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Encuentra el ‘dolce far niente’ durante los meses de verano con programas de autocuidado personal

A veces, la mejor manera de desconectar del todo es llegando a conectar con uno mismo. Este verano, te proponemos probar el famoso ejercicio ítalo de “disfrutar de no hacer nada”, también conocido como dolce far niente, y sacarle todo el provecho a tus vacaciones.

¿No tienes la sensación de que, si no estás haciendo varias cosas a la vez, no estás sacando todo el provecho de tu tiempo? Incluso cuando paramos a descansar un rato y vemos una serie, estamos revisando temas pendientes o respondiendo mensajes con el móvil. Vivimos tan ajetreados que tenemos que escuchar las notas de WhatsApp a velocidad X2 porque no tenemos más tiempo para dedicarle a nuestro entorno.

Estos ritmos de vida, aparte de ser perjudiciales para la salud en el largo plazo, terminan generando cierta adicción. Es como entrar en una rueda que no para de girar y de la que cuesta mucho salir. Por eso, cuando llega el verano, tardamos un tiempo en adaptarnos a los nuevos ritmos que exige ese estado de bienestar tan característico de las vacaciones: levantarse tarde, tirarnos a tomar el sol, echarnos la siesta después de comer, sentarnos a charlar sin prisa en una terraza…

Dolce far niente o el placer de no hacer nada

De esto sabían mucho los romanos, que hasta inventaron una expresión para denominar y transmitir la idea de lo necesario que es saber disfrutar de la vida y el ocio sin remordimientos. El dolce far niente defiende la idea de saborear los placeres más sencillos: el tiempo para la familia, la comida, el arte, la música y la compañía de los demás. Pero, eso sí, sin horarios, sin prisas. Dolce far niente no hace referencia a la ausencia de planes o de trabajo. Se refiere al simple hecho de “estar”. Sin necesidad de nada más. Y disfrutar de esa sensación sin nada que tire de nosotros.

Por eso, esta expresión cobra especial sentido en el contexto que mencionamos al principio, y es que ya no es solamente la belleza de no hacer nada, sino el lograr desconectar del estrés y las preocupaciones cotidianas para permitirse simplemente existir y disfrutar del tiempo libre sin sentir la necesidad de estar ocupado o hacer algo productivo. Un concepto muy bonito, a la par que necesario.

Porque, para alcanzar el dolce far niente, uno tiene que lograr llegar a este estado mental en el que eliminamos el nerviosismo, la sensación infundada de estar perdiéndonos algo. Llegar a evadirse en el puro disfrute.

Autocuidado personal para cambiar el chip

La pregunta es: ¿cómo puedo conseguirlo? Porque, seamos sinceros, pretender cambiar tus ritmos vitales de todo el año de la noche a la mañana, no es tarea fácil. Para ello, existen los llamados programas de autocuidado personal, que nos ayudan a mantener un equilibrio saludable en la vida cotidiana y promover el autocuidado como una prioridad. Utilizarlos a lo largo del año (o, al menos, en los meses previos y posteriores a las vacaciones) ayudan mucho a entender las necesidades que cada uno de nosotros tenemos en nuestro día a día y saber escuchar a nuestro cuerpo y mente para darles lo que necesitan de cara a sentirse bien.

Al fin y al cabo, un programa de autocuidado personal no es otra cosa que un conjunto de prácticas que se realizan de manera regular para cuidar del bienestar físico, mental y emocional: comer sano y equilibradamente, dormir, hacer ejercicio, socializar, meditar… Pero, ¡ojo! La clave de esta definición es la temporalidad: estas actividades se deben realizar de manera regular. De lo contrario, no podremos asegurar los resultados.

Si todavía no has incorporado estas rutinas saludables a tu día a día, no te preocupes. ¡Nunca es tarde! Y el verano es un momento perfecto para empezar a ponerlas en práctica. En definitiva: disfruta, desconecta y ¡dolce far niente!

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