¿Cómo construir edificios seguros ante terremotos?

¿Cómo están construídos los edificios en zonas con alta probabilidad de sufrir terremotos?

Javier Vegas

Javier Vegas

Todos hemos observado alguna vez que ante terremotos de similar magnitud, en ocasiones los daños son insignificantes, mientras en otros lugares, las ciudades se vienen abajo provocando una tragedia. Esto se debe a las diferentes construcciones de los edificios.

Algunas de las zonas con mayor actividad sísmica del mundo son Japón o Nepal. Mientras en el país nipón las consecuencias de los terremotos son muy pequeñas, en Nepal uno de magnitud similar puede provocar una tragedia, como ocurrió en el reciente terremoto de Katmandú.

Para conocer la diferencia, en este artículo vamos a explicar por qué los edificios construídos en países del primer mundo son mucho más seguros en caso de producirse un terremoto de importante magnitud.

Calidad de los materiales: Una buena calidad en la construcción reduce de forma drástica el colapso de un edificio. Los materiales como el hormigón armado y el acero mejoran la absorción de energía para que el edificio se pueda balancear pero sin llegar a caerse.

Altura: Cuanto más alto es un edificio más posibilidades tiene de balancearse hacia un lado. En los rascacielos es muy importante que sean simétricos y las masas estén bien distribuidas. En ciudades con pocos recursos económicos se limita la altura para evitar mayores probabilidades de colapso.

La estructura debe ser flexible: Aunque no lo parezca, si un edificio alto se balancea, es que es seguro ante los terremotos. Los rascacielos deben ser estructuras flexibles, que admitan cierto grado de deformación. Por ejemplo, las 4 Torres Business del Paseo de la Castellana de Madrid son los rascacielos más altos de España con alrededor de 250 metros. En días de viento, las plantas más altas pueden llegar a moverse hasta 50 centímetros, notándose un pequeño balanceo. El objetivo de un edificio anti terremotos es que pueda vibrar e incluso desplazarse ligeramente.

Simetría: Un edificio que no es simétrico respecto a dos ejes, no es seguro ante terremotos. Además, debe haber una distribución de las masas que conforman el edificio, tanto en planta como en altura.

Suelos duros: Algunos tipos de suelos, saturados de agua, pierden resistencia cuando están sometidos a la sacudida de un terremoto. En Japón, por ejemplo, gran parte del suelo es blando, obligando a compactar la superficie. Este fenómeno conocido como licuefacción, se observó por primera vez en Niigata en 1963, cuando varios edificios fueron literalmente tumbados tras un terremoto.

De cada seísmo se aprende: El objetivo final de los arquitectos es que cada vez los edificios sean más seguros ante estos fenómentos naturales. En Japón, por ejemplo, se realizan numerosas pruebas de resistencia e incluso disponen de laboratorios para probar materiales. Por suerte, cada terremoto sirve para salvar vidas de otros terremotos futuros.