Los hablantes deformamos palabras o expresiones que nos resultan oscuras por no reconocer en ellas una estructura y la asimilamos a modelos conocidos. Así es como surge nuestra entrañable mondarina.La mandarina toma su nombre del color anaranjado del traje de los mandarines de la China.Buscándole una explicación a la palabreja se acordaron enseguida de mondar:si se monda con facilidad, será una mondarina en vez de mandarina.
Manuel
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Alberto
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