Concentración histórica de dióxido de carbono en la atmósfera pese al confinamiento global

Mar Gómez

Mar Gómez

Se ha batido un nuevo récord en la concentración de este gas que no llegaba a valores similares desde hace tres millones de años.

Este pasado mes de mayo se han batido récords de las concentraciones de dióxido de carbono en la atmósfera, alcanzándose la cifra de 417 partes por millón (ppm) en el Observatorio de Mauna Loa, un valor que no se alcanzaba desde hace tres millones de años cuando las condiciones de nuestro planeta eran muy diferentes a las actuales: el nivel del mar estaba varios metros por encima del actual y teníamos menos hielo en los casquetes polares.

Mayo es un mes en el que siempre se alcanza el valor máximo anual de este gas de efecto invernadero, antes del aumento en la absorción de dióxido de carbono por parte de las plantas en el verano boreal.

Anualmente, a finales del siglo XIX la concentración era de 280 ppm en 2010 la cifra fue de 389.90 ppm y el año pasado se llegó a 411.43 ppm. Pendientes de la cifra anual que alcanzaremos este año todo parece apuntar a que, visto que solo mayo ha superado a la concentración anual de 2019, podríamos batir récords históricos anuales.

El dióxido de carbono es un gas muy potente de efecto invernadero —lo cual quiere decir que absorbe muy eficientemente el calor— con un período de residencia en la atmósfera que va de décadas a siglos.

A pesar de nuestro confinamiento, las concentraciones no han disminuido ya que estas corresponden a todo lo emitido años antes. Para poder lograr una reducción de la concentración de este gas, necesitaríamos que las emisiones disminuyeran al menos entre un 7-10% como mínimo para poder mitigar los efectos del calentamiento global.

Las mediciones de CO2 en este Observatorio comenzaron en 1958 y fueron iniciadas por Charles David Keeling, de ahí que el nombre de la curva de este gas se conozca como la curva de Keeling.