Rescata a un bebé erizo pero resulta ser un pompón de un gorro de lana

En un insólito acto de compasión, una mujer lleva un pompón de lana al veterinario, creyéndolo un erizo herido

Redacción

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En un suceso que ha capturado la atención y generado asombro en redes sociales, se destaca la peculiar historia de una mujer en Gales (Reino Unido) que, creyendo haber rescatado a un pequeño erizo abandonado en una carretera, terminó descubriendo que su acto de bondad estaba dirigido hacia un objeto inanimado: un pompón de lana.

Esta anécdota, por su inusual naturaleza, ha provocado una ola de reacciones en redes sociales, marcando un episodio difícil de olvidar.

La mujer, movida por la compasión al encontrar lo que pensó era una cría de erizo sola y desamparada, no dudó en llevarlo a su hogar para cuidarlo. Con el transcurso de las horas, y a pesar de haberle proporcionado comida de gato, se percató de que el supuesto animal no mostraba signos de vida ni interés por alimentarse.

Preocupada por el bienestar de su hallazgo, la señora decidió buscar asistencia profesional y se dirigió a un centro veterinario para consultar sobre el estado del pequeño erizo. Fue allí donde Janet Kotze, una veterinaria con décadas de experiencia en la reserva natural de Lower Moss Wood Nature, le reveló la inesperada verdad: el ser que había estado cuidando con tanto esmero no era más que un pompón perteneciente a un gorro de lana.

«Lamento que solo sea una bolita de lana»

La propia Janet Kotze, compartiendo detalles sobre el incidente al periódico The Independent, expresó su sorpresa ante la situación: «Era una señora de unos sesenta o setenta años, bien hablada y con buenas intenciones».

La veterinaria, asombrada, reconoció la dedicación de la mujer, quien había hecho todo lo posible por ofrecer cuidados al pompón, manteniéndolo en un ambiente cálido y oscuro para no estresar al que creía era un animal herido. Al momento de comunicarle la realidad, Kotze tuvo que emplear palabras cuidadosas: «Lamento que solo sea una bolita de lana».

Este inusual caso no solo subraya la disposición de algunas personas a ayudar a los animales en necesidad, sino que también recuerda los inesperados giros que pueden tomar las buenas intenciones, dejando a su paso historias memorables y lecciones aprendidas de las maneras más insospechadas.