Marzo, el mes en el que no vimos el sol. ¿Cómo nos afecta a la salud?

Marzo ha estado marcado por las nubes y las lluvias en España y algunas zonas de España apenas han visto el sol en todo el mes. Analizamos con expertos cómo esta situación puede repercutir en nuestra salud.

Pablo Ramos

Pablo Ramos

El mes de marzo ha sido un mes especialmente lluvioso y poco soleado en toda España. En algunos puntos del país apenas han visto el sol o lo han visto mucho menos de lo habitual para un periodo como es el final del invierno y el comienzo de la primavera. 

Estos días poco soleados y con menos horas de luz han sido una constante en prácticamente todo el territorio de la península. Desde el centro del país hasta el este del país y en el arco mediterráneno.  Por ejemplo, en puntos como Tortosa, en Tarragona o en Valencia, las horas de luz han sido de 99 horas y 96 horas respectivamente este mes de marzo cuando lo habitual es de 221 horas y 215 según el registro histórico de datos. 

Por su parte, en puntos como Valladolid, Madrid o Cuenca, las horas de sol de este mes de marzo también han estado muy por debajo con menos de 100 horas de sol cuando normalmente se registran horas por encima de las 200 horas. 

Horas de luz en España en Marzo de 2022  

  • Tortosa (Tarragona): 211 de media / 99,5 en marzo de 2022
  • Valencia: 215 de media / 96,1 en marzo de 2022 en marzo de 2022
  • San Javier – Aeropuerto (Murcia): 206 de media / 123,8 en marzo de 2022
  • Cuenca: 211 de media  / 86,7 en marzo de 2022
  • Madrid – Barajas: 224 de media / 79,7 en marzo de 2022
  • Córdoba – Aeropuerto: 218 de media / 181,7 en marzo de 2022
  • Valladolid: 215 de media  / 112,5 en marzo de 2022
  • Oviedo: 153  de media  / 135,2 en marzo de 2022 

Además, según fuentes del Ministerio de Transición Ecológica, el mes de marzo ha sido el marzo con un menor número de horas de sol desde que se tienen registros en enclaves como las Islas Baleares. En concreto, en el Aeropuerto de Ibiza se registraron 78,8 horas de sol, cuando lo normal son 205; en Palma Portopí, 86, lo normal son 206 y en el aeropuerto de Palma, 90, 8, lo normal son 202 y en el de Menorca, 105, cuando lo normal son 196. Es decir la mitad de horas de sol de lo normal. 

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«Nuestro cerebro utiliza el ritmo distinto de luz a oscuridad alineando las funciones biológicas y conductuales específicas como despertarnos cada día. Estos ritmos circadianos son fundamentales para nuestra salud mental y física. Si nos desconectamos de este ritmo, nuestro estado de ánimo disminuye, produciéndonos mal humor, fatiga y falta de sueño. En cambio, una mayor exposición a la luz diurna predice una mejor calidad del sueño, un mejor estado de ánimo y más energía», apunta a Eltiempo.es Beatriz Gil Bóveda, psicóloga especialista en autoestima, liderazgo y desarrollo personal y fundadora y CEO de Psique Cambio.

Relación entre falta de luz solar en la salud 

Esta falta de horas de sol puede afectar a la salud de las personas de forma directa. De hecho, la luz solar juega un papel fundamental en el funcionamiento del organismo y regula aspectos clave del metabolismo, del estado de ánimo e incluso puede alterar el carácter. «La luz del sol nos anima y nos activa, nos ayuda a sintetizar serotonina y vitamina D. No obstante, no es una relación causal y aunque sí es una relación directa positiva, hay muchos otros factores que influyen en nuestro estado de ánimo y en la sintetización de serotonina y los niveles de vitamina D», indica Pilar Jiménez Puente, colegiada del Colegio de Psicólogos de Madrid.

«El sol nos activa y da lugar a la producción de serotonina, una de las hormonas responsables de que nos sintamos felices

Pilar Jiménez Puente, psicóloga de COP Madrid

En este sentido, la falta de luz solar afecta a nuestra salud al igual que otros aspectos ambientales. «Las personas que son especialmente sensibles a los cambios de tiempo se denominan meteorosensibles y se estima que entre un 30% y un 60% de la población general lo es, afectando especialmente a las mujeres  – sobre todo durante la menstruación y menopausia-  y a los grupos de edad avanzada. «La carencia de luz solar que se produce, por ejemplo, durante los meses de otoño e invierno, puede producir lo que llamamos trastorno afectivo estacional”, detalla Mar Gómez, doctora en física y responsable de Meteorología de Eltiempo.es.

En cuanto al estado de ánimo, la falta de sol puede afectar de forma al comportamiento humano. La luz solar sobre la piel actúa como principal elemento en la producción de serotononia, un neurotransmistor responsable de la regulación de las emociones, el estado de ánimo y en menor medida de otros aspectos como el apetito sexual, la formación ósea.

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Además, la serotonina también es fundamental en aspectos como la ansiedad, la agresividad, el miedo o la angustia. Por ello, la falta de luz solar sobre la piel humana contribuye de forma directa al estado de ánimo de las personas e incluso a sus relaciones personales.

«El sol nos activa y da lugar a la producción de serotonina, una de las hormonas responsables de que nos sintamos felices. De esta manera, algunas personas aseguran sentirse más tristes en épocas del año como otoño e invierno, pues la reducción de horas de luz produce cambios en los ritmos circadianos», explica Gil Bóveda.

Del mismo modo, la exposición solar es, junto a una alimentación equilibrada, la principal fuente para obtener vitamina D, un nutriente básico para el fortalecimiento de los huesos, los dientes, los cartígalos y el funcionamiento óptimo del sistema inmunitario y muscoloesquelético. 

Asimismo, entre las funciones de la vitamina D se encuentran facilitar la absorción de calcio en el intestino. «Si no hay vitamina D, los huesos no se forman bien o pierden el calcio, apareciendo enfermedades como el raquitismo en los
niños y la osteoporosis en los adultos», recalca la psicóloga especialista.

Por ejemplo, en países como Noruega es obligatorio que en las residencias de ancianos se les proporcionen 20 minutos de exposición directa a la luz solar al día, siempre que la climatología lo permita, por la importancia de esta vitamina en la salud ósea de las personas.

Funciones de la luz solar en el organismo

En lo referente a otras funciones del organismo, la luz solar contribuye a una mejor circulación de la sangre, al fortalecimiento del sistema inmunológico e incremento de las defensas e incluso tiene un poderoso efecto antiinflamatorio. 

En este aspecto, la toma moderada de sol, en torno a 10 o 15 minutos al día, favorece la cicatrización de heridas y ayuda a reducir las lesiones cutáneas que se producen debido a enfermedades como la psoriasis o algunas dermatitis.

Los cambios en los niveles de humedad afectan a huesos y músculos

Pilar Jiménez Puente, psicóloga de COP Madrid

Pero no solo eso, el sol también es un importante regulador de los ciclos del sueño. De este modo, la luz ultravioleta minimiza la segregación de sustancias como la melatonina lo que permite sentirnos más despiestos durante el día y mejorar el descanso durante la noche. Por todo ello, tomar el sol de forma adecuada y con seguridad, incluso en los días nublados, contribuye a mejorar la salud y el estado de ánimo. 

La meteosensibilidad es una afección en la cual las condiciones estacionales y climatológicas afectan psicológica y físicamente a la persona. De este modo, los pacientes experimentan cambios en su salud física o mental cuando se producen cambios bruscos en los parámetros meteorológicos.

¿Qué es la meteosensibilidad?

Es más, el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales recoge que ciertos trastornos del estado de ánimo se ven afectados por un patrón estacional. «En los estados depresivos influyen los cambios climáticos típicos del otoño y el invierno; y los estados maníacos, por los típicos de la primavera y el verano», incide Gil Bóveda.

Las personas que padecen meteosensibilidad suelen presentar síntomas como alteraciones del sueño, sensación de fatiga, migrañas, dolores de cabeza y dolores musculares. Esto hace que sintamos menos
ganas de salir y que se reduzca nuestra motivación y que quede aumentar la irritabilidad, ansiedad y cambios de humor en forma de tristeza.

«Los cambios en los niveles de humedad afectan a huesos y músculos, los cambios de presión en las migrañas y dolores de cabeza de distintas etiologías, el viento influye en los niveles de ansiedad e irascibilidad y las altas temperaturas también en la irascibilidad, por mencionar algunas de las relaciones más estudiadas. No obstante, como en el caso de la luz solar, la relación no es causal y es difícil de investigar por su complejidad», añade Jiménez Puente sobre los posibles cambios provocados por los cambios meteorológicos.