¿Por qué la temporada de huracanes en el Atlántico está siendo tan lenta?

Este 2022, la temporada de huracanes en el Atlántico no está siendo tan activa como indicaban las predicciones hechas en primavera. Aunque los meses de mayor actividad están por llegar, entre junio, julio y agosto sólo se han formado tres tormentas tropicales, Alex, Bonnie y Colin.

Cuando empezó la temporada el 1 de junio, se hablaba de que sería muy activa. 21 ciclones con nombre y 10 de ellos llegando a tener categoría de huracán. Tal y como va esta temporada de lenta, podría ser la que menos actividad ha visto en su arranque durante los últimos 30 años. 

Esta temporada de huracanes en el Atlántico ha visto el arranque más lento de los últimos 30 años.

Si este mes de agosto acaba sin una sola tormenta tropical, sería solo la tercera vez que eso sucede en 60 años. Históricamente, la temporada de huracanes en el Atlántico llega a sus niveles de mayor actividad entre mediados de agosto y finales de octubre. 

Una arranque lento no se traduce siempre en una temporada poco activa

A pesar de este anómalo arranque, los expertos advierten que los meses más activos (septiembre y octubre) están por llegar. Además, la temporada aún se extenderá oficialmente hasta el 30 de noviembre.

El 10 de septiembre suele ser el pico. Es decir, el momento álgido para la formación de tormentas tropicales o huracanes. Pero, a pesar de un arranque de temporada lento, los expertos advierten que no quiere decir que los meses más activos lo sean también. 

En 1992 la temporada tuvo un arranque lento y luego llegó el potente categoría 5 Andrew a las costas de Florida. Lo mismo ocurrió en 1988, con el posterior impacto de Gilbert, uno de los huracanes más intensos que se recuerdan.

La NOAA (Administración Nacional Atmosférica y Oceánica) de Estados Unidos sigue manteniendo su pronóstico. Este habla de una temporada más activa de lo normal. Aunque ha bajado algo el número de ciclones, cuenta con que se formen entre 14 y 20 ciclones tropicales con nombre. De estos, entre 6 y 10 llegarán a categoría de huracán.

Los factores que están ralentizando la temporada de huracanes

Uno de los principales factores que está limitando el desarrollo de ciclones tropicales es la presencia de aire seco y polvoriento del desierto del Sahara.

El polvo absorbe la luz solar y calienta los niveles medios y altos de la atmósfera. Eso inhibe el movimiento ascendente del aire cálido y húmedo desde los niveles más bajos de la atmósfera y no se forman tormentas.

Con vientos alisios más intensos de lo normal, también ha prevalecido una situación de cizalladura del viento desfavorable. Eso sumado a que la presión atmosférica ha sido más elevada de lo normal, ha mantenido tranquila la primera parte de la temporada de huracanes en el Atlántico.

Ingredientes necesarios para reactivar la recta final de la temporada de huracanes

Hay varias condiciones atmosféricas y oceánicas que aún van a favorecer que la temporada de huracanes sea más activa que la media. 

Una de las principales es la presencia de La Niña, que está previsto se mantenga activa durante el resto de este 2022.

Esas aguas más frías de lo normal en el Pacífico ecuatorial, deberían amplificar la actividad de huracanes en el Atlántico estos próximos meses. 

A parte de La Niña, la presencia de vientos alisios más débiles en el Atlántico, y un monzón activo en África occidental pueden favorecer la formación de ciclones tropicales entre ahora y octubre.

También ayuda que las temperaturas del agua sean superiores a lo normal en amplias zonas de la superficie del Atlántico. Las tormentas tropicales dependen en gran medida de la presencia de agua cálida para desarrollarse y desplazarse. Es la gasolina que las mantiene activas y en movimiento.

Las últimas predicciones apuntan a un mes de septiembre más activo

Hay algunos indicios de que las altas presiones que han perdurado estas semanas sobre África se debilitarán. Eso irá reduciendo el flujo de polvo Sahariano y permitirá que las ondas tropicales que emergen de la región del Sahel Africano se formen con mayor facilidad y lleguen al Atlántico.

También podría haber una reducción de la presión atmosférica en otras partes de la cuenca del Atlántico, algo que ayudaría a que se generen con mayor facilidad los núcleos tormentosos que acaban formando un ciclón tropical.