¿Por qué parpadean las estrellas?

¿Te has preguntado alguna vez cómo diferenciar una estrella de un planeta? Fíjate en su parpadeo. Si parpadea es una estrella. En caso contrario, es un planeta.

Alejandro Riveiro

Alejandro Riveiro

¿Te has preguntado alguna vez cómo diferenciar una estrella de un planeta? Si es así, quizá sepas que un método casi infalible es fijarse en su parpadeo. Si parpadea es una estrella. En caso contrario, es un planeta. Pero, ¿por qué sucede esto?

Por raro que pueda parecer, todo lo que está fuera de la atmósfera parpadea. Esto, en realidad, se aplica a todo, desde el Sol, la Luna y los planetas del Sistema Solar, a los objetos celestes más lejanos visibles a simple vista. El motivo es muy sencillo. Todo se debe a lo que sucede cuando su luz atraviesa una masa de aire. En este caso, la atmósfera de la Tierra. Si has viajado en avión alguna vez, seguramente te hayas encontrado con alguna que otra turbulencia.

fenómenos astronómicos del invierno 2017

La atmósfera es una parte muy dinámica de la Tierra. Está repleta de turbulencias. Así que la luz que llega desde fuera del planeta rebota y se distorsiona. Por lo que, visto desde nuestra posición, la luz de un objeto celeste parece estar en un sitio y, tan solo unos instantes después parece estar en otro lugar. Sin embargo, este fenómeno solo es perceptible con las estrellas. ¿Por qué no sucede con el Sol o la Luna, por ejemplo?

Por raro que pueda parecer, todo lo que está fuera de la atmósfera parpadea

Es una cuestión de tamaño. Son mucho más grandes y, por tanto, la distorsión de su luz es imperceptible. Pero esto nos deja la duda de los planetas en el aire. Desde nuestra perspectiva, Saturno o Marte parecen indistinguibles de las estrellas. Son todos puntos de luz, y sin embargo, solo las estrellas, como Arturo o Rigel, parpadean. Por extraño que pueda parecer, lo cierto es que todo son puntos de luz…

El tamaño de los planetas

Aunque están a millones (o miles de millones) de kilómetros de la Tierra, los planetas del Sistema Solar están mucho más cerca de nuestro planeta. Aunque puedan parecer puntos de luz a simple vista, son más bien discos. Es decir, reflejan algo más de luz que la que emite una estrella. Por lo que su luz es mucho más estable. Eso sí, hay que tener en cuenta que esta regla entre objeto que parpadea, estrella, y objeto que no, planeta, no es infalible.

Una de las imágenes más espectaculares de la sonda Cassini. Saturno fotografíado justo delante del Sol.
Crédito: NASA

Incluso los planetas, cerca del horizonte, pueden parpadear porque su luz tiene que atravesar una porción mucho mayor de la atmósfera. El fenómeno es especialmente llamativo con las estrellas. Cuando están muy cerca del horizonte no solo las puedes ver parpadear. ¡Pueden hasta cambiar de color! Mostrando diferentes tonos como rojo, azul o verde… Es un fenómeno muy común, especialmente cerca del horizonte, pero también puede suceder lejos de él.

En nuestro día a día, el parpadeo de las estrellas no deja de ser una curiosidad. Es muy útil a la hora de distinguir si estás observando una estrella o un planeta. Con una aplicación, como Google Sky Map, disponible para Android, puedes comprobar en tu móvil qué objeto celeste es concretamente. Hay otras aplicaciones equivalentes en iOS. Todas ellas resultan muy útiles para curiosear el firmamento en una noche estrellada.

El parpadeo de las estrellas en la astronomía

Para los astrónomos, sin embargo, el parpadeo de las estrellas es bastante más inoportuno. Tenemos muchos observatorios en tierra. ¿Cómo se elimina la distorsión para que puedan observar las estrellas? Hay varias formas de hacerlo. La óptica adaptativa es, quizá, la más llamativa. Consiste en un pequeño espejo, dentro del telescopio, que se deforma varias veces por segundo para compensar las turbulencias de la atmósfera.

Para ello, se proyecta un láser al cielo, creando algo así como una estrella artificial que el telescopio puede observar. Basta comparar qué aspecto y color debería tener esa «estrella artificial» con la realidad y ajustar la distorsión, de ese pequeño espejo dentro del instrumento, para eliminar la distorsión atmosférica. No es la mejor opción, en realidad, pero es lo suficientemente buena si queremos trabajar con observatorios desde la superficie del planeta.

¿Cuál es la opción ideal? El lanzamiento de telescopios al espacio. Aunque un lanzamiento al espacio es mucho más caro, hay ventajas muy importantes. Al eliminar la presencia de la atmósfera, los telescopios espaciales son mucho más pequeños que los observatorios. El telescopio Hubble es mucho más pequeño que los observatorios que tenemos en la Tierra. Sin embargo, es capaz de captar imágenes muy nítidas de objetos a millones de años-luz de distancia.

Las estrellas variables

Por último, hay que destacar que algunas estrellas son variables. Tienen cambios de brillo muy periódicos y muy bien estudiados. Sin embargo, esa variabilidad no es suficiente, por sí sola, para producir el parpadeo que podemos observar en el firmamento nocturno. De hecho, es un proceso mucho más lento, que puede durar días, semanas o años. Eso no quiere decir, sin embargo, que no sean muy útiles.

La variable Cefeida V1, en la galaxia de Andrómeda.
Crédito: NASA

Un tipo de estrella variable es la variable Cefeida. Las variables Cefeidas destacan porque se contraen y se expanden de una forma muy regular y estable. Esto provoca que su brillo cambie de una manera muy regular. Así que las podemos utilizar como una especie de faros interestelares. Si sabes cuál es el brillo de un faro a una distancia de, por ejemplo, 5 metros, puedes calcular a qué distancia se encuentra al ver cuánto se ha reducido su brillo.

La variable Cefeida V1 permitió a Edwin Hubble que la nebulosa en la que se encontraba la estrella no estaba en la Vía Láctea. En realidad, no era una nebulosa. Era otra galaxia: la galaxia de Andrómeda. Algo que permitió demostrar que, por tanto, la Vía Láctea no contenía todo el universo…

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