La Niña volvería en verano de 2024 y su intensidad es todavía un misterio

Después de un periodo de El Niño, el calentamiento del Pacífico ecuatorial, suele formarse La Niña, un patrón opuesto.

Mario Picazo

Mario Picazo

Las predicciones apuntan a que El Niño que se gestó ya en 2023 va a seguir perdiendo intensidad durante los próximos meses. El fenómeno oceánico que ha contribuido a que 2023 se haya convertido en el año más cálido registrado, se verá relevado según las predicciones por La Niña

Para primavera, se espera que el Pacífico ecuatorial, donde habitualmente se registran las mayores anomalías de la temperatura del agua, presente ya condiciones neutras. Sin embargo, los expertos ya apuntan que con el arranque del verano podría empezar a gestarse el regreso de La Niña. Pero ¿cómo será de intensa? Todavía es todo un misterio. 

La Niña es una anomalía periódica que se registra con mayor o menor intensidad. Después de un periodo de El Niño, el calentamiento del Pacífico ecuatorial, suele formarse La Niña, un patrón opuesto caracterizado por un enfriamiento del agua en la misma región oceánica.

La Niña
La Niña hace 2 años en febrero de 2022. Una anomalía negativa que de forma anómala estuvo presente en las aguas ecuatoriales del Pacífico casi 3 años. Mapa: NOAA

¿Qué dicen las predicciones para los próximos meses?

El Niño y La Niña tienen su origen en calentamientos y enfriamientos a gran escala, que se registran en la superficie del mar en todo el Pacífico tropical oriental. Pueden durar uno o varios años, y generan una variedad de impactos atmosféricos a nivel global que pueden ser más o menos extremos. 

Aunque El Niño y La Niña son procesos naturales en sí mismos, se desarrollan en un mundo cada vez más cálido. Un escenario que, probablemente, está afectando algunos de sus impactos y tal vez la frecuencia con la que evolucionan. Por ese motivo, estos últimos años, las predicciones del fenómeno se han vuelto más complejas de lo habitual. 

Las que realiza la NOAA (Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica) de forma continua, apuntan a que para el inicio del verano ya podríamos ver las primeras anomalías negativas de temperatura del agua en el Pacífico ecuatorial oriental.

Probabilidad de formación de La Niña (columna azul) en la región 3.4 del Pacífico ecuatorial. Fuente: NOAA

En la perspectiva mensual publicada el 8 de febrero por la NOAA, la probabilidad de que La Niña prevalezca en el período de julio a septiembre están, a día de hoy, es de un 68 por ciento.

Es un valor bastante elevado. De hecho, el más alto para el período de julio a septiembre de cualquier predicción publicada por la NOAA en enero durante los últimos 13 años. 

Con esos datos sobre la mesa, mucho tendrían que cambiar las previsiones que hoy se barajan para que no se acabe registrando La Niña a partir de verano.

¿Que supondría el regreso de La Niña?

Una de las señales más claras de la presencia de la Niña es que intensifica los huracanes en el Atlántico al reducir la cizalladura del viento en la región. Lo contrario de su opuesto, El Niño, que suele limitar la formación de tormentas tropicales. 

También modifica los patrones de precipitación y temperatura en muchas regiones del planeta, especialmente en aquellas que se encuentran más cerca del Pacífico, tal y como se muestra en el mapa.

Según datos de la Universidad Estatal de Colorado, durante el reciente período de años consecutivos de La Niña, 2020 a 2022, la actividad tropical en el Atlántico fue mucho mayor de lo habitual. Se generaron 65 tormentas con nombre, 28 huracanes, 12 huracanes intensos y una energía ciclónica acumulada de 420,6.

Cuando El Niño aún da los últimos coletazos, los expertos ya hablan del posible regreso de La Niña a lo largo de este verano.
Impacto de La Niña en zonas próximas a su ubicación en el Pacíico ecuatorial. Mapa: eltiempo.es

En Europa, la relación entre La Niña y posibles anomalías climáticas no es tan clara como en la región del Pacífico.

Existen estudios que apuntan que La Niña se asocia con una fase positiva de la NAO (Oscilación del Atlántico Norte). Un patrón que genera tiempo más seco en el oeste de la península Ibérica, aunque no siempre se ha dado esa correlación.

¿Se forman últimamente más «Niñas» que «Niños»?

Está década, más que ninguna otra desde que medimos las temperaturas del agua de nuestros océanos, estamos observando anomalías positivas de temperatura del agua en muchas regiones. No sólo por extensión, también por intensidad y por el tiempo que perduran en una determinada zona. 

Dado este escenario de calentamiento vivido, los expertos auguraban que El Niño prevalecería sobre La Niña en el Pacífico ecuatorial. Sin embargo, en el mundo real, la situación ha sido la contraria. Últimamente hay más situaciones de La Niña que de El Niño, y es un tema que se investiga activamente. 

El  enfriamiento a gran escala ha predominado en el Pacífico tropical oriental durante los últimos 40 años. A pesar del calentamiento que se observa con frecuencia en la mayoría de otros océanos del mundo, la señal dominante en esa región es más fría de lo habitual.

Fase de ENSO, con El Niño en negro, neutro en gris, La Niña de un sólo año en azul y La Niña de varios años en rojo. (
Imagen: Wang et al., “Comprender el reciente aumento de La Niñas de varios años”

Al mismo tiempo, y por razones que aún no conocemos, estás últimas décadas los fenómenos plurianuales de La Niña se han vuelto cada vez más frecuentes. Antes de los años 70, este tipo de escenario plurianual de La Niña no era tan común. Desde entonces, ha habido ocho eventos plurianuales de La Niña, siempre posteriores a El Niño.

Sabemos que no todos los Niños y Niñas son iguales cuando se registran. Unos son más intensos que otros y algunos se extienden en el tiempo mucho más.

A estas alturas del año, aunque las predicciones apuntan a que la segunda mitad de este 2024 llegará marcada por La Niña, es difícil saber cómo será. Pasado abril, seguramente tendremos más detalle sobre lo intensa que será esta anomalía oceánica que tantos cambios genera en la meteorología global.