¿Qué es el vandalismo climático? La nueva forma de protesta de los activistas climáticos

Tiran sopa o puré sobre sobre cuadros famosos como protesta ante el calentamiento global. ¿Qué es el vandalismo climático?

María José Montesinos

María José Montesinos

En las últimas semanas ha saltado a las noticias los ataques a famosas obras de arte por parte de activistas ambientales. Con sus acciones quieren llamar la atención sobre el cambio climático y la necesidad de tomar medidas para frenar este fenómeno que tantos desastres está causando. Una forma de protestar que los medios han bautizado como ‘vandalismo climático’.

Dos activistas climáticas lanzaron una lata de tomate sobre ‘Los Girasoles’. Fuente imagen: Just Stop Oil

Pasado el estupor de los primeros días, las opiniones a favor y en contra de esta forma de protesta han abierto un debate con posturas enfrentadas. ¿Está justificada cualquier cosa si la causa es justa? ¿Estas acciones consiguen sus objetivos ambientales? Son muchos los interrogantes que se abren al explicar qué es el vandalismo climático.

Entran en los museos como un visitante más, arrojan líquidos sobre las obras de arte y se difunde en redes

Estos activistas climáticos suelen ser jóvenes, que entran en los museos como un visitante más. Una vez que se encuentran ante el cuadro de algún pintor de relieve histórico, arrojan algún tipo de líquido al lienzo como protesta. Seguidamente, se adhieren con pegamento a los marcos o a las paredes, para evitar ser alejados del objeto sobre el que han realizado su acción.

Además del lanzamiento de líquidos sobre las obras, los activistas proclaman el motivo de su protesta. En algunos casos, lo han hecho pintando sobre las paredes que rodean la obra de arte. El acto de protesta se completa siempre con la grabación y divulgación en redes de estas acciones reivindicativas.

La primera de estas actuaciones de vandalismo climático tuvo lugar en Londres, en la National Gallery, donde Phoebe Plummer, de 21 años, y Anna Holland, de 20, arrojaron una lata de sopa de tomate sobre el cuadro ‘Los Girasoles’, del pintor Vincent Van Gogh. Las dos activistas forman parte de la organización Just Stop Oil, que pide el fin de los combustibles fósiles y alerta contra el cambio climático.

Apenas nueve días después, activistas del movimiento Last Generation arrojaron puré de patata sobre un cuadro de Claude Monet, que se exhibe en el Museo Barberini de Postdam, cerca de Berlín. «¿Por qué da más miedo la destrucción de estas imágenes que la del propio mundo?” escribió Last Generation en su cuenta de Twitter tras el ataque.

«¿Por qué da más miedo la destrucción de estas imágenes que la del propio mundo?”

Un activista de Just Stop Oil se pegó también al cuadro de Vermeer “La joven de la perla”, expuesto en el Museo Mauritius de La Haya, mientras que lanzaban un líquido negro al lienzo “Muerte y vida” del pintor Gustav Klimt, en el Museo Leopold de Viena.

Este cuadro de Vermeer ha sido uno de los atacados. Fuente imagen: Pexels

En España también se ha dado este tipo de acciones reivindicativas. El 9 de noviembre, dos activistas climáticos de la organización Futuro Vegetal entraban en el Museo del Prado y pegaban sus manos a los marcos de la Maja Desnuda y la Maja Vestida, de Francisco de Goya.

Pocos días después, otros dos miembros de Futuro Vegetal arrojaban sangre falsa sobre la réplica de la momia de Tutankamon del Museo Egipcio de Barcelona. Sobre las paredes escribían “+ 1,5º”, en referencia al incremento límite para frenar el cambio climático, que la ONU ya ha dicho que no se va a cumplir.

Dos visitantes observan el cuadro de Van Gogh ‘Los Girasoles’. Fuente imagen: Unsplash

Tanto en el caso del Van Gogh como en el de este Monet, los activistas climáticos han querido enfatizar que ambos cuadros estaban cubiertos por cristales, por lo que el líquido arrojado sobre ellos no habría llegado a dañar las obras.

Sin embargo, desde el Consejo Internacional de Museos (ICOM) se han unido a la calificación de “vandalismo” climático de estos actos, resaltando la fragilidad de estas piezas de arte, que  son “un patrimonio de toda la comunidad”.

Público y medios forografían una protesta en la NAtional Gallery de Londres. Fuente imagen: Just Stop Oil

Por su parte, el director del Museo del Prado, Miguel Falomir, subrayaba que “existen formas bastante más inteligentes” para defender “nobles causas”. Esgrimía el director que hacer las cosas “de esta manera” consigue “justo lo contrario”. El mundo cultural se queja también de lo “fácil” que es atacar un museo.    

El calentamiento global es una emergencia

Los activistas climáticos quieren hacernos ver que la urgencia para frenar el calentamiento global es cada vez mayor. Y que, sin embargo, no se está tomando las medidas necesarias. Ante esta situación, los activistas han buscado repercusión mediante ataques a algunas de las obras de arte más valiosas de la historia.

Pero ¿consiguen estas acciones que el mensaje climático llegue a la población? ¿O por el contrario lo que logran es que el ciudadano medio se enfurezca por estas acciones de vandalismo climático o por ver interrumpidos sus desplazamientos?

Una protesta contra el cambio climático. Fuente imagen: Pexels

Para algunos analistas, el mensaje climático queda enterrado bajo el escándalo que provoca que una obra de arte pueda ser dañada. El impacto que causa la propia acción acaba tapando el propósito de los activistas. Se habla de cómo se llevó a cabo el ataque más que de las razones de la protesta.

¿Temen los activistas que sus reivindicaciones se vean solo cómo vandalismo climático? Frente a este riesgo, en la web de Just Stop Oil puede leerse “tenemos que romper las reglas. Y eso significa presionar los puntos culturales para provocar, desafiar y conmocionar. No hay otra manera”.

Los nuevos activistas climáticos

En su blog, el prestigioso científico y divulgador Fernando Valladares, defiende que “los nuevos activistas climáticos son mucho más eficientes que las ONGs y grupos ecologistas clásicos”. Algunas acciones de estos activistas encolerizan a la población pero ellos no buscan ser populares sino reducir la amenaza climática”, esgrime.

Valladares, que es investigador del CSIC y ha tomado parte en acciones reivindicativas como miembro del colectivo Scientist Rebellion, apunta además que “el activismo radical mejora la aceptación del activismo moderado”.

Algunos activistas climáticos han decidido dar un paso má en sus protestas. Fuente imagen: Unsplash

Antes de lanzar la sopa sobre ‘Los Girasoles’, Just Stop Oil habían realizado cortes de calles y carreteras con el fin de protestar contra la pasividad de las autoridades ante el cambio climático.

Acusados de enfadar a la gente y molestar sus vidas con los cortes de carreteras, la representante de Just Stop Oil en Inglaterra, Indigo Rumbelow, explicaba que “el cambio climático está interrumpiendo la vida de mucha gente en todo el mundo, y arruinando su existencia”.

«Los políticos nos han fallado»

“Los jóvenes hemos pedido educadamente a los gobiernos que frenen el cambio climático, que está socavando el mundo y que amenaza nuestro futuro”, señala esta joven activista. Rumbelow acusa a los políticos de haber “fallado a los jóvenes”. Al tiempo, culpa a los medios de comunicación de “no hacer su trabajo” al “no informar de la gravedad de la situación”.

Tras la fallida COP27, los jóvenes han perdido la paciencia: “Tengo 28 años y se han celebrado 27 cumbres anuales de clima y cada año las emisiones de CO2 han crecido sin parar”, recuerda Indigo. “Las leyes laborales o el derecho al voto de las mujeres se lograron con protestas”, concluye la activista.