Alarma por el ataque de piojos de mar a un joven

Estos crustáceos carnívoros atacan a un joven y le provocan graves heridas en las piernas. ¿A qué se debe el sangriento ataque?

Javier Vegas

Javier Vegas

Estos crustáceos carnívoros se alimentan de carne en descomposición y habitan en todos los mares, también en España

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Un joven australiano salió del agua con las piernas cubiertas de sangre después de darse un baño en Melbourne, concretamente en la playa de Dendy Street.

Aunque al principio pensaba que llevaba las piernas cubiertas de sangre, al salir del agua vio como estaba lleno de mordeduras. ¿El motivo? Un ataque, bastante desconocido, de pequeñas criaturas marinas.

Los expertos afirman que los causantes del ataque podrían ser piojos de mar, unos minúsculos crustáceos isópodos que, a priori, se alimentan únicamente de organismos en descomposición. Sin embargo, no es la primera vez que hay constancia de un suceso similar.

El profesor asociado de la Facultad de Ciencias Biológicas de la Universidad de Monash ha afirmado que «los piojos del mar suelen comer los animales muertos o moribundos. Muerden a los humanos también, pero no en casos tan severos como este».

Los piojos de mar se suelen alimentar de organismos en descomposición

El joven de 16 años aseguró que parecían cientos de agujeros de alfiler o picaduras distribuidas por los tobillos y pies. Las fotos de sus piernas están dando la vuelta al mundo y más, por no haberse dado cuenta del ataque hasta haber salido del agua.

Una de las teorías es que el joven, al meter los pies en agua fría, éstos pudieron quedar anestesiados. Además, una herida después de jugar al fútbol pudo atraer a los piojos de mar.

¿Existen estos animales en España?

Estos crustáceos de hasta cuatro centímetros de longitud son esenciales para la limpieza de los mares, acabando con los animales en descomposición.

Los científicos no creen que haya que alarmarse, y piensan que se trata de un caso aislado. Y es que este tipo de crustáceos es más habitual de lo que nos imaginamos. De hecho, en Galicia son abundantes y siempre se han mostrado inofensivos.

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