensión se origina en el desierto del Sáhara, el más extenso y cálido del mundo.
En esta vasta región, tormentas de arena colosales se desencadenan de forma recurrente, arrastrando partículas que logran cruzar océanos y continentes.
Este fenómeno, lejos de limitarse al ámbito meteorológico, altera dinámicas atmosféricas y tiene ya consecuencias directas en sectores estratégicos. Según investigaciones recientes, la presencia de polvo sahariano está comprometiendo el rendimiento de las energías limpias, especialmente la solar.
Polvo en el aire, luz menos eficiente: la energía solar en entredicho
Durante los últimos años, Europa ha experimentado un impacto creciente de estas masas de aire cargadas de partículas finas en su capacidad fotovoltaica.
Este fenómeno afecta a un pilar central de los planes de descarbonización de la Unión Europea, que apuesta firmemente por la energía solar como vector clave de sostenibilidad.

Cómo se forman las tormentas que transportan el polvo sahariano hasta Europa
Las tormentas de arena más intensas del norte de África se producen cuando vientos potentes barren el suelo árido del desierto, elevando partículas minúsculas de arena y minerales hacia niveles altos de la atmósfera. Estas columnas de polvo, visibles desde satélites, pueden alcanzar miles de kilómetros de recorrido.
Los principales motores de este fenómeno son las corrientes de convección térmica, típicas de los periodos más cálidos, y el paso de perturbaciones atmosféricas que agitan la superficie desértica. El polvo transportado contiene nutrientes como fósforo o hierro, y es capaz de llegar a regiones tan distantes como el Caribe o América del Sur tras atravesar el Atlántico.
Calima desatada: 2024, un año con récords de polvo en suspensión
A lo largo del invierno de 2024, el continente europeo registró intrusiones de polvo sahariano de gran intensidad, algunas de ellas excepcionales en duración y concentración. Según el Servicio de Monitoreo Atmosférico de Copernicus (CAMS), se contabilizaron al menos tres episodios relevantes entre diciembre y febrero.
Aunque los efectos se notaron en buena parte del continente, la Península Ibérica fue especialmente golpeada. En varias zonas, se detectaron valores de PM10 superiores a los 200 µg/m³, muy por encima del límite saludable establecido en 50 µg/m³.
Imagen: Unsplash
Este fenómeno no es aislado. Entre 2020 y 2022, un estudio publicado en Atmospheric Chemistry and Physics identificó un incremento cinco veces superior de episodios de polvo en la región euro-mediterránea occidental, en comparación con el periodo 2003–2019.
¿Está detrás el cambio climático? El papel de la sequía y el mar Mediterráneo
Numerosos indicios apuntan a una conexión entre el aumento de la calima y las transformaciones inducidas por el cambio climático. En concreto:
– Cambios en la circulación atmosférica, con patrones más favorables al desplazamiento del polvo hacia el norte.
– Sequías prolongadas en el Magreb, que disminuyen la cobertura vegetal y facilitan la erosión eólica.
– Temperaturas elevadas en el Mediterráneo, que alteran los sistemas meteorológicos y potencian las intrusiones.
En España, un estudio que abarca de 2004 a 2009 reveló que en el sureste peninsular hay presencia de polvo en suspensión hasta en un 30 % de los días del año. En el centro, el dato se sitúa en el 18 %, y en el noroeste, en torno al 10 %.
Aunque la mayoría de estos episodios son moderados y estivales, se ha documentado un aumento progresivo de su frecuencia, sobre todo en las islas Canarias, que a menudo funcionan como puerta de entrada del polvo africano.
Tecnología y predicción: claves para una energía limpia
Poder anticipar tormentas de polvo con fiabilidad será determinante para optimizar la gestión energética y proteger las infraestructuras solares. La creación de modelos predictivos que incorporen datos meteorológicos y mineralógicos resulta prioritaria.

Las inversiones en energía solar, amenazadas por el polvo mineral africano
Europa ha apostado decididamente por la energía fotovoltaica, que ya suministra electricidad a millones de hogares y empresas. Países como Alemania, Italia y España han desplegado vastas redes de paneles solares, cuyos resultados dependen directamente de la radiación solar sin interferencias.
El problema radica en que el polvo suspendido en la atmósfera actúa como pantalla difusora, reduciendo la intensidad de la luz solar y, por ende, la eficiencia energética. Según un reciente informe presentado en la Asamblea General de la Unión Europea de Geociencias (EGU25), esta reducción puede superar el 20 % en determinadas regiones durante los picos de calima.
Los expertos alertan de que, sin herramientas avanzadas de pronóstico, se corre el riesgo de bajos rendimientos energéticos, inestabilidad en la red e incluso apagones en momentos de alta demanda. Un desafío que se agrava a medida que la energía solar gana peso en el mix energético europeo.