Las lluvias torrenciales arrasan una aldea del Congo: más de 100 muertos

Las intensas precipitaciones desbordaron el río Kasaba, arrasaron viviendas, paralizaron las escuelas y provocaron al menos 110 fallecidos en el este de RDC

Redacción

La aldea congoleña de Kasaba, situada junto al lago Tanganica, ha sido escenario de una de las catástrofes naturales más devastadoras registradas recientemente en el este de la República Democrática del Congo (RDC).

Entre la noche del jueves y la madrugada del viernes, fuertes precipitaciones acompañadas de violentas ráfagas de viento desbordaron el río Kasaba, dejando un reguero de destrucción y muerte a su paso.

Más de 110 personas han perdido la vida, según estimaciones locales, aunque el balance oficial provisional difundido por el Gobierno de la provincia de Kivu del Sur habla de 62 víctimas mortales y al menos 30 heridos, muchos de ellos niños y mujeres.

El número de desaparecidos permanece indeterminado, y las labores de búsqueda continúan entre el barro, donde aún se sospecha que hay cuerpos sepultados.

150 casas destruidas y cultivos arrasados

En cuestión de horas, el agua arrasó completamente más de 150 viviendas, destruyó gran parte de los cultivos locales y dejó inservibles infraestructuras escolares, paralizando la actividad educativa en la zona. La magnitud del desastre ha llevado a las autoridades a activar dispositivos de emergencia en un entorno ya tensionado por conflictos armados y carencias estructurales crónicas.

La población fue sorprendida mientras dormía, lo que incrementó el impacto de la riada. “Todo fue arrastrado sin piedad”, ha explicado Bernard Akili, jefe del sector de Nganja, donde se ubica Kasaba. Las condiciones del terreno, agravadas por la deforestación en las colinas cercanas, facilitaron la erosión y el colapso de los márgenes del río.

El drama humano en una región marcada por la fragilidad

El responsable de la oficina de coordinación de la sociedad civil de Fizi, Jacques Alimasi, ha elevado a 109 el número de fallecidos en declaraciones a EFE, y ha instado al Gobierno central y a sus socios internacionales a proporcionar asistencia humanitaria urgente. «La comunidad necesita ayuda inmediata. No hay refugios, ni alimentos, ni medicinas suficientes para las familias damnificadas», advirtió el sábado por teléfono.

Desde la administración territorial de Fizi, Samy Kalonji ha confirmado al menos 104 muertos y ha descrito la escena como de “enormes daños materiales”. Las diferencias en los recuentos reflejan tanto la dificultad del acceso a la zona como la escasez de medios técnicos para realizar rescates o verificar víctimas.

Kasaba, símbolo del impacto climático en África Central

Eventos como el vivido en Kasaba no son aislados. Se enmarcan dentro de una creciente serie de fenómenos extremos que están golpeando con particular severidad a las regiones ribereñas de los grandes lagos africanos, en un contexto de vulnerabilidad ambiental, pobreza estructural y urbanización desordenada.

En mayo de 2023, más de 400 personas fallecieron en sucesos similares ocurridos en localidades a orillas del lago Kivu, también en Kivu del Sur. La historia se repite cada año con mayor virulencia, y las previsiones científicas no son alentadoras: el calentamiento global está intensificando tanto la frecuencia como la magnitud de estas catástrofes, según ha alertado Naciones Unidas.

Solo en 2024, más de 6,9 millones de personas han resultado damnificadas por lluvias torrenciales en África Occidental y Central, de acuerdo con los datos de la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA).

La RDC, además de ser uno de los países con mayor biodiversidad del planeta, carece de infraestructuras adecuadas para resistir estos fenómenos, lo que amplifica sus efectos devastadores.