Nieblas de radiación: esta es la explicación científica que hay detrás
Las nieblas de radiación son un tipo de nieblas habituales en invierno y en condiciones de estabilidad, no confundir el término «radiactivas».
Marta Almarcha
Las situaciones de estabilidad meteorológica favorecen la formación de nieblas en algunas zonas del interior y el término niebla de radiación parece llamar la atención en episodios como este. Principalmente, porque de forma equivocada puede crear cierta alarma al parecerse el término radiación a radiactividad.
Esta es la explicación que hay detrás de las nieblas radiativas, no radiactivas.
¿Qué es y cómo se forma la niebla?
La niebla es un fenómeno meteorológico caracterizado por la aglomeración de pequeñas gotitas de agua líquida en suspensión muy concentradas en una capa de aire en contacto con el suelo, y que puede reducir la visibilidad. El tamaño típico de las gotitas oscila entre 10 y 20 µm.
Por tanto, se trata de un tipo de nubes que se sitúan muy cerca de la superficie y que no alcanzan gran altura (normalmente, apenas unas decenas o centenares de metros). Aparecen normalmente en condiciones de alta estabilidad atmosférica y no suelen dejar precipitaciones apreciables, tan solo rocío o escarcha, cuando la temperatura es negativa, en las superficies.
La niebla, al igual que todo tipo de nubes, es consecuencia de la condensación del vapor de agua atmosférico. Se distingue de las demás en que, en este caso, la condensación tiene lugar en los niveles más superficiales de la atmósfera.
Se forman cuando se alcanza una humedad relativa próxima al 100%, bien por enfriamiento de una capa de aire junto al suelo, o bien por incorporación de vapor de agua a la atmósfera, es decir, por evaporación.
Para que se produzca la condensación, es necesario también que existan unas partículas higroscópicas, capaces de absorber humedad en el aire llamadas núcleos de condensación, sobre las que se forman las gotitas.
Según su origen, existen tres tipos principales de niebla: de advección, de evaporación y las que han llamado más la atención de los últimos días, las de irradiación o radiativas.
Nieblas radiativas, no radiactivas ¿Qué son y cómo se forman?
Este tipo de nieblas se forman gracias a un enfriamiento del aire en contacto con el aire frío superficial. Son propias de situaciones anticiclónicas y muy habituales en invierno, con ausencia de viento, y a veces asociadas a la inversión térmica, como las que hemos tenido en los últimos días y que seguirán produciéndose esta semana en zonas del interior.
Tras la puesta del sol, cuando el suelo pierde calor a través de la emisión de radiación infrarroja en una noche sin nubes, ya que de estar presentes, las nubes evitarían que el calor escape. El suelo enfriado produce condensación en el aire cercano al suelo, a través del proceso de conducción de calor.
Son nieblas continentales, típicas en valles y grandes llanuras, por ello, las vemos más frecuentemente en el valle del Ebro, del Duero, Tajo, Guadiana y Guadalquivir. Muy típicas también de la meseta norte.
Este tipo de nieblas se forman por la noche y tienden a desaparecer durante la mañana, aunque pueden ser persistentes en ocasiones, como será el caso del sur de Huesca y de Lleida durante esta semana, además de amplias zonas de la meseta norte, como Salamanca, Zamora, Valladolid y Palencia.