Estos ríos se han vuelto naranjas y tan ácidos como el vinagre. ¿Por qué?

El derretimiento del permafrost deja expuestos los minerales a la erosión, incrementando la acidez del agua y liberando metales como hierro, zinc y cobre

Vista aérea del río Kutuk, teñido de óxido, en el Parque Nacional Gates of the Arctic en Alaska. Crédito: Ken Hill – Servicio de Parques Nacionales.

Redacción

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El derretimiento del permafrost en Alaska está liberando metales tóxicos que tiñen los ríos de un color naranja brillante y aumentan la acidez del agua. La imagen, tomada por Ken Hill, del Servicio de Parques Nacionales, muestra una sección del río Kutuk en el Parque Nacional Puertas del Ártico, que parece haber sido pintada de naranja desde arriba.

Docenas de ríos en Alaska han adquirido un color naranja brillante en los últimos años debido a la liberación de altos niveles de metales tóxicos por el permafrost derretido, según un nuevo estudio preocupante. Esta contaminación visible desde el espacio es una potencial pesadilla ecológica y se prevé que empeorará en los próximos años.

En el estudio, publicado el 20 de mayo en la revista «Communications Earth & Environment«, los investigadores identificaron al menos 75 ríos y arroyos de color naranja en un área del tamaño de Texas en la cordillera Brooks de Alaska. La mayoría de las vías fluviales afectadas fueron detectadas inicialmente mediante helicópteros.

«Cuanto más volábamos, comenzamos a notar más y más ríos y arroyos de color naranja«, comentó Jon O’Donnell, ecólogo de la Red de Monitoreo e Inventario del Ártico del Servicio de Parques Nacionales. «Algunos sitios parecen casi un zumo de naranja con leche«, agregó.

Análisis químicos de los ríos de Alaska

Los análisis químicos de los ríos oxidados revelaron altos niveles de zinc, níquel, cobre y cadmio, así como de hierro, responsable del tono anaranjado de los cursos de agua. También se descubrió que los cursos de agua contaminados eran inusualmente ácidos: algunos de los arroyos más pequeños tenían un pH tan bajo como 2,3, similar al del jugo de limón o el vinagre, según el Servicio Geológico de EE. UU.

La alta concentración de metales y la acidez del agua están vinculadas al derretimiento del permafrost, una capa permanentemente congelada del suelo de la Tierra que cubre grandes áreas del Ártico.

-Ver también: ¿Gusanos zombies? Reviven un gusano congelado del permafrost siberiano

A medida que el suelo congelado se derrite por el cambio climático provocado por el hombre, los minerales previamente sellados quedan expuestos a la lluvia por primera vez en miles de años, permitiendo que los metales se disuelvan en los arroyos y ríos circundantes.

No solo los hábitats afectados se transforman visualmente, sino que las altas concentraciones de minerales también son altamente tóxicas para la mayoría de la vida acuática. Los investigadores están particularmente preocupados por el efecto de esta agua tóxica del deshielo en los peces en desove, lo que podría tener importantes repercusiones en las pesquerías estadounidenses.

Ríos anaranjados captados desde el espacio

La idea del nuevo estudio surgió en 2018, cuando los investigadores visitaron un río de color óxido que había sido cristalino un año antes. Sin embargo, investigaciones satelitales posteriores revelaron imágenes de ríos naranjas que datan de 2008.

Es difícil determinar cuánto metal se ha vertido en los ríos durante este tiempo. Pero los ríos en las fotografías satelitales «tienen que estar muy teñidos para ser captados desde el espacio», dijo Brett Poulin, toxicólogo ambiental de la Universidad de California en Davis.

Los investigadores planean realizar pruebas de seguimiento este año para determinar la magnitud total del problema. Sin embargo, temen que el aumento del derretimiento del permafrost, provocado por las temperaturas récord del último año, haya liberado aún más metales.

A medida que las temperaturas sigan aumentando en las próximas décadas, es probable que la contaminación por metales empeore.

Implicaciones adicionales del derretimiento del permafrost

La pérdida de la cobertura del permafrost tiene muchas otras implicaciones graves, como la liberación de más gases de efecto invernadero a la atmósfera, así como el descubrimiento de materiales radiactivos y la liberación de virus latentes, que podrían provocar nuevas pandemias.