La tormenta solar que sacudió la Tierra y encendió el cielo en mayo de 2024

La tormenta solar de mayo de 2024 alcanzó el nivel máximo de severidad y provocó auroras en más de 50 países, desde Japón hasta Canarias. Un fenómeno excepcional que sigue siendo objeto de estudio.

Alejandro Riveiro

Hace algo más de un año, el 10 de mayo de 2024, nuestro planeta se vio afectado por una gran tormenta solar. Los efectos fueron tan intensos que vimos auroras incluso en nuestro país (hasta desde las Islas Canarias) pero… ¿qué se observó y aprendió?

Una tormenta de nivel G5

La tormenta solar llegó al nivel G5 (el nivel máximo de severidad) y recibió el nombre tormenta Gannon (por Jennifer Gannon, una física especializada en meteorología espacial). Casualmente, la tormenta tuvo lugar en pleno simulacro de NASA.

Tanto NASA como otras agencias gubernamentales de EE. UU. se habían reunido en aquellas fechas para simular cómo debían responder en caso de una gran tormenta solar, por los riesgos que pueden conllevar en algunos escenarios.

Las tormentas solares más potentes tienen la capacidad de provocar daños en satélites, sobrecargar el tendido eléctrico… pero la de 2024, por suerte, no provocó daños catastróficos. Al revés, sirvió para obtener información muy valiosa para futuras tormentas solares.

La tormenta provocó perturbaciones tanto en la superficie de la Tierra como en el espacio. Algunas líneas de alta tensión de EE. UU. se desconectaron. Hubo transformadores sobrecalentados, y tractores guiados por GPS que perdieron el rumbo.

En la atmósfera, algunos vuelos transatlánticos tuvieron que ser redirigidos. Y, en el espacio, la tormenta calentó la termosfera hasta los 1100 ºC, provocando que se expandiese y aumentando la fricción en la órbita baja.

De hecho, esto provocó que una remesa de satélites Starlink, lanzada por la compañía SpaceX, reentrase en la Tierra poco después. Además, la parte más espectacular que todos recordamos fueron las auroras visibles en gran parte del planeta.

Multitud de países observaron auroras

Aproximadamente, se habla de unos 6000 avisos de avistamiento de auroras en 55 países. Algunas fueron sorprendentes, como una aurora magenta muy poco frecuente observada en Japón. Los investigadores descubrieron que su origen estaba a 1000 km de altura.

Es una altura muy superior a la habitual. El color se debía a la combinación de auroras rojas y azules (provocadas por las moléculas de oxígeno y nitrógeno que fueron elevadas por la tormenta solar y la expansión de la termosfera).

La tormenta solar, de hecho, no solo afectó a la Tierra, también a Marte. Allí, la sonda MAVEN observó auroras en el planeta rojo entre el 14 y el 20 de mayo. Las partículas solares afectaron a una cámara de la sonda Mars Orbiter, desconectándola temporalmente.

En las imágenes del róver Curiosity, incluso, en la superficie de Marte, provocó un efecto «nieve». El róver llegó a captar el pico de radiación más alto que había medido. Si hubiera astronautas en el planeta en ese momento, se habrían expuesto al equivalente de unas 30 radiografías de rayos X.

La tormenta fue un recordatorio de la capacidad del Sol de afectar a nuestra actividad en la Tierra. Los datos recogidos van a ser estudiados durante años. De hecho, un año después, todavía siguen trabajando con todo lo que se recogió.

Esto ayudará a que nos podamos preparar mejor para futuras tormentas solares. Tanto en la superficie del planeta como en el espacio. Desde la protección de estructuras vulnerables (como transformadores y tendido eléctrico) a los astronautas.

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Habrá otras grandes tormentas solares

Lo que vivimos en mayo de 2024 se repetirá tarde o temprano. Sin ir más lejos, este pasado 12 de mayo se observó una espectacular llamarada solar. Afortunadamente, no llegará a impactar en la Tierra, pero de haberlo hecho, hubiera sido de nivel G5.

Tarde o temprano es posible que también afecte a nuestra infraestructura. En algunos escenarios se plantea que este tipo de tormentas solares pueden provocar apagones durante períodos largos y afectar a nuestra tecnología de manera severa.

El entorno de la Tierra es también especialmente vulnerable. De hecho, los astronautas en la Estación Espacial Internacional pueden verse obligados a refugiarse en las partes de la estación que están mejor protegidas frente a la radiación.

Es una medida de seguridad para evitar que puedan correr riesgos de salud. Por supuesto, los satélites también se ven afectados, como ya hemos mencionado. Así que todo lo que se pueda aprender de episodios como éste será esencial.

En cuanto a la parte más espectacular, las auroras, es difícil saber si veremos alguna en España próximamente. Lo cierto es que no podemos descartarlo porque todavía estamos en el máximo solar. La actividad del Sol es muy elevada.

Sin embargo, no hay certeza alguna de que las próximas grandes llamaradas solares vayan a dirigirse a nuestro planeta y las condiciones sean adecuadas para que, desde nuestro territorio, podamos volver a disfrutar del espectáculo de las luces polares.

Tormenta solar
Fuente: Banco de imágenes Canva