Concebir en los meses más fríos podría proteger frente a la obesidad en la edad adulta
La exposición de los progenitores al frío antes de concebir deja una huella epigenética que protege frente a enfermedades metabólicas.
Pablo Ramos
Las personas concebidas en invierno presentan una mayor activación metabólica que quienes fueron engendradas en otras estaciones. Así lo demuestra una investigación publicada por el grupo editorial de Nature, referente internacional en divulgación científica.
El estudio sugiere que la exposición al frío en el momento de la concepción deja una impronta epigenética que potencia la actividad de la grasa parda. Se trata de un tejido especializado en generar calor y regular el gasto energético.
Mayor gasto energético y menos grasa visceral
En sus conclusiones, los autores detallan que las personas cuya gestación comenzó en los meses más fríos del año tienden a acumular menos grasa corporal. También a gastar más energía en reposo.
Se ha observado en ellas una intensificación de la termogénesis adaptativa. Es decir, la capacidad del organismo para producir calor en respuesta al frío, lo que contribuye a un índice de masa corporal más bajo en la adultez.
«Los individuos concebidos durante las estaciones frías exhiben una notable actividad del tejido adiposo, un gasto calórico diario más elevado y una menor acumulación de grasa visceral», resumen los investigadores, vinculados a la Universidad de Tokio.
Un estudio que vincula meteorología y fisiología humana
El análisis no se limita a la fisiología. Los científicos contrastaron los datos de más de 360 personas con registros meteorológicos detallados correspondientes a las fechas en que fueron concebidas. Esta aproximación multidisciplinar les permitió identificar una correlación directa entre las temperaturas exteriores en el momento de la fecundación y la activación del tejido adiposo pardo.
Los resultados fueron concluyentes. Las temperaturas más bajas y las oscilaciones térmicas diarias más pronunciadas durante ese periodo se asociaron con una mayor actividad metabólica en la descendencia. Un hallazgo que apunta hacia una herencia epigenética moldeada por el entorno térmico previo a la concepción.
La huella del frío en la programación metabólica del feto
Según los autores, el metabolismo de la grasa parda (BAT, por sus siglas en inglés) y la susceptibilidad a trastornos metabólicos no se desarrollan al azar. Estarían condicionados por factores ambientales heredados, en concreto por la exposición de los progenitores a condiciones térmicas extremas antes de la fecundación.
Este fenómeno epigenético no sólo incrementa la activación del BAT en los descendientes, sino que favorece una constitución fisiológica más eficiente en el uso de energía, lo que a su vez mitiga el riesgo de padecer obesidad.
La herencia térmica de los progenitores y su implicación en la salud
Uno de los aspectos más reveladores del estudio es el modo en que el entorno térmico que rodea a los progenitores se traduce en una ventaja biológica heredada por sus hijos.
La exposición al frío favorece la adquisición de una configuración corporal especializada en la producción de calor. Esto constituye una barrera natural frente a enfermedades metabólicas comunes en la vida adulta, como la diabetes tipo 2 o el sobrepeso crónico.
«Hemos demostrado que quienes fueron concebidos en las estaciones más frías presentan niveles más altos de grasa parda activa, lo que aumenta su consumo energético y reduce la propensión a desarrollar obesidad», concluyen los expertos.
La Universidad de Tokio ha difundido estos resultados. Su intención es allanar el camino hacia nuevas estrategias de prevención de enfermedades metabólicas desde las primeras etapas de la vida.
