La Anomalía del Atlántico Sur: ¿por qué se monitoriza?

Alejandro Riveiro

Alejandro Riveiro

Desde hace ya un tiempo, la NASA está monitorizando activamente una anomalía en el campo magnético de la Tierra, conocida como la Anomalía del Atlántico Sur. Aunque no supone un peligro para la vida, sí es un quebradero de cabeza para la tecnología.

La Anomalía del Atlántico Sur no afecta a la vida en el planeta.

¿Qué es la Anomalía del Atlántico Sur?

La Anomalía del Atlántico Sur es una enorme región, del campo magnético terrestre, que se extiende desde Sudamérica hasta el suroeste de África. No es sorprendente que la NASA preste mucha atención a lo que sucede.

Los satélites y naves de la agencia espacial estadounidense (y de otras) son más vulnerables cuando se encuentran en el interior de la región de la anomalía. Allí, se enfrentan a una mayor cantidad de partículas cargadas procedentes del Sol.

La Anomalía del Atlántico Sur, en cierto modo, se puede imaginar como una hendidura en el campo magnético de la Tierra. No afecta a la vida en el planeta, pero sí a las naves en el espacio. Cada vez que pasan por la anomalía, se enfrentan a posibles fallos.

Anomalía Atlántico Sur
Ilustración mostrando la Anomalía del Atlántico Sur. Fuente imagen: NASA Goddard

En esos pasos por la región, la menor fuerza del campo magnético aumenta la posibilidad de que los satélites sean golpeados por fotones de alta energía procedentes del Sol. Esto puede provocar que se produzcan cortocircuitos y fallos en su funcionamiento.

Por lo general, estos impactos aleatorios solo provocan errores a bajo nivel, pero conllevan la posibilidad de provocar una pérdida importante de datos. En algunos casos, incluso, puede provocar daños permanentes en componentes clave.

Es habitual, por tanto, que los operadores de satélites tengan desconectar los sistemas de la nave antes de adentrarse en la anomalía. Este ya es un buen motivo para monitorizar la Anomalía del Atlántico Sur, pero no es el único.

¿Cómo se mitiga su impacto?

La anomalía es, en realidad, una gran oportunidad para estudiar e investigar un fenómeno que es mucho más complejo y difícil de entender de lo que se pudiera pensar. El campo magnético es, en realidad, una suma de campos de diferentes fuentes.

La fuente principal es la que, probablemente, nos resulta más familiar. El núcleo externo es un océano de magma fundido, a miles de kilómetros de profundidad, cuyo movimiento genera la corriente eléctrica que crea el campo magnético.

El campo no tiene por qué ser uniforme. Pero sólo es una fuente. Hay un enorme depósito de roca densa, denominado superpenacho de la región africana. Está a unos 2.900 kilómetros bajo el continente africano y perturba la generación del campo magnético.

Este vídeo de la NASA explica la Anomalía del Atlántico Sur.

Naturalmente, su resultado es un debilitamiento del campo magnético, que se ve ayudado por la inclinación del eje magnético del planeta. No es la única explicación que se ha planteado (otra podría estar relacionada con el propio comportamiento del campo).

En esencia, un pequeño campo, con la polaridad inversa, crece en la anomalía, haciendo que su intensidad sea inferior a la de las regiones que lo rodean. Sea como fuere, hay muchas cosas por entender sobre la anomalía y sus implicaciones.

Constantemente, se están obteniendo nuevas pistas sobre este fenómeno. Un estudio de 2016, por ejemplo, mostraba que la anomalía se está desplazando muy lentamente hacia el noroeste. En realidad, no sólo se está moviendo.

La anomalía se podría estar dividiendo en dos

En 2020, dos investigadores determinaron que la anomalía parece estar en proceso de dividirse en dos células. Cada una representaría el centro de una anomalía de menor intensidad, dentro de la región anómala en su conjunto.

No está claro cómo evolucionará la anomalía a partir de aquí. Lo que sí parece demostrado es que la anomalía no es nueva. También en 2020, un estudio sugería que no se trata de algo que haya surgido espontáneamente en nuestra época.

Puede que se trate de un fenómeno magnético recurrente, que lleve sucediendo, como mínimo, desde hace unos once millones de años. Si es así, podría indicar que la anomalía no es un desencadenante, o precursor, de la inversión del campo magnético.

Anomalía Atlántico Sur
Concepto artístico de un satélite GPS. Fuente imagen: US Government

Ese mecanismo sucede en una escala de tiempo mucho menor. Aproximadamente, el campo magnético de la Tierra se invierte cada 300.000 años. Quedan muchas grandes preguntas por responder y se seguirá estudiando.

La anomalía se está moviendo lentamente y, además, se está transformando, por lo que es importante que se siga observando y analizando. Mientras tanto, será necesario evitar los riesgos a los que se exponen los satélites.

Es importante, por supuesto, tener presente que esto no afecta a la vida en la Tierra. Desde que el planeta está habitado, el campo magnético se ha invertido en multitud de ocasiones, y aquí seguimos. Así que es algo muy interesante, pero no una amenaza para la vida.