Un satélite ruso y uno de la NASA casi colisionan y hubiera sido catastrófico

Si esa colisión hubiera ocurrido, la órbita del planeta se hubiera llenado de multitud de fragmentos que hubieran supuesto nuevas amenazas para todos los satélites supervivientes.

Alejandro Riveiro

Alejandro Riveiro

El pasado 28 de febrero de 2024 se produjo uno de los momentos más tensos que recordamos en la exploración espacial. Dos satélites (uno ruso, fuera de funcionamiento, y otro de la NASA) estuvieron a punto de chocar. Y esto es lo que hubiera ocurrido si hubiera pasado: algo catastrófico.

Dos satélites sin capacidad de maniobra

El pasado 28 de febrero, un satélite de NASA fue el foco de todas las miradas. TIMED es un satélite que, desde el año 2001, se dedica al estudio de la atmósfera de nuestro planeta. A pesar de que está operativo, no tiene capacidad de maniobra.

En la jornada del 28 de febrero (a las 7:34, hora peninsular), el satélite espía ruso Cosmos 2221, que está fuera de servicio, pasó muy cerca de TIMED. Tanto que se temía que pudiese suceder una colisión entre ambos satélites.

Afortunadamente, no fue así pero la distancia entre ambos satélites fue mínima. Según la empresa LeoLabs (que monitoriza satélites), el paso fue a menos de veinte metros. Una distancia muy pequeña y una probabilidad de colisión de casi un 10%.

https://twitter.com/LeoLabs_Space/status/1762851748702511418

Las buenas noticias son que, aunque en el futuro ambos satélites volverán a encontrarse, este es el paso más cercano entre ambos. Por suerte, la altitud a la que se encuentran está variando y por tanto se descarta la posibilidad de colisión.

Al menos, eso sí, teniendo en cuenta las predicciones actuales sobre cómo cambiará cada órbita. Sin embargo, esto no deja de ser un recordatorio de algo que sucede cada vez con más frecuencia. A solo 608 kilómetros sobre la superficie, pudo tener lugar un escenario temible.

El aumento de lanzamientos de satélites a la órbita baja de la Tierra conlleva, naturalmente, que cada vez haya más posibilidades de que uno de estos satélites termine colisionando con otro (ya sea un satélite fuera de servicio o uno operativo).

Cada vez hay más satélites en el entorno de la Tierra

Según estimaciones de la Agencia Espacial Europea, hay unos 11.500 satélites artificiales alrededor del planeta. De ellos, 9.000 siguen en funcionamiento. Lo más preocupante es que, además, hay 36.500 fragmentos de basura espacial de, al menos, 10 centímetros de ancho.

Por si esto fuera poco, se estima que hay 130 millones de fragmentos con un ancho de al menos 1 milímetro. Puede parecer un tamaño insignificante, pero es todo un peligro en la órbita de nuestro planeta, por sus velocidades.

Hay unos 11.500 satélites artificiales alrededor del planeta

Cuanto más cerca estamos de la Tierra, más rápido hay que moverse para poder mantener una órbita (de otro modo, caeríamos a la atmósfera). Así, a 400 kilómetros de altura (la altura media a la que orbita la Estación Espacial Internacional) esa velocidad es de 28.160 km/h.

A esa velocidad, incluso los fragmentos más pequeños pueden provocar destrozos considerables en un satélite operativo. Además, ni siquiera es necesario que el satélite en cuestión se pierda para que nos encontremos ante un panorama preocupante.

Con cada colisión que tiene lugar en el entorno de la Tierra, se generan nuevos fragmentos de basura espacial (de diferentes tamaños) que, a su vez, se convierten en posibles proyectiles que pueden impactar contra el resto de material.

Si esa colisión entre Cosmos 2221 y TIMED hubiese llegado a producirse, la órbita del planeta se hubiera llenado de multitud de fragmentos que, a su vez, hubieran supuesto nuevas amenazas para todos los satélites supervivientes.

El temido síndrome de Kessler

Esto nos lleva a hablar del síndrome de Kessler. Es un escenario propuesto por Donald Kessler (antiguo empleado de NASA) sobre la órbita baja de la Tierra. Esta región abarca, aproximadamente, desde los 200 kilómetros hasta los 2.000 sobre la superficie de nuestro planeta.

Ahí es donde se despliegan muchos satélites (por ejemplo, la constelación de satélites Starlink) así como algunos telescopios (Hubble) y hasta estaciones espaciales (tanto la Estación Espacial Internacional como la estación china Tiangong).

desechos y basura espaciales

Kessler imaginaba que, con un volumen suficientemente alto de basura espacial en esta región, llegaría un momento en el que las colisiones serían inevitables. Éstas, a su vez, provocarían la creación de nuevos fragmentos.

En esencia, llegaría un momento en el que la órbita baja de la Tierra sería inutilizable. No se podría plantear desplegar ningún objeto porque, simplemente, sería destruido por las colisiones con la basura espacial ya existente y agravaría el problema.

Aunque esto no impediría que se pudiese viajar a otros lugares del espacio (cualquier nave podría atravesarla sin mayores dificultades), sí supondría un varapalo muy serio para la tecnología que usamos en la Tierra, porque muchos satélites importantes están en esa región.

Por ahora, nos hemos librado de una colisión que podría haber aumentado la cantidad de basura espacial en el entorno del planeta. La pregunta es ¿cuánto tiempo pasará hasta que, inevitablemente, dos satélites terminen colisionando?