Fotos

que ayudan las nubes que por estos lares, algo habitual en la montaña leonesa, se cuelan desde el cercano Cantábrico estrellándose contra las montañas más altas que se encuentran. A medida que ganamos altura ganamos perspectiva, la temperatura cae e incluso podemos ver los últimos neveros babianos. Antes de llegar al precioso circo, nos desviaremos al puerto, a más de 1750 metros de altitud. Hacia el otro lado Torrestio, y como suele ser en León, más montañas, muchas más, como un campo infinito de hermosa belleza pétrea. El agua nos acompañará durante todo el recorrido, bien por el fondo de valle, bien por los innumerables regueros que saldrán a nuestro paso. Y las quitameriendas, esas flores parientes del azafrán de las que en León hay al menos tres tipos, y que nos recuerdan lo efímero que es el verano en estas tierras, ya van apareciendo. Abajo, cuando los últimos plegamientos cantábricos vayan desapareciendo, no será hasta agosto cuando empiecen a asomar. Veremos varias fervencias, cascadas en castellano, que son una verdadera preciosidad.