Los secretos de la tagua o «marfil vegetal»

La semillas de tagua funcionan como un material alternativo y sostenible en la moda.

Laura Opazo

Laura Opazo

Desde que, en la década de los sesenta, por influencia del futurismo y del pop art, la moda introdujera el plástico en la ecuación, este material ha ido cogiendo cada vez más protagonismo. Y lo ha hecho hasta llegar a ser un ingrediente presente en un alto porcentaje de las prendas que se fabrican en nuestros días.

La industria textil quiere frenar este hecho a través de la búsqueda de materiales alternativos biodegradables y de origen natural. El objetivo es limitar esta dependencia al plástico. Algunas nuevas fibras han comenzado a despuntar y otros elementos, han estado ahí siempre.

La mococha, tagua o también conocida como “marfil vegetal” ha estado siempre así y es reconocida por su color y dureza. Un material sobre el que merece la pena hablar.

¿Qué es la tagua?

Esta semilla proviene de varias especies de palmeras silvestres que crecen en bosques llamados taguales. Son bosques tropicales y húmedos, principalmente de la costa, la provincia de Manabí y la Amazonía ecuatoriana (su mayor exportador). Pero también hay en Colombia, Brasil, Panamá y Perú.

Esta palma se reconoce por su tronco leñoso y tallo delgado que crece de manera muy lenta. Tardan entre catorce y quince años en producir los primeros frutos. Estos tienen forma de piña, y en su interior están las semillas de forma achatada y de color café.

La palma de tagua tiene diferentes usos, dependiendo del proceso de maduración en el que se encuentre. Cuando los frutos y las semillas están tiernos, tienen en su interior un líquido de sabor similar al agua de coco. Este se utiliza como alimento.

Cuando ese fruto madura y se seca al sol, se convierte en un marfil vegetal que sirve para elaborar diferentes productos de artesanía. Por ejemplo, los mangos de los paraguas, bastones, pipas, posavasos, servilleteros y piezas de ajedrez, entre otras cosas.

¿Cuándo se descubrió la tagua?

Como el marfil animal, la tagua es muy dura, fácil de pulir y absorbe bien los tintes. Estas características le han convertido en un material versátil dentro del mundo de la moda. Especialmente para la creación de botones y accesorios como pendientes o collares.

La tagua ha sido explotada desde la época colonial por los españoles que llegaron a América. Enseguida fue visto un material con numerosas virtudes, por lo que dio el salto a Europa en el siglo XIX a través del mercado internacional.

Llegó a países como Italia, donde era muy apreciada para la fabricación de botones. Por entonces, y para mantener no desvelar su origen, se decía que el marfil vegetal era originario de África. La tagua también conquistó el mercado norteamericano.

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En 1989 la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES) prohibió el comercio internacional de marfil. Fuente imagen: Pexels

Los usos del «marfil vegetal»

Se estima que en 1920, el 20% de los botones producidos estaban hechos de estas curiosas semillas. Sin embargo, su popularidad se vio truncada tras la segunda guerra mundial, con la irrupción del plástico. Un material tan barato como versátil cuyo uso ha ido in crescendo hasta hace unos años.

Actualmente, y debido a los detractores que señalan su perjuicio medioambiental, se han ido descubriendo materiales sustitutivos. La tagua, nunca del todo olvidada, ha vuelto a salir de su ostracismo al ser un recurso versátil y renovable.

Actualmente, muchas firmas de alta costura y diseño como Prada, Armani o Carolina Herrera utilizan esta semilla para crear abalorios y botones. Y es que es considerado un material de alta calidad que garantiza la durabilidad y el toque artesanal de las piezas.

Además, la tagua se ha convertido en un material alternativo al marfil de elefante para la elaboración de piezas de joyería. Su aspecto, tan similar, lo convierte en un sustituto perfecto para frenar la caza de este animal en peligro de extinción.

Cabe resaltar que aunque en 1989 la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES) prohibió el comercio internacional de marfil, todavía existen mercados ilegales en algunos países asiáticos.

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Muchas firmas de alta costura y diseño como Prada, Armani o Carolina Herrera utilizan esta semilla para crear abalorios y botones. Fuente imagen: Pexels

Las ventajas del uso de la tagua

En un año, un árbol de tagua produce la misma cantidad de marfil que un elefante hembra en toda su vida. Ahora bien, aunque esto más que positivo, hay que tener en cuenta que la alta demanda de los productos derivados de la tagua ha terminado por generar una deforestación descontrolada.

Por esta razón, es sumamente importante hacer una gestión ecológica y sostenible de los bosques. El objetivo es que la propia solución no se convierta en parte del problema.

Y es que más allá de su uso dentro de la industria textil, el fruto del árbol de tagua tiene usos muy versátiles. No sólo sirve como ingrediente de la gastronomía local y es empleado para la preparación de confituras, dulces, bebidas y helados.

También la harina de tagua se emplea para la elaboración de piensos para el ganado y la industria cosmética aprovecha sus cualidades para la elaboración de productos exfoliantes.

Adicionalmente, la propia planta o más bien, sus hojas y forraje sirven para la construcción de techos de viviendas y los tallos se emplean como vigas o postes. Incluso los indígenas Waorani, usan el fruto para el tratamiento de dolores estomacales y diarrea.