Un Mediterráneo más caliente: la «bomba de relojería» para nuevas DANAs destructivas
El catedrático Jorge Olcina advierte que el Mediterráneo está acumulando niveles históricos de calor, lo que amplifica la intensidad y frecuencia de fenómenos meteorológicos extremos como las DANAS y las lluvias torrenciales.
Mar Gómez
Jorge Olcina, Catedrático de Análisis Geográfico Regional en la Universidad de Alicante, ha señalado que en los últimos 20 años el Mediterráneo ha experimentado un progresivo aumento de temperatura superficial.
Durante los meses de verano, el agua del mar alcanza valores récord, con temperaturas que en agosto rondan los 28,5 y 29 grados Celsius. Este calor acumulado persiste durante semanas, prolongándose hasta el otoño, lo que convierte al Mediterráneo en un mar «potencialmente inestable».
La acumulación de calor en el Mediterráneo actúa como un motor energético para fenómenos meteorológicos extremos como las DANAS y las gotas frías. Según Olcina, en declaraciones para Eltiempo.es, este calor se transfiere a los sistemas nubosos en forma de energía, intensificando las lluvias torrenciales y aumentando los riesgos de inundaciones.
«El Mediterráneo, con su calor acumulado, se ha convertido en un mar que genera transmisión de energía muy importante, lo que amplifica las lluvias torrenciales y los fenómenos atmosféricos extremos», explica el catedrático.
La estacionalidad de las lluvias torrenciales, cada vez más difusa
Aunque los meses de finales de verano y otoño son tradicionalmente los de mayor riesgo debido a la convergencia de altas temperaturas y otros factores atmosféricos, Olcina advierte que esta estacionalidad se ha difuminado. En las últimas dos décadas, eventos de inundaciones y lluvias intensas han comenzado a registrarse en cualquier mes del año, incluyendo marzo, abril, noviembre e incluso diciembre.
«Desde el inicio de este siglo, hemos visto cómo se rompe la estacionalidad de las lluvias torrenciales, que ahora pueden ocurrir en cualquier momento del año», afirma.
Ante este escenario, Olcina subraya la necesidad urgente de revisar los protocolos de actuación en caso de emergencia. Los calendarios de activación de planes y programas deben ajustarse para cubrir todo el año, ya que los eventos de lluvias fuertes y riesgos asociados ya no se limitan a una temporada específica. Este fenómeno afecta especialmente a las comunidades del litoral mediterráneo, que enfrentan un riesgo continuo.
«Es imprescindible modificar los protocolos y los planes de emergencia, porque el riesgo ahora es permanente en todo el territorio español, especialmente en las zonas mediterráneas», concluye Olcina.
Un Mediterráneo en transformación
El análisis de Olcina refleja cómo el cambio climático está alterando la dinámica del Mediterráneo, transformándolo en un mar que favorece fenómenos meteorológicos extremos en cualquier época del año. La acumulación de calor y la pérdida de estacionalidad son señales claras de un entorno cada vez más impredecible, que exige medidas adaptativas inmediatas.
Y es que el Mediterráneo está en el punto de mira del calentamiento global y no es para menos ya que se calienta un 20% más rápido que la media mundial. Para que nos hagamos una idea la temperatura del agua en esta zona ha subido 1,6ºC en los últimos 40 años.
Este calentamiento acelerado del Mediterráneo no solo impacta en los ecosistemas marinos, sino que también contribuye a intensificar los fenómenos meteorológicos extremos en las zonas costeras.
Cuanto más alta sea la temperatura del mar, mayor será la probabilidad de lluvias torrenciales, al aumentar el vapor de agua del aire.
De cara al futuro, el continuo aumento de las temperaturas en el Mediterráneo plantea un escenario preocupante en cuanto a la intensidad de los fenómenos meteorológicos extremos, especialmente las DANAs. A medida que este mar se calienta, se convierte en un reservorio de energía y humedad que favorece la formación de tormentas más intensas y con mayor capacidad destructiva.
El Mediterráneo es un enclave único donde convergen varios factores que facilitan estos procesos. La combinación de aguas cálidas, masas de aire en niveles altos y una orografía compleja en las costas circundantes crea un «caldo de cultivo» ideal para que los fenómenos meteorológicos se amplifiquen. Con temperaturas cada vez más elevadas, el Mediterráneo aporta más humedad y energía a la atmósfera, lo que, en presencia de masas de aire frío, puede desencadenar lluvias torrenciales y tormentas extremas.
Según los modelos climáticos, se espera que las temperaturas del Mediterráneo sigan aumentando en las próximas décadas, lo que podría potenciar la frecuencia y severidad de estos fenómenos.