La Niña en 2025: su inesperada evolución y el incierto futuro de El Niño

La Niña se va debilitando en el Pacífico ecuatorial y la pregunta ahora es ¿se formará El Niño después para revolucionar la meteorologia de medio mundo?

Mario Picazo

La Niña se instauró en diciembre de 2024 tras un retraso mayor al previsto. Desde entonces, los pronósticos elaborados por diversos centros de investigación han mostrado reservas sobre su persistencia e intensidad.

A pesar de haberse gestado hace ya tres meses, su impacto ha sido más moderado que en episodios anteriores, sin alcanzar la virulencia de sus predecesores.

Las temperaturas oceánicas en el Pacífico ecuatorial, aunque aún más frías de lo habitual, comienzan a perfilar una tendencia al alza. Según las previsiones, la probabilidad de una transición a condiciones neutras entre marzo y mayo alcanza el 60 %, aumentando al 70 % en el trimestre siguiente.

La Niña

La Niña: Un enfriamiento oceánico con efectos globales

El fenómeno de La Niña se traduce en un descenso sostenido de la temperatura superficial del océano en el Pacífico ecuatorial central y oriental. Su influencia trasciende lo térmico, generando alteraciones en la circulación atmosférica tropical, con cambios significativos en los vientos, la presión y los regímenes de precipitación.

Históricamente, La Niña ha mostrado una tendencia a generar efectos opuestos a los de El Niño, propiciando sequías en algunas zonas y lluvias torrenciales en otras. Sin embargo, cada episodio presenta peculiaridades que desafían las comparaciones simplistas.

El Niño: ¿tomará el relevo o habrá una pausa climática?

Mientras La Niña se diluye paulatinamente, la incógnita ahora gira en torno a su sucesor. ¿Emergerá El Niño de inmediato o la atmósfera se mantendrá en un estado de neutralidad climática?

De momento, los modelos numéricos indican que la probabilidad de que El Niño se active entre marzo y junio es casi nula. Sin embargo, a largo plazo la incertidumbre aumenta. La barrera de previsibilidad de la primavera boreal, una limitación bien documentada en la climatología, impide proyectar con precisión lo que ocurrirá en la segunda mitad del año.

Aunque todavía nos encontramos en una fase neutra del ENSO, algunos modelos sugieren que El Niño podría tomar forma entre mayo y julio, con una probabilidad del 62 %. De concretarse este escenario, marcaría el final de casi dos años consecutivos de La Niña y daría paso a un nuevo patrón meteorológico con impactos potencialmente disruptivos.

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Probabilidad oficial del ENSO para el índice de temperatura superficial del mar de El Niño 3.4 (5°N-5°S, 120°O-170°O). Figura actualizada el 13 de marzo de 2025. Fuente: NOAA

Previsión meteorológica: una inversión rentable para la seguridad y la economía

Más allá de la curiosidad científica, la anticipación de estos fenómenos es crucial para minimizar daños. Los pronósticos climáticos permiten activar alertas con meses de antelación, facilitando estrategias de mitigación ante episodios de meteorología extrema asociados a cada evento.

Según Celeste Saulo, Secretaria General de la Organización Meteorológica Mundial (OMM):

«Estos pronósticos se traducen en millones de dólares en ahorros económicos para sectores clave como la agricultura, la energía y el transporte, y han salvado miles de vidas al facilitar la preparación ante desastres».

Las anomalías térmicas del Pacífico tienen una influencia directa en la distribución de lluvias y temperaturas en múltiples regiones del planeta. En función de si domina El Niño o La Niña, sectores estratégicos deben ajustar su planificación para mitigar riesgos y optimizar recursos.

Un invierno insólito: récords térmicos en plena fase de La Niña

A pesar de la presencia de La Niña, el invierno de 2025 ha registrado temperaturas sorprendentemente elevadas. Enero de 2025 se consolidó como el más cálido jamás documentado, evidenciando que la interacción entre factores climáticos es más compleja de lo que se asumía.

Si bien El Niño-Oscilación del Sur (ENSO) es un regulador fundamental del clima global, no actúa en solitario. Otros patrones de variabilidad climática, como la Oscilación del Atlántico Norte, la Oscilación Ártica y el Dipolo del Océano Índico, desempeñan un papel determinante en la configuración del tiempo atmosférico.

Los expertos vigilan con atención no solo la evolución de El Niño y La Niña, sino también las anomalías térmicas en los océanos Atlántico Norte y Sur. En los últimos años, estas desviaciones han sido positivas en muchas regiones del planeta, generando una interacción cada vez más compleja con los patrones tradicionales del ENSO.

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Anomalia de la temperatura de la superficie del mar el 12 de marzo de 2025. Fuente: NOAA