Corte de digestión por bañarse en el agua: ¿mito o realidad?

Descubre la verdad sobre el «corte de digestión» y lo que realmente sucede en nuestro organismo cuando entramos en contacto con el agua fría de forma brusca.

Elena Plaza

Elena Plaza

El tema del «corte de digestión» al bañarse después de comer ha sido un mito arraigado en nuestra cultura, transmitido de generación en generación por nuestras madres y padres, abuelas y abuelos.

Desde hace años, muchos divulgadores científicos nos esforzamos en desmentir el mito, ya que los estudios científicos han llevado a cuestionar la veracidad de esta creencia que consistía en estar dos horas después de comer sin bañarnos para no ponernos malos y/o morir ahogados.

 ¿Es verdaderamente un mito inventado para que nuestros progenitores pudieran descansar de vigilarnos durante la siesta? ¿O en realidad se corta el proceso digestivo?

¿Existe el corte de digestión?

Antes de responder, te cuento dos curiosidades. La primera es que el vaciamiento gástrico puede durar en torno a 4-6 horas, aunque esto depende del tipo de comida y de la persona. Por lo que nuestros padres se quedaban cortos diciéndonos dos horas.

La segunda curiosidad es que, en otros países, existe la misma creencia. Según Roberto Barcala Fureros: «en algunos lugares de Latinoamérica bañarse después de comer se vincula con «calambres abdominales», que pueden limitar la llegada de sangre a los órganos vitales».

La creencia de que la digestión o que los movimientos digestivos cesan por entrar en el agua no tiene una base científica.

Roberto Barcala Fureros

Pero lo cierto es que, según la Reseña Científica del Comité Asesor Científico de la Cruz Roja Americana llamado «Comer antes de Nadar», no hay evidencia científica que indique que exista el «corte de digestión» ni que indique contraindicación de bañarse tras la ingesta de alimentos.

No viene recogido en ninguna guía científica ni está recomendado por ninguna Organización Médica Nacional ni internacional.

¿Hay algo de cierto en el corte de digestión?

Realmente sí que existe una situación en la que podemos morir ahogados al sumergirnos en el agua por procesos y cambios fisiológicos. No es un corte de digestión como tal, ni tiene que ver con la comida, por lo que el fallo está en el nombre.

El nombre científico de esta situación, conocida coloquialmente como corte de digestión, es el síndrome de hidrocución. En inglés utilizan más otro término en vez de «hydrocution: Shock de agua fría (cold water shock) o Shock frío (cold shock).

En el síndrome de hidrocución o shock de agua fría, se produce un shock termodiferencial producido por un cambio brusco de temperatura que experimenta el cuerpo a causa de una inmersión súbita en el agua.

Los síntomas son: náuseas, vómitos, sudoración, palidez, mareo, hiperventilación, visión borrosa, dolor de estómago, pitidos en los oídos, pérdida de conocimiento, arritmias e incluso muerte por parada cardiorrespiratoria.

Puede ser que estos síntomas coincidan un poco con lo que nuestros padres nos explicaban de pequeños, aunque vemos que la causa es el cambio de temperatura brusco en nuestro organismo al entrar en contacto con el agua.

Por eso, es importante tener en cuenta que el «corte de digestión» puede estar causado también por ejercicio físico. Así que, aunque esto no nos lo decían nuestras abuelas, no te metas en agua fría de forma brusca según termines de hacer ejercicio.

¿Por qué se produce el Síndrome de hidrocución?

Los síntomas descritos causados por el cambio brusco de temperatura en nuestro organismo se deben a varios procesos fisiológicos que no tienen consenso científico.

Son teorías que todavía no están demostradas, aunque un artículo de Shattock y Tipton, parece ser el que mejor explica el proceso orgánico del cambio brusco de temperatura por el agua.

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El choque frío por los receptores de nuestra piel genera una vasoconstricción de los vasos sanguíneos y también que nuestro sistema simpático produzca taquicardia y aumento de la presión arterial y la frecuencia respiratoria puede aumentar hasta diez veces. Fuente: banco imágenes de Canva.

Nos explican en su artículo que la inmersión en agua fría activa dos poderosos reflejos:  la respuesta al choque por frío (por los receptores de frío cutáneo) y la respuesta de buceo (por la inmersión facial). Las magnitudes de estas respuestas pueden variar según diversos factores, como la temperatura del agua, la ropa, la habituación que tenga el individuo al agua fría, enfermedades previas, etc.

El choque frío por los receptores de nuestra piel genera una vasoconstricción de los vasos sanguíneos y también que nuestro sistema simpático produzca taquicardia y aumento de la presión arterial.

El enfriamiento repentino de la piel por el agua fría también provoca una inhalación involuntaria de aire. La frecuencia respiratoria puede cambiar sin control aumentando hasta diez veces. Todas estas respuestas contribuyen a una sensación de pánico, aumentando la posibilidad de que entre agua directamente en los pulmones y que nos ahoguemos.

La otra respuesta inicial, la respuesta de inmersión, se inicia con la inmersión de la cara y produce apnea, bradicardia. Esta es una respuesta de conservación de oxígeno que permite que los mamíferos buceadores permanezcan sumergidos durante períodos prolongados.

La hipótesis de estos dos autores es que ambos reflejos son contradictorios y aumentan la probabilidad de irregularidades cardíacas, ya que las dos respuestas producen un ritmo cardíaco confuso.

Otras hipótesis sobre la causa del síndrome de hidrocución

Otra de las teorías es la del laringoespasmo. Según Milagros Oyarzábal: «un descenso rápido de la temperatura corporal, seguido por una rápida retención de la respiración, provocada por un laringoespasmo reflejo, protector en principio contra la inundación del árbol traqueobronquial, que puede provocar hipoxia, convulsiones y un síncope«.

Por cada grado centígrado que disminuye la temperatura corporal, se reduce el flujo sanguíneo cerebral en un 6-7%. 

Milagros Oyarzábal, de la Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria

Otra teoría nos explica que, si además hemos realizado una comida copiosa, al meternos en el agua la vasoconstricción de nuestro sistema circulatorio será mayor ya que intenta llevar más sangre al aparato digestivo dejando el cerebro con una disminución de oxígeno. Esto puede provocar un desmayo y un posterior ahogamiento

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Uno de los factores predisponentes del síndrome de hidrocución es la ingesta de comida copiosa. Fuente: banco de imágenes de Canva.

Aunque es importante recalcar de nuevo que esto puede ocurrir si hemos comido o si no hemos comido. Ya que «por cada grado centígrado que disminuye la temperatura corporal, se reduce el flujo sanguíneo cerebral en un 6-7%». 

¿A cuántos grados consideramos que el agua está fría?

La cifra no está clara y sufre unas variaciones considerables. Según Milagros Oyarzábal. de la Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria, el peligro de shock termodiferencial se presenta másfrecuentemente con temperaturas del agua inferiores a los 27°C.

En otras fuentes encontramos que el choque por frío comienza a temperaturas del agua por debajo de los 25ºC. El Centro Nacional para la Seguridad Por Agua Fría, con sede en Washington, define y considera agua fría cuando está a 21ºC, temperatura a partir de la cual indican usar protección térmica como trajes de neopreno. La Real Institución Nacional de Botes Salvavidas, (de Irlanda y Reino Unido) pone el límite en 15ºC.

Sea cual sea el límite inferior de temperatura para determinar que podemos considerar al agua fría, lo importante es quedarnos con lo que afirma la Real Sociedad de Salvamento de Reino Unido: el choque termodiferencial no solo ocurre con agua helada.

Si caes en agua fría la hipotermia empezará a aparecer a los 30 minutos o incluso más en entornos más cálidos.

Kate Rew

Todas estas asociaciones e instituciones existen porque la temperatura del agua en estos países es baja durante todo el año. Tienen webs, protocolos y bastantes recursos que informan sobre lo que llamen Síndrome de Agua Fría.

Lo tienen bien estudiado porque es este shock termodiferencial el que suele producir los ahogamientos en sus aguas, en contra de la falsa creencia de que es la hipotermia.

¿Cómo evitar el corte de digestión, síndrome de hidrocución o shock frío?

Es fácil, hay que evitar el shock termodiferencial. Hayamos comido o no, hecho ejercicio o no, si la inmersión es voluntaria y no nos hemos caído al agua, podemos hacer que la diferencia de temperatura no sea tan brusca metiéndonos en el agua despacio. Hay que evitar tirarse de cabeza o sumergirse de golpe y meterse en el agua poco a poco.

Si hemos realizado una ingesta copiosa, sí que sería prudencial esperar para bañarse y luego meterse poco a poco. No sirve de nada cronometrar dos horas y luego tirarse al agua de forma brusca a modo de celebración.

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Mojarnos poco a poco en la ducha de la piscina aclimata a nuestro cuerpo evitando el síndrome de hidrocucion o el «corte de digestión». Fuente: banco imágenes de Canva.

Si hemos realizado ejercicio físico, esperaremos a que se nos pase el calor inicial y realizaremos esta inmersión también de forma lenta.

Hay que evitar la ingesta de alcohol y drogas a la hora de bañarse, independientemente de la temperatura del agua. Son también causa de muchos ahogamientos, tanto por quien las consume como por la disminución de la atención de quien vigila a los menores.

Y, por último, determinadas personas deben tener todavía más cuidado con este cambio de temperatura. En algunos asmáticos, el frío puede desencadenar un ataque, por lo que los asmáticos deben ser conscientes y cautelosos de este riesgo.

Las personas con enfermedades cardiovasculares (arritmias, hipotensión), embarazadas y ancianos (estos últimos por tener disminuida la termorregulación) deben meterse en el agua muy lentamente.

En resumen, el «corte de digestión» no tiene respaldo en la evidencia científica. No implica una interrupción real de la digestión, sino que sumergirse bruscamente en el agua puede provocar un choque debido a la diferencia de temperatura. Esto puede causar síntomas digestivos y no digestivos y, en casos más graves, incluso llevar a la parada cardiorrespiratoria y ahogamiento.

Este fenómeno no está relacionado con la ingesta de alimentos o el vaciado del estómago, pudiendo ocurrir sin haber comido y por otras razones.

Bibliografía

Arocena, M. O. (2015, junio). Corte de digestión. Actualización en Medicina de Familia. https://amf-semfyc.com/es/web/articulo/corte-de-digestion

Barcala-Furelos, R. (2023). Educación sanitaria ante las falsas creencias, mitos y errores en torno a los incidentes acuáticos. Una revisión conceptual basada en evidencias. Educación médica, 24(5), 100821. https://doi.org/10.1016/j.edumed.2023.100821

Chambers, P. (2011). American Red Cross scientific advisory committee scientific review: Eating before swimming. International journal of aquatic research and education, 5(4). https://doi.org/10.25035/ijare.05.04.12

National Center for Cold Water Safety. (s/f). Defining Cold Water. Https://www.coldwatersafety.org/. Recuperado el 26 de julio de 2023, de https://www.coldwatersafety.org/why-did-we-pick-70f-21c

Outdoor Swimming Society. (2017, febrero 3). Risks of Cold Water. Outdoor Swimming Society. https://www.outdoorswimmingsociety.com/risks-cold-water/

Shattock, M. J., & Tipton, M. J. (2012). ‘Autonomic conflict’: a different way to die during cold water immersion?: Autonomic conflict and cardiac arrhythmias. The Journal of Physiology, 590(14), 3219–3230. https://doi.org/10.1113/jphysiol.2012.229864