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Los cultivos cerealistas en España: ¿una transformación motivada por el cambio climático?

La incidencia de sequías y récords de altas temperaturas en los años recientes evidencia la realidad del cambio climático, que ya está teniendo un impacto significativo en nuestra agricultura, ganadería y cadena alimentaria.

En el fragor del cambio climático global, el sector agrícola enfrenta desafíos cada vez más urgentes y complejos. Entre ellos, se encuentra la producción de cereales, un pilar fundamental de la seguridad alimentaria mundial. En España, como en muchas otras regiones del mundo, el cultivo de cereales enfrenta una serie de amenazas derivadas del cambio climático que ponen en peligro su futuro.

Las variaciones en los patrones climáticos, tales como olas de calor más frecuentes, sequías prolongadas y eventos climáticos extremos, están alterando los ecosistemas agrícolas de manera significativa. Estas perturbaciones impactan directamente en la producción de cereales, amenazando con disminuir la calidad y cantidad de los cultivos, así como la viabilidad económica de los agricultores. Antonio Guterres, Secretario General de la ONU declaró durante la 78ª sesión de la Asamblea General que «el cambio climático no es sólo un cambio en el clima. Está cambiando la vida en nuestro planeta».

Ante los desafíos impuestos por el cambio climático, el sector agrícola español está experimentando una transformación significativa en sus aplicaciones y métodos. La necesidad de combatir hongos y malas hierbas ha cobrado mayor relevancia, ya que los eventos climáticos extremos como las olas de calor y las sequías crean condiciones más propicias para su proliferación. Esto ha llevado a un enfoque renovado en el desarrollo y aplicación de soluciones agronómicas más eficientes y sostenibles. Empresas como Corteva Agriscience están a la vanguardia de esta innovación, ofreciendo productos que no solo son efectivos contra estas amenazas, sino también respetuosos con el medioambiente.

Además, la adopción de tecnologías como la agricultura de precisión y los sistemas de riego inteligente están permitiendo a los agricultores optimizar el uso del agua y los pesticidas, reduciendo así el impacto ambiental y mejorando la resiliencia de los cultivos frente a las condiciones adversas. Esta transformación no es solo una respuesta a las dificultades actuales, sino también una preparación proactiva para los desafíos futuros, asegurando que la agricultura española siga siendo sostenible y productiva en un mundo cada vez más afectado por el cambio climático.

¿Cómo es el cultivo del cereal en las regiones españolas?

El porcentaje del campo español dedicado al cultivo de cereales puede variar año tras año, y no solo debido al cambio climático, si no también a otros factores como las demandas del mercado o las políticas agrarias. Aún así, el cultivo cerealista en España es un sector crucial con una importancia económica y social considerable en muchas regiones del país.

Según datos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación de España (MAPA), en los últimos años, el porcentaje del total de tierras cultivadas en España dedicadas al cultivo de cereales ha oscilado alrededor del 30% al 40%. Unas cifras que se concentran principalmente en algunas regiones dedicadas especialmente a este tipo de cultivo como Castilla y León o Castilla-La Mancha, dos comunidades autónomas donde sus extensas áreas de tierras agrícolas las convierten en terrenos perfectos para este tipo de cultivos.

El cultivo cerealista en España es un sector crucial con una importancia económica y social considerable en muchas regiones del país.

Aunque estas dos regiones sean las más conocidas en la producción de cereales, también destacamos Aragón, que con su clima continental es conocida por su producción de trigo, cebada y maíz; Andalucía, especialmente en las llanuras al norte de la región; Cataluña, en las tierras bajas y fértiles del Valle del Ebro; y Extremadura, más conocida por su producción de frutas.

Así son los efectos del cambio climático sobre el cereal en España

Según algunos datos recogidos por asociaciones relevantes en la lucha por el cambio climático como Greenpeace, España va a ser uno de los países que más va a sufrir este cambio climático, con subidas drásticas de las temperaturas, aumento de las sequías y sus consecuentes procesos de desertificación en una escalada del sur al norte del territorio.

El año pasado, en mayo, la sequía impactó en el 80% del territorio agrícola español, causando pérdidas de 5 millones de hectáreas de cultivos de secano. El Ministerio de Agricultura reconoció que “todos los cultivos experimentan bajadas de importancia, en especial la cebada de seis carreras (-39,8 %), el centeno (-39,4 %), el triticale (-39 %) y la avena (-36 %)».

Mientras el incremento de las temperaturas pueden acortar los ciclos de crecimiento de los cultivos de cereales y afectar negativamente su rendimiento, la variabilidad climática se muestra como uno de los mayores riesgos para los campos españoles. Como explicaba Miguel Gallego, ingeniero agrónomo con experiencia en Política Agraria Común, los cultivos de secano están condicionados totalmente a la lluvia y a la humedad que retenga el suelo y la situación de sequía afecta “drásticamente a los suelos y cultivos de secano”.

El cultivo de cereales tiene 4 etapas muy marcadas y cada una de ellas igual de importantes, por eso además de la falta de precipitaciones o que estas se produzcan cuando no deberían producirse, los eventos climáticos extremos como inundaciones, heladas, granizos o grandes olas de calor, hace que los agricultores estén siempre con los ojos mirando al cielo.