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paseo de hoy. En León, salvo en el cuadrante sureste meseteño, encontramos miles de collados de alta montaña, que nos van a regalar vistas increíbles, y nos recordarán que en León, generalmente detrás de una montaña, hay más montañas. El primero es el de Lillo, palabra leonesa repetida muchas veces por nuestra vasta geografía, que significa lirio, hermosa flor que entre mayo y julio anuncia la fugaz primavera de la montaña leonesa. Desde él podremos pasar a los extensos hayedos de la Cervatina, donde cientos de caminantes se acercan a ver, a través de una ruta señalizada, los tejos centenarios. El segundo es el de Arintero, de donde era una Dama que lucho en la Reconquista, una especie de Juana de Arco leonesa, pero esa historia la dejo para otro día. Ambos lugares superan los 1500 metros, por lo que la nieve aún resiste pese a la templanza de las horas centrales del día, y ayudadas por las gélidas temperaturas que sobrevienen según va descendiendo el Sol. Robles albares y rebollos competirán en protagonismo con las hayas. Estas últimas, tienen en León una de sus mayores representaciones peninsulares. Serbales (capudres), abedules (bidules o bedules), mostajos, fresnos de hoja ancha..en cuanto a la fauna, del orbe eurosiberiano y cantábrico, como el oso, el urogallo, el desmán, la nutria, el lobo, la perdiz pardilla, la liebre del piornal, etc. Aún queda mucho invierno, aunque el tiempo juegue a lo contrario, y seguramente vendrán fríos y nieves que arrasaran los frutales, recordándonos que lo único que tenemos asegurado son las manzanas. A un tiro de piedra de la capital leonesa, paraísos por descubrir que nunca saldrán en ningún medio nacional para los que no existimos normalmente, por lo que tenemos que darlos a conocer, con orgullo, nosotros mismos. Que os preste!