La Niña dice adiós: ¿Llega el turno de El Niño?

La Niña se despide en el Pacífico pero ahora toca estar pendientes del posible retorno de El Niño y su gran impacto en el clima a nivel global

Mario Picazo

El fenómeno de La Niña, que se formó a finales de 2024, se despide este mes de abril tras apenas tres meses de presencia en el Pacífico ecuatorial. Su impacto ha sido limitado, tal y como anticipaban numerosos centros de investigación climática que ya preveían una duración corta y una intensidad débil.

Por estas fechas, conocer la evolución térmica del Pacífico ecuatorial resulta clave para los expertos en meteorología, ya que influye directamente en la dinámica atmosférica del Atlántico durante la próxima temporada de huracanes, que comenzará en junio. También porque genera anomalías climáticas a escala global.

Anomalías de temperatura del agua a 7 de abril de 2025. A pesar de la persistencia de algunas zonas frías en el Pacífico ecuatorial, la media en la región 3.4 del ENSO se considera neutral.

La Niña
Anomalias de la temperatura del agua 7 de abril de 2025. Aunque queda agua fría en la region ecuatorial la media de las cindiciones en la región 3.4 de ENSO es neutral. mapa: NOAA

Temporada de huracanes 2025: una previsión activa con condiciones neutras

Diversos centros de meteorología tropical ya han publicado sus primeras estimaciones para la temporada de huracanes en el Atlántico. El inicio está previsto para el 1 de junio, y los modelos coinciden en que será más activa de lo habitual. Se anticipan 17 ciclones con nombre, frente a una media histórica de 14.

La presencia de La Niña suele favorecer el desarrollo de huracanes en el Atlántico, al generar vientos en altura más débiles y reducir la cizalladura vertical, un entorno propicio para el crecimiento de sistemas tropicales.

La evolución térmica del Pacífico ecuatorial entre abril y junio marcará el escenario climático del verano en ambas cuencas oceánicas

También disminuye la subsidencia y la estabilidad atmosférica, facilitando la formación de nubes de gran desarrollo vertical que pueden organizarse en ciclones.

Aunque la transición actual lleva a condiciones neutrales, estas no descartan una temporada activa. De hecho, si confluyen otros factores —como temperaturas oceánicas elevadas o una menor intrusión de aire seco procedente del norte de África— el Atlántico puede seguir siendo favorable para la formación de huracanes.

La Niña suele favorecer la formación de huracanes en el Pacífico, mientras que El Niño suele tener el efecto opuesto. En condiciones neutras como se esperan este verano la actividad aún puede ser considerable. mapa: eltiempoes

¿El Niño tomará el relevo tras la retirada de La Niña?

Con el regreso a la neutralidad del fenómeno ENSO (El Niño–Oscilación del Sur), muchos expertos se preguntan si El Niño podría emerger en los próximos meses. De momento, los modelos numéricos señalan que la probabilidad de su aparición entre abril y junio es baja.

Sin embargo, la primavera boreal representa una barrera de previsibilidad bien conocida, que introduce una mayor incertidumbre en las proyecciones estacionales. Aun así, se estima una probabilidad del 62 % de que El Niño se desarrolle entre mayo y julio, tras casi dos años consecutivos de La Niña.

Estas previsiones son fundamentales para activar sistemas de alerta temprana y anticipar posibles episodios de meteorología extrema. Disponer de información con antelación suficiente permite a las autoridades planificar medidas de protección y prevención.

La Niña
Prediccion de El Niño y La Niña hasta finales de 2025. Dominan las condiciones neutras. fuente: NOAA

La AMO: otro factor clave en la formación de huracanes

Además de la influencia del ENSO, la Oscilación Multidecadal del Atlántico (AMO) es otro patrón climático decisivo. En su fase cálida, como la que domina desde 1995, se registra una mayor actividad de huracanes en la cuenca atlántica.

Por el contrario, la fase fría de la AMO se asoció con una disminución de ciclones entre 1971 y 1994. Durante ese periodo se formaron menos huracanes, y la mayoría fueron de menor intensidad.

Pese al fin de La Niña, otros factores podrían favorecer una temporada de huracanes más activa de lo normal

La fase cálida de la AMO se caracteriza por temperaturas superficiales más altas en la zona de desarrollo principal de huracanes, cerca de Cabo Verde. Este patrón también se vincula a un monzón más activo en África Occidental, que modifica la circulación atmosférica sobre el Atlántico, favoreciendo la formación de ciclones.

Cuando este patrón se activa, los vientos del este en niveles altos se extienden hacia el oeste, mientras que los vientos alisios en niveles bajos se debilitan, lo que crea un entorno más favorable para la convección.

Lo que ocurra entre abril y junio marcará el ritmo del verano

Entre abril y junio se perfilará el escenario climático del verano en ambas cuencas oceánicas. La evolución térmica del Pacífico ecuatorial será determinante para saber si las condiciones neutras se consolidan o si se abre paso un nuevo episodio de El Niño.

A nivel global, estos fenómenos de acoplamiento océano-atmósfera siguen siendo responsables de importantes alteraciones climáticas que afectan a todos los continentes. Por ello, su vigilancia continua sigue siendo una prioridad para los centros meteorológicos y climáticos del mundo.