5 megaproyectos climáticos para ayudar a salvar el planeta

Cambia rápidamente el clima del planeta y cada vez surgen más soluciones para reducir la concentración de gases como el dióxido de carbono

Mario Picazo

Mario Picazo

Hay muchas formas de luchar contra el cambio climático que experimenta el planeta. La más fácil y directa es que cada uno de nosotros se ponga como objetivo una serie de acciones personales que ayuden a reducir nuestra huella de carbono. Desde mejorar la eficiencia energética de nuestros hogares, hasta conducir un vehículo más eficiente o cambiar nuestros hábitos alimentarios. 

Pero hay expertos que creen que dada la magnitud del cambio que estamos experimentando, va a hacer falta una escala de acción mayor que permita reducir drásticamente las emisiones de gases de efecto invernadero. Esa acción requeriría una inversión de miles de millones, pero podría reducir las emisiones de carbono a cero, como muchos se proponen.         

Entre los múltiples mega planes verdes que hoy hay sobre la mesa de trabajo, hay 5 que llaman la atención. Ponerlos en marcha puede suponer un impacto sobre el medioambiente pero a la vez también ayudarlo. Sobre papel algunos parecen prometedores pero ¿realmente funcionarían? con el ímpetu deseado.

Paneles solares en el espacio. Una de las soluciones que se plantean para optimizar la energía que llega directa del sol. Imagen: NASA

1 – Orbitando la Tierra con plantas solares espaciales         

Para evitar la reducción de la energía solar que llega la Tierra por el efecto de las nubes, los ingenieros expertos en el tema han pensado en instalar paneles solares en el espacio. De esa manera el sol llegaría directamente a ellos sin interrupciones. 

Una estación de energía solar en el espacio puede producir mucha energía. Un panel solar de 10 kilómetros de ancho en órbita geoestacionaria podría producir energía suficiente para abastecer a 10 mil millones de personas con seis veces los niveles actuales de consumo de energía per cápita en Estados Unidos. 

Un panel solar de 10 km de ancho en órbita geoestacionaria podría producir energía para abastecer a 10 mil millones de personas

Lo que antes parecía ciencia ficción puede ser hoy una realidad. Lanzar una nave espacial con paneles solares ya no es tan costoso como hace años. Las estimaciones sugieren que enviar materiales a la órbita geoestacionaria, podría costar unos 5.000 dólares por kilogramo con el próximo sistema de lanzamiento Starship de SpaceX

Quizás la mayor incertidumbre es si el carbono emitido al fabricar los paneles solares y llevarlos al espacio superaría los beneficios de la energía solar generada en el espacio. Sea cual sea el impacto, el interés por la energía solar espacial va en aumento.

La energía del viento en islas energéticas puede abastacer a millones de habitantes. Foto: unsplash

2 – Construyendo Islas de Energía

Lo han planteado ya en Dinamarca donde se está gestando una isla experimental llamada Vindø. Es una isla de cemento y metal repleta de fuentes de energía limpia. También hay proyectos similares operando que generan su electricidad principalmente del viento gracias a los molinos de viento que hay en aguas del Atlántico y Báltico. 

Estos proyectos son solo la punta del iceberg dado que los expertos reclaman la necesidad de aumentar considerablemente este tipo de proyectos. Cuantos más allá antes se conseguirá llegar a emisiones netas de carbono cero en poco más de dos décadas. 

Ahora mismo, las limitaciones a las que se enfrenta el sector son dos según el ingeniero Danés Samuel Magid quien dirige uno de los proyectos. Por una parte la generación de energía es intermitente, lo que significa que puede resultar difícil igualar la oferta con la demanda. 

Se trata de islas de cemento y metal repletas de fuentes de energía limpia

Otro obstáculo es el del transporte de la energía. Para ello se usan cables hasta donde se necesita en tierra. La infraestructura necesaria es muy costosa, especialmente si cada granja está conectada a través de un cable exclusivo, como ocurre actualmente en la región.

Las islas energéticas podrían resolver estos dos problemas. Actuarían como centros de una superred continental, con conexiones desde las islas dividiéndose hacia diferentes países. Con ello se conseguiría un equilibrio entre la oferta y la demanda y se reduciría la necesidad de usar tantos cables.

Islas como la danesa Vindø pueden ser muy eficientes. Son capaces de generar 56 gigavatios de energía, que viene a ser lo equivalente a lo que generan 30 centrales nucleares. También puede producir combustible limpio como el hidrógeno verde para ser transportado por tuberías de vuelta al continente. 

Cada año se investiga más la forma de preservar el hielo de nuestros grandes glaciares. Foto. Unsplash

3 – Estabilizando un glaciar

El glaciar Thwaites en la Antártida, uno de los más grandes del planeta se deshace a un ritmo alarmante. Desde el año 2000 ha perdido más de mil millones de toneladas de hielo. La velocidad de su flujo también se ha duplicado en 30 años, lo que significa que se arroja al océano el doble de hielo.

El glaciar juega un papel importante en el ciclo hidrológico y climático de la región ya que sostiene gran parte de la capa de hielo que cubre la región de Antártida occidental. Si se mantiene o acelera el ritmo de fusión del glaciar, hay suficiente agua en estado sólido para elevar el nivel global del mar hasta 5 metros.

Por eso, los expertos buscan desesperadamente formas de proteger el glaciar. Una planteada hace ya unos años es la de perforar el glaciar para extraer la fina capa de agua del fondo que lo lubrica y acelera su flujo. El problema es que la técnica requiere usar mucho combustible y por lo tanto contaminar. 

Los glaciares juegan un papel importante en el ciclo hidrológico y climático

La otra opción es proteger el glaciar del agua del océano que cada vez está más cálida. Esta consigue filtrase debajo de la plataforma de hielo que sobresale del glaciar, derritiéndola desde abajo. Para evitarlo, se plantea instalar una cortina submarina flotante de 80 kilómetros de largo atada al lecho marino cerca del glaciar. 

La inversión no es barata ya que se estima un coste de entre 50.000 y 100.000 millones de dólares. Pero no es tanto si se compara con la factura que generarían los daños derivados del aumento del nivel del mar en grandes ciudades como Nueva York. La gran manzana ya invierte a día de hoy en costosas defensas contra inundaciones y la lucha contra el océano solo acaba de empezar.

4 – ‘Verdeando’ la superficie terrestre

Con el paso de los años, hay amplias extensiones de la superficie terrestre que se han transformado. Una de esas regiones es la península del Sinaí que antaño fue un paraíso subtropical verde en el Egipto moderno. 

Hace unos 10.000 años, se transformó en un entorno más árido, marrón. Fueron varios los elementos que influyeron en el cambio. Posiblemente, las variaciones de la órbita terrestre cuyo efecto se vio amplificado por la acción humana.  

Los expertos saben que regenerar superficies como la de la península de Sinaí y devolverlas a su estado anterior, más verde, más frondoso y húmedo podría ayudar a reducir el calentamiento global. La clave está en conseguir más vegetación y mejorar la fertilidad del suelo

La vegetación reintroducida absorbería una gran cantidad de carbono de la atmósfera. Por otra parte, cambiaría los ciclos hídricos locales, favoreciendo el resurgir de un escenario más húmedo y lluvioso. Precipitaciones que ayudarían a mejorar los suelos y su función como sumideros de carbono a la vez que prosperan flora y la fauna.

La clave está en conseguir más vegetación y mejorar la fertilidad del suelo. 

La empresa holandesa ¨The Weather Makers¨ lleva ya años estudiando la región con la idea de transformar su ciclo hidrológico. Empezarían por recuperar el lago Bardawil, una laguna salina poco profunda en la costa mediterránea. Si se profundizan las entradas al mar y extraen los sedimentos que se han acumulado en el lago durante milenios se podría conseguir.

Solo con ese cambio se mejoraría la calidad del agua y restauraría las poblaciones de peces. Sería positivo para el sector de la pesca en la zona, también para recuperar los humedales circundantes, creando un mejor hábitat para las aves migratorias

Además el propio sedimento, al estar lleno de materia orgánica, podría incorporarse a la tierra, mejorando su fertilidad. El agua dulce que ahora no existe en la zona se podría capturar con redes atrapa niebla y con ello rellenar los embalses de la zona. 

Extraer dióxido de carbono de la atmósfera puede ser una forma eficaz de reducir las concentraciones de gases de efecto invernadero. Foto: Unsplash

5 – Extrayendo dióxido de carbono de la atmósfera

La idea de extraer dióxido de carbono de la atmósfera y reutilizarlo se está convirtiendo en una de las alternativas más sólidas a la hora de reducir la huella de carbono. Cada vez se están diseñando más plantas de absorción de CO2 con la idea de alcanzar los objetivos de conseguir que las emisiones netas sean cero. 

Según recientes informes de la Agencia Internacional de Energía, haría falta extraer 80 megatoneladas de CO2 de la atmósfera cada año de aquí a 2030 para alcanzar emisiones netas cero en 2050. Es una cantidad importante de gas que equivale a lo que pueden generar 185 millones de barriles de petróleo.

El plan es diseñar plantas de absorción de CO2 para reducir la huella de carbono

El número de plantas de captura de carbono va en aumento y a día de hoy ya hay 18 plantas piloto de captura directa de aire en funcionamiento por todo el mundo. 

A pesar de ello, hace falta, según los expertos, acelerar la instalación de estas plantas para llegar a la meta de extraer 80 millones de toneladas cada año para 2030. Los cálculos dicen que para eso necesitaríamos construir unas 10 plantas de este tipo por año, a partir de ahora. 

Para hacer ese planteamiento realidad,  hace falta desarrollar más la tecnología empleada. Los procesos actuales requieren usar mucha energía y agua. Haría falta generar gran parte de esa energía con fuentes renovables a la vez que se optimiza el uso de agua.