Cinco claves de un calzado sostenible

La sostenibilidad también puede conseguirse en el calzado, no sólo en la ropa que llevamos. Para ello, conocer las claves para poder elegir el adecuado es muy importante.

Laura Opazo

Laura Opazo

Ya hemos visto anteriormente cómo identificar aquellas prendas fabricadas de manera sostenible. Sin embargo, suele ser en el calzado donde invertimos más dinero y donde la decisión se toma con más templanza. Apostar por un buen par de zapatos que nos acompañe a largo plazo, no solo es una cuestión de estilo, sino también de salud.

Solemos fijarnos en su comodidad y ergonomía pero, también es importante reconocer qué parámetros hacen que nuestro calzado sea bueno para el planeta. Es decir, qué parámetros hacen que podamos considerarlo calzado sostenible.

En los últimos tiempos los consumidores nos vamos mostrando más interesados por saber el origen de las prendas que elegimos. Es cierto que no renovamos el calzado con tanta frecuencia, y que existe bastante desconocimiento sobre cómo y en qué condiciones se produce. Pero, poco a poco, este vacío informativo se va solventando por parte de las firmas que se muestran más comunicativas y transparentes a este respecto.

Apostar por un buen par de zapatos que nos acompañe a largo plazo, no solo es una cuestión de estilo, sino también de salud.

La industria de calzado español siempre ha sido muy valorada fuera de nuestras fronteras y goza de una posición líder en ventas en territorio europeo. Principalmente por su buena relación calidad precio. Aunque nuestro país cuenta con talleres especializados en muchas zonas, en las últimas décadas la producción se ha desplazado a países del sudeste asiático. En esta área, las legislaciones medioambientales y laborales han permitido, mediante el abuso, un mayor margen de beneficio. Así lo indica el estudio CAMBIA TUS ZAPATOS, de la Campaña Ropa Limpia.


Lo positivo es que en los últimos años, además de una vuelta a la relocalización de la producción, la industria española ha conseguido grandes innovaciones. Y es gracias a la monitorización en tiempo real y el stock inteligente, que han permitido lograr una optimización en la producción, evitando la sobreproducción y gestionando mejor los recursos. Todo esto sin olvidar su ADN artesanal.

De esta manera, cada vez son más las marcas de calzado que apuestan por una forma responsable de producir. Esto se traduce en el respeto a las personas, los animales y el medioambiente. Y, por supuesto que, al mismo tiempo, contamine lo menos posible al final del ciclo de vida. En definitiva, cada vez son más las empresas y marcas españolas que ponen el foco en producir calzado sostenible sin olvidar la calidad.

Sin embargo, ¿en qué debemos fijarnos a la hora de elegir un buen par de zapatos más allá del confort? ¿Qué firmas de calzado sostenible debemos tener en el radar?


1. Líneas atemporales:

Es importante que se apueste por diseños de fondo de armario o líneas atemporales, que no vayan al compás de tendencias efímeras. O.SUR es una firma a tener en cuenta, ya que se inspira en los diseños tradicionales de las culturas mediterráneas. Además, para ellos, prima la calidad y la durabilidad.


2. Calzado sostenible «made in Spain»:

Apostar por firmas españolas significa varias cosas:

Poner en valor el trabajo manual y de proximidad.

Apoyar el trabajo de muchas familias que se dedican en España a la producción de zapatos.

– Contribuir a la reducción de emisiones de CO2 y el consumo de recursos derivados del transporte.

Este último detalle es especialmente relevante para firmas como Genuins , Slowwalk y Slowers, donde la cercanía y el control son la clave. De esta manera, se posicionan como firmas de calzado sostenible.

La industria de calzado español siempre ha sido muy valorada fuera de nuestras fronteras y goza de una posición líder en ventas en territorio europeo.


3. Materiales:

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A nivel medioambiental, la producción de calzado de cuero supone una gran problemática. No solo por el uso intensivo de agua sino por la gran cantidad de sustancias tóxicas que son utilizadas en los procesos de curtición.

Tampoco hay que olvidar la alta emisión de gases de efecto invernadero que supone y la explotación animal inherente a su producción. Aunque es un recurso de aprovechamiento, existen materiales alternativos al cuero, como el cuero ecológico. Este que puede tener un menor impacto medioambiental y estéticamente es muy similar.

Otro ejemplo es No Time, una pequeña marca de ropa española, especializada en zapatillas, calcetines y camisetas, que es puntera ya en el mercado: cuentan con las primeras zapatillas hechas con restos de pelotas de tenis y neumáticos reciclados y posos de café, que ellos mismos recogen de las cafeterías del barrio.

VÍDEO: ASÍ SON LAS ZAPATILLAS HECHAS DE PELOTAS DE TENIS DE «NO TIME»

Muchas firmas españolas como Momoc apuestan por suelas de neumático reciclado, forros y plantillas hechas de eco-suede, libre de cromo. En Mireia Playà hay diseños veganos muy apetecibles. Por su parte, Ecoalf utiliza algas y poliéster reciclado procedente de botellas de plástico del fondo de los océanos para elaborar sus zapatillas. En Natural World sus propuestas están hechas con algodón orgánico, caucho y tintado natural, evitando el uso de pegamentos y sustancias químicas.


4. Resistencia:

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También es importante valorar que el material con el que estén confeccionados nuestros zapatos sea resistente. El calzado sufre un impacto constante por lo que una mala calidad puede poner en jaque la durabilidad del mismo. Firmas como Kanna Green demuestran que un mismo calzado puede maridar confort, durabilidad, ética y estética.


5. Packaging responsable:

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De nada sirve reflexionar mucho en la compra de calzado si el resto de elementos que infieren de la compra no siguen el mismo propósito. Hoy en día muchas marcas apuestan por etiquetas elaboradas con papel semilla, bolsas compostables y cajas de papel reciclado.

Un ejemplo significativo de esto es a firma deportiva Puma. Han ido un paso más allá sustituyendo las clásicas cajas de zapatos y creando una bolsa de zapatos reutilizable. Esto supone una importante reducción del embalaje. De esta manera, hay un uso menor de materias primas, agua y energía para producir, menos peso en transporte y menos residuos.