Microplásticos: así contribuiría su aumento en el aire al cambio climático

Con el paso de los años la concentración de microplásticos en la atmósfera ha ido aumentando de forma considerable hasta el punto de que su presencia puede modificar el clima terrestre de esta manera

Mario Picazo

Mario Picazo

La contaminación de los microplásticos ha ido en aumento desde hace ya varias décadas. La mayoría de las publicaciones que mencionan este grave problema medioambiental hacen alusión a su presencia en el agua. 

Lo cierto, es que esos diminutos pedazos de plástico que se cuelan por todas partes, conocidos como microplásticos, también forman parte del aire que respiramos. Su concentración en la atmósfera ha ido en aumento. Según los expertos, proceden de varias fuentes. 

El aire los transporta y los más ligeros pueden llegar a viajar largas distancias. En ocasiones se liberan de la superficie de mares y océanos a través de burbujas de la espuma del mar. Incluso pueden acabar en el aire debido al desgaste que sufren los neumáticos de los vehículos que circulan por las carreteras del mundo.

En otras ocasiones, el plástico llega de diferentes actividades relacionadas con el sector de la agricultura o de la ropa que nos ponemos.

Un estudio realizado en la Universidad de Cornell, Estados Unidos, muestra que el 84% de los microplásticos del país norteamericano se originan en las carreteras. El resto llega en un 11% de los océanos y un 5% del polvo que genera la agricultura.

Microplásticos que ayudan a formar gotas de agua

Algunos estudios han analizado la relación que hay entre la presencia de microplásticos en el aire y su relación con la formación de nubes.

En primera lugar, hay que explicar que las nubes que recorren la atmósfera se forman entre otras razones por la presencia de núcleos de condensación, que facilitan la formación de gotas de agua o cristales de hielo. 

Habitualmente los núcleos de condensación o aerosoles que facilitan la formación de nubes proceden de diversas fuentes. La sal del mar, las partículas de polvo del desierto, de volcanes, de incendios o las derivadas de contaminantes por la quema de combustibles.

Todas intervienen en varios procesos atmosféricos, entre ellos el de formar gotas de agua.

Hasta hace poco, nadie sospechaba que los diminutos plásticos que surcan la atmósfera tendrían relación con el clima y su modificación. Sin embargo, en un reciente estudio (el químico de la Universidad de Zürich ETH Denise Mitrano) y su equipo ha demostrado que no es así. 

Los microplásticos actúan como núcleos de condensación

Al parecer esos microplásticos, sí pueden modificar el proceso de formación de nubes. Y, con ello, las temperaturas y el régimen de precipitaciones de una determinada zona.

Sin ir más lejos, en 2019 ya se descubrieron microplásticos en los Pirineos. Estos eran procedentes de la lluvia y la nieve allí acumulada.

Estos recientes estudios han conseguido demostrar que el plástico no solo actúa como un núcleo de condensación, sino que en ocasiones lo hace de forma más eficaz que otros aerosoles. 

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Los microplásticos pueden actuar como núcleos de condensación para favorecer la formación de nubes. Foto: Unsplash

El aumento de plástico atmosférico amplificará el cambio climático

A nivel global, la producción anual de plástico no ha dejado de aumentar a pesar de las múltiples campañas de concienciación que se han lanzado entorno a su uso. Hemos pasado de fabricar 2 millones de toneladas en 1950 a 450 millones de toneladas hoy. 

Una buena parte de ese plástico acaba en ríos, océanos o en vertederos. Para el año 2025 las proyecciones apuntan a que cerca de 11.000 millones de toneladas de plástico formarán parte de nuestro entorno. 

Es cierto que su concentración, en comparación con la de otros aerosoles, aún es muy baja. Aunque no se han hecho estudios concretos del impacto que tendrá el aumento de los microplásticos en el clima dentro de varias décadas, de momento hoy aún no tienen un gran impacto.

Sin embargo, en un futuro el escenario será otro. Según los expertos, tendremos una fuente de microplásticos más densa. Con ese aumento, serán capaces de modificar el clima con mayor facilidad gracias a la formación de más nubes y el consiguiente aumento de las precipitaciones.

El plástico pequeño también afecta a la salud humana

Como ocurre con otros aerosoles, cuanto más pequeño es el plástico, más tiempo permanece suspendido en el aire. Y, por lo tanto, más lejos se transporta.

En ocasiones se ha encontrado plástico a miles de kilómetros de su fuente original y esos minúsculos fragmentos pueden acabar en nuestros pulmones.

Según las observaciones que se han realizado para medir diferentes tipos de contaminantes, la concentración de microplásticos puede variar según la zona. Sus concentraciones aumentan en zonas en general más contaminadas como las grandes ciudades.  

Por ejemplo, en ciudades como Londres o Pekín, las concentraciones parecen ser más elevadas. Los expertos apuntan que en las grandes urbes, se hacen mediciones más precisas y seguramente por eso se detecta el plástico con mayor frecuencia.

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L0s modelos numéricos contemplará la concentración de microplásticos como elemento del sistema climático de la tierra.
Fuente imagen: Unsplash

El plástico fragmentado en pequeños pedazos se ha convertido en el nuevo ingrediente del aire contaminado. Lejos de las proporciones que se observan con otras micropartículas, como las resultantes de quemar combustibles fósiles, pero con el potencial de aumentar de manera significativa estas próximas décadas.

Los modelos numéricos que utilizamos para calcular el impacto que sobre el clima tienen los aerosoles que flotan en la atmósfera a medida que cambia su concentración, incluyen todas sus propiedades.

Algunos, como las partículas de hollín negro, absorben radiación solar y calientan el aire. Otras como las de la sal del mar, la reflejan y enfrían la atmósfera. 

El plástico, sin embargo, no se ha incluido aún con el resto de aerosoles como elemento capaz de alterar el sistema climático de la tierra.

Aunque en la actualidad su concentración aún es baja, día a día crece como la espuma y su presencia en los modelos climáticos será fundamental en no mucho tiempo.