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Día de la Tierra: así trabaja un agricultor el campo en 2022

Trabajar en armonía con el medio ambiente es importante en todo sector industrial que se precie, pero quizá lo es un poco más en aquel que vive, precisamente, del entorno natural.

La agricultura se ha enfrentado a numerosos retos y cambios en los últimos años, fruto de la aplicación de nuevas tecnologías y la pujanza de la digitalización, aspectos que poco a poco están contribuyendo a aumentar la sostenibilidad de su actividad a corto, medio y largo plazo.

El Día de la Tierra, que se celebra el próximo 22 de abril, es una llamada de atención para alertar sobre los peligros que corre el planeta. Peligros que van desde las altas temperaturas a la deforestación pasando por episodios climáticos extremos. Uno de esos retos que el planeta tiene ante sí para por hacer más sostenibles sus medios de producción. Y el campo es uno de ellos. Repasamos cómo están impactando ya las nuevas tecnologías en el día a día de los agricultores.

La labranza

Pongámonos en la piel de un trabajador o trabajadora cualquiera del campo que ha decidido enfrentarse a un proceso de digitalización de su explotación agrícola para mejorar las prestaciones de su cultivo. Entre sus beneficios se pueden enumerar hechos como una detección anticipada de problemas, un mayor control de los indicadores de los cultivos o una mayor productividad del trabajador agrícola. Y en su cabeza probablemente haya dos conceptos clave: ahorro y eficiencia.

En el proceso de labrado es esencial eliminar la mala hierba. Un proceso que ha pasado por varios puntos, como ilustra Diego Díaz de la Serna, ingeniero agrónomo: “Primero se arrancaban con un arado, luego con herbicidas. Ahora se están desarrollando tecnologías que permiten eliminarlas con máquinas que detecta qué plantas son cultivo y cuáles son malas hierbas gracias al uso de imágenes y eliminan exclusivamente las segundas”. De la Serna añade que existen otros procesos para eliminar esas hierbas con calor, mediante microondas, evitando un uso descontrolado de herbicidas.

¿Qué hay del proceso de abonado de un campo? Francisco Javier Jiménez es gerente en Serfica,  una empresa dedicada a implantar innovación en el campo, que explica que en la actualidad se trabaja con imágenes por satélite que ofrecen “una resolución de 3×3 metros y se actualizan cada dos o tres días”. Teniendo en cuenta que las máquinas tiran abono “a 20 o 30 metros”, la información fotográfica que obtienen es más que suficiente para saber qué zonas demandan más abono. En un contexto como el actual, con precios al alza, están aplicando novedades para reducir el coste de la actividad hasta en un 50%. “Lo puedo hacer si utilizo mapas de rendimiento”, explica. Una información que se entrega a las máquinas para que estas sepan exactamente dónde tienen que aportar los nutrientes que necesita el campo.

 

Riego y nutrición

Cuidar el suelo es esencial durante todo el proceso de plantación. No son nuevas las técnicas de riego de goteo que, en las últimas décadas, han permitido la explotación de zonas donde antaño escaseaba el agua. Pero el riego de goteo tiene un problema, especialmente en grandes extensiones: la incapacidad de detectar qué mangueras pueden estar funcionando de manera defectuosa tiene un peso muy importante en el resultado de la cosecha debido a un riego uniforme de la plantación.

¿Cómo se puede solucionar en la actualidad? El uso de sensores de humedad y drones con cámaras térmicas unido a un software de recolección de datos pueden permitir detectar qué matrices de riego no están funcionando como deberían, lo que permitiría potenciar las cosechas en determinadas áreas que antes no daban tanto rendimiento. “Puedes saber qué parte del cultivo hace la fotosíntesis y qué parte no. Cuando identificas esas zonas ya puedes ver qué pasa: quizá ha sufrido un ataque de una plaga, se ha roto un gotero o a lo mejor no está bien abonado”, razona de la Serna. Un trabajo que, años atrás, habría sido impensable de llevar a cabo en grandes extensiones.

También se trabaja en el campo con cámaras capaces de detectar el nivel hídrico de los árboles. Una solución que permite regar “solo cuando haga falta”, apunta Jiménez, de Serfica, con el consiguiente ahorro en consumo de agua en zonas especialmente sensibles a las sequías. 

Tampoco hay que desdeñar la importancia que tiene el proceso de fertilización, poniendo énfasis en la disminución de los residuos y la regeneración de los suelos. Con el uso de nuevas tecnologías, empresas como Corteva han puesto en marcha soluciones, como esta llamada BioEfiCiencia, que inciden en este apartado en cinco grandes puntos que van del control milimétrico de los cultivos al uso de bioestimulantes, biofertilizantes o nitrógeno. ¿El objetivo? Reducir la contaminación del suelo a la vez que se aportan nutrientes y se incrementa la fertilidad a largo plazo.

Con estas técnicas se busca crear “un suelo más fértil, con elementos más fácilmente asimilables, para que la planta se pueda desarrollar mejor”, explica David de Scals, Especialista Técnico de Biológicos en Corteva. Gracias al uso de microorganismos se consigue nutrir a las plantas de elementos que ya están en el suelo, pero que estas no pueden absorber, como el fósforo o el potasio. Esa misma técnica también sirve para potenciar el crecimiento de las raíces, de manera que las plantas encuentran agua y nutrientes de manera más fácil. “Estos procesos permiten ahorrar energía a la planta que la utiliza para el desarrollo vegetativo de la parte aérea”, ilustra de Scals.

No todos esos procesos se dan bajo tierra, también tienen un impacto positivo en la parte aérea de la planta “como por ejemplo en aumentar el contenido de sustancias antioxidantes en las hojas, resultando en una fotosíntesis más efectiva”, explica el Especialista Técnico de Biólogos. Con todas estas técnicas, se suple de manera natural lo que hasta hace poco era habitual hacer con fertilizantes tradicionales.

La cosecha

Cuando llega el momento de la cosecha, el agricultor puede echar mano de soluciones digitales, como la monitorización del crecimiento vegetativo mediante el uso de drones o imágenes por satélite, la medición de muestras de campo vía teléfono móvil, la aplicación de inteligencia artificial para contar frutos o el uso de sensores para medir el riego y el clima para reducir los márgenes de error hasta en un 7%. En el caso de una plantación de fruta, la aplicación de tecnología que sea capaz de desgarrar la fruta sin quitarle la piel o sin producirles mayores daños antes del envasado disminuyó el porcentaje de frutos que no se podían vender en el mercado de un 9% a un 5%. El resultado, un mejor precio promedio por hectárea.

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De la Serna pone también el ejemplo de cosechadoras de trigo que cuentan con sensores que permiten identificar qué partes de la plantación han sido más productivas. Una información muy valiosa tanto para el agricultor como para el suelo: “Permite que el abono vaya en coherencia con lo que produce el cultivo. Echas más nutrientes en las zonas en que se produce más. Si antes echabas 20 unidades de nitrógeno por metro cuadrado en toda la parcela, ahora echas 25 en unos sitios 25, diez en otros… Ahorras abono y evitas la contaminación del suelo”.

Y esto solo acaba de empezar

“Es necesario tecnificar el campo”, defiende de la Serna. Instalar sistemas de ahorro de abono, mejores controles o herramientas que permitan hacer un uso más eficiente y responsable de productos fitosanitarios de la mano de fuertes inversiones, que no deberían dejar a nadie atrás. “Hay empresas y fondos inversión que están invirtiendo para obtener mucha rentabilidad. Pero el agricultor de toda la vida también necesita tecnificarse y solo puede hacerlo con una persona externa que tenga conocimientos. Es necesario hacerlo porque, si no, el pequeño agricultor y ganadero no podrá ser competitivo ni contra las grandes empresas ni contra el resto del mundo”. 

Para asegurar esa tecnificación que reclama de la Serna, hace unos meses se aprobó el II Plan de Acción para la Digitalización, que estará en vigor entre 2021 y 2023 con el objetivo de reducir la brecha digital entre el medio urbano y el rural, promover el uso de datos en la agricultura y apoyar el desarrollo empresarial de nuevos modelos de negocio en el medio rural”, según palabras del ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, Luis Planas. Un plan en el que el gobierno va a invertir 64 millones de euros en 23 acciones y que ponen, una vez más, el foco en la importancia de digitalizar y modernizar el medio agrícola para potenciar esa sostenibilidad que se reclama en el Día Mundial de la Tierra.