La variabilidad natural y cómo puede influir en el clima
El cambio climático es por definición un cambio en las condiciones climáticas de nuestro planeta que bien puede deberse a causas naturales (variabilidad natural), antropogénicas o una combinación de ambas.
El actual cambio climático –calentamiento global– ha sido acelerado por el factor humano, sin embargo, existen ciertos factores naturales que provocan cambios en el clima y que en el pasado han sido especialmente determinantes a la hora de marcar períodos de calentamiento y enfriamiento en la Tierra.
Esto sucede al producirse una modificación en los gases de efecto invernadero presentes en la atmósfera y de la radiación solar incidente, algo que puede ocurrir por modificaciones en la actividad solar y por lo tanto en la radiación que llega a la superficie terrestre; alteraciones de las corrientes, oscilaciones y circulaciones oceánicas; erupciones volcánicas que producen una disminución de la radiación solar incidente o variaciones orbitales.
Actividad solar
La energía procedente del Sol es clave para la vida en la Tierra, pero también es determinante a la hora de producir modificaciones en su clima. La actividad solar y en concreto el número de manchas solares está vinculado con periodos de cambios en la temperatura del planeta.
Las manchas solares son regiones oscuras de la superficie del Sol y están asociadas a una mayor actividad magnética del Sol. Esto quiere decir que el Sol emite más energía cuantas más manchas solares presenta.
Estas manchas siguen normalmente un ciclo de 11 años y existe una correlación entre la cantidad de energía solar que llega a la Tierra, las manchas solares y el balance radiactivo terrestre, algo que se traduce en una influencia directa en su temperatura.
Un ejemplo lo encontramos en la Pequeña Edad de Hielo, en la que durante el siglo XVII se observó un sol sin manchas en lo que se conoce como Mínimo de Maunder. En ese momento las temperaturas descendieron,
Erupciones volcánicas
Otras formas de variabilidad natural que pueden producir cambios en el clima son las erupciones volcánicas. Cuando estas ocurren inyectan en la atmósfera altas cantidades de gases, ceniza y aerosoles que pueden mantenerse en ella durante meses o años.
Normalmente para que puedan producirse modificaciones climáticas, estas erupciones deben ser lo suficientemente potentes, de modo que sus partículas lleguen a la segunda capa de la atmósfera: la estratosfera.
Es ahí donde quedarán almacenadas durante grandes periodos de tiempo. Estas partículas serán principalmente gases (dióxido de azufre, entre otros) y cenizas, que actuarán como espejos, reflejando la radiación solar e impidiendo que llegue hasta la superficie de la Tierra. Esto se traduce un enfriamiento local o global en nuestro planeta según la magnitud de la erupción.
Algunos ejemplos son los del volcán Krakatoa o el Pinatubo. El primero entró en erupción en Indonesia en 1883 con una potencia similar a la explosión de siete mil bombas atómicas. Sus cenizas se elevaron 80 kilómetros en la atmósfera y permanecieron allí años, disminuyendo la temperatura media global 1.2ºC.
El Pintubo, en Filipinas, entró en erupción el 1991 y provocó un descenso térmico de 0.2ºC en los meses que siguieron a su erupción.
Cambios orbitales de la Tierra
Las variaciones en la órbita de la Tierra alrededor del Sol también pueden causar cambios climáticos naturales. De hecho, se cree que pueden estar relacionados con los periodos glaciares en interglaciares.
La órbita de la Tierra no se mantiene constante, sino que oscila periódicamente produciendo variaciones en la insolación media en cada hemisferio en millones de años.
Estas variaciones pueden ser en la excentricidad de la órbita alrededor del Sol (variando de más elíptica a más circular) o en la oblicuidad, es decir en el eje de inclinación terrestre.
La oblicuidad de la Tierra varía de 22.5° a 24.5° con una periodicidad de aproximadamente 41.000 años. Pero también pueden darse en la precesión, es decir en la orientación del Polo Norte en el tiempo. Algo que cambia cada 26 mil años.
Circulación global oceánica y teleconexiones
La circulación global oceánica actúa como un gran termostato regulando la temperatura de nuestro planeta. Por ello, los cambios que se produzcan en ella pueden alterar las condiciones climáticas en la Tierra.
Un ejemplo son los cambios que se pueden producir en la Circulación del Atlántico Norte o en la Corriente del Golfo.