¿Es cierto que el invierno es la estación del «mal comer»?

¿Cómo afecta la estación invernal a nuestras elecciones alimenticias y hábitos nutricionales?

Elena Plaza

Elena Plaza

Existe la creencia popular de que, durante el invierno, el cuerpo requiere de un mayor aporte calórico, lo que nos lleva a seleccionar comidas más hipercalóricas y bebidas calientes para mantener nuestro calor corporal. Pero ¿hasta qué punto es esto un mito y cuánto tiene de realidad? ¿Es cierto que el invierno es la estación del «mal comer»? Hablamos sobre ello.

¿Nos apetecen más calorías con frío?

Cuando las temperaturas bajan y los días se acortan, nuestras rutinas y hábitos alimenticios experimentan un cambio notable. Fisiológicamente, el cuerpo puede interpretar la exposición al frío como una señal para incrementar la ingesta de alimentos, desencadenando la sensación de hambre.

Esto se debe a que, en respuesta al descenso de la temperatura corporal, el cuerpo busca maneras de generar calor interno, y una de las formas más rápidas es a través de la metabolización de alimentos, especialmente aquellos ricos en calorías.

Si echamos la vista atrás, cuando el ser humano vivía de una manera más primitiva, el invierno era un momento crítico, ya que había escasez de alimentos y además hacía frío. En ese contexto, tenía mucho sentido consumir más calorías con el objetivo de aumentar las reservas de grasa para mantenerse caliente y también para poder usarlas si no encontraban alimentos.

Pero según Sidonia Rolandi, especialista en nutrición humana, «hoy en día, en una sociedad moderna, esta adaptación no tiene tanto sentido ya que no es un momento de escasez. Además, tenemos muchos recursos para evitar el frío. Así que este exceso de calorías puede llevarnos a un aumento de peso no deseado».

Por tanto, el pequeño aumento del metabolismo basal puede incrementar nuestro gasto calórico, pero es un aumento modesto que no justifica el consumo excesivo de comidas hipercalóricas: el frío no es una licencia para el consumo ilimitado de calorías.

Navidad, y excesos: el invierno es la estación del mal comer

No hay que echarle toda la culpa al frío. En España, el invierno coincide con la época navideña, las cenas y comidas de empresa, los bombones el turrón y el mazapán. Una combinación explosiva que produce que el invierno sea vista como la estación del «mal comer».

Si volvemos a echar la vista atrás, Rolandi destaca otro punto importante. Ella explica que «antiguamente. los alimentos más calóricos que se podían encontrar eran frutos secos, semillas o frutas secas. Sin embargo, hoy en día tenemos un amplio catálogo de alimentos procesados con ingredientes no muy recomendables, ni interesantes nutricionalmente, que normalmente son los que más se consumen.»

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El invierno emocional: estado anímico y alimentación confortante

El invierno no sólo trae consigo un cambio en el termómetro, sino también en nuestro estado anímico. La menor exposición a la luz solar durante los meses fríos puede provocar una disminución en los niveles de serotonina, el neurotransmisor asociado con la sensación de bienestar y felicidad.

Este descenso puede llevarnos a anhelar alimentos ricos en carbohidratos y azúcares, que proporcionan una rápida y temporal elevación de la serotonina, resultando en lo que muchos denominan «alimentación emocional» o «comfort food».

De repente, las comidas hipercalóricas y las bebidas dulces pueden parecer especialmente atractivas. Los kilos de más, que a menudo se asocian con el invierno, pueden ser en parte el resultado de este ciclo de buscar consuelo emocional a través de la comida.

Además, en verano apetecen alimentos más frescos como ensaladas, frutas, y verduras. Sin embargo, en invierno apetecen platos de cuchara, calientes y, en muchas ocasiones, buscamos la felicidad en el plato.

Según Rolandi, «los platos calientes de cuchara son muy saludables, pero contienen más calorías que los platos que se suelen consumir en verano, así que podría ser otro factor más por el que nos decantamos por comer más calorías en invierno».

En invierno apetecen platos de cuchara caliente: son platos saludables pero que contienen muchas calorías.
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Planificación de una dieta equilibrada en invierno

Entender la conexión entre el ánimo, la serotonina, el frío y el hambre en invierno, puede ser el primer paso para tomar decisiones más conscientes sobre nuestra alimentación.

La planificación es crucial para evitar el aumento de peso durante el invierno y para mantenernos saludables.

El aporte calórico debe estar alineado con nuestro estilo de vida y nivel de actividad física, que suele disminuir en invierno.

En lugar de optar por comidas y bebidas hipercalóricas, podemos enfocarnos en preparaciones calientes que aporten calor y confort sin un exceso calórico.

Las ensaladas no tienen por qué desaparecer de nuestro menú solo porque haya nevado; una ensalada tibia con frutos secos y vegetales asados puede ser igualmente reconfortante y mucho más nutritiva.

Las sopas y guisos son el corazón de la cocina de invierno. Elegir recetas que se basen en caldos nutritivos y que incorporen una variedad de vegetales y proteínas magras es una manera excelente de mantener el calor interno y garantizar una dieta equilibrada.

Estos platos pueden convertirse en verdaderas bombas de vitaminas y minerales, aportando los nutrientes que el cuerpo necesita para mantener un sistema inmunológico fuerte.

Por ejemplo, en lugar de grandes platos de comida elaborada, podemos optar por porciones controladas que incluyan todos los grupos alimenticios.

Además, se puede experimentar con especias y hierbas en nuestras preparaciones para aumentar el sabor sin añadir calorías innecesarias. Por ejemplo, alimentos como el jengibre o la canela no solo aportan sabores interesantes, sino que también tienen propiedades termogénicas, lo cual puede ayudar a mantener la sensación de calor.

Equilibrio y moderación en la dieta invernal

En conclusión, a medida que las hojas caen y el mercurio desciende, es innegable que nuestro comportamiento frente a la comida cambia.

Rolandi afirma: “sí que hay un componente tanto evolutivo como cultural que nos hace consumir más calorías durante los meses más fríos del año, pero no tiene por qué ser una excusa para comer mal” ni para justificar los excesos que a menudo se asocia con la estación de invierno.

Es esencial que no dejemos de lado la actividad física, que complementa y equilibra nuestro aporte calórico y mantiene nuestra salud mental y física en óptimas condiciones. Fuente imagen: Pexels

La clave está en entender cómo nuestro cuerpo y nuestro estado anímico responden al frío y en encontrar el balance entre satisfacer esas necesidades sin caer en la trampa de las comidas hipercalóricas y en la falsa creencia de que en invierno necesitamos consumir más calorías.

Por último, recordar que es esencial que no dejemos de lado la actividad física, que complementa y equilibra nuestro aporte calórico y mantiene nuestra salud mental y física en óptimas condiciones.

El invierno no es un período para hibernar sino para adaptar nuestras rutinas, incluyendo nuestra dieta, a un estilo de vida activo y consciente.