El sorprendente valor de los árboles para ‘tragarse el humo’ de las ciudades

Al retirar del aire toneladas de partículas contaminantes, los árboles en la ciudad impiden muertes prematuras y mitigan el cambio climático.

Elisabeth Lahoz

Elisabeth Lahoz

La contaminación atmosférica implica un enorme riesgo para la salud. Por fortuna, contamos con un «dispositivo» muy eficaz que filtra y limpia el aire urbano. Se llama árbol, y es una de las mejores herramientas según los científicos para combatir la contaminación y adaptar nuestras ciudades al clima que se viene.

La amenaza de la contaminación del aire en las urbes

La contaminación del aire es una de las mayores amenazas ambientales para la salud humana, junto con la crisis climática. Aunque la calidad del mismo en Europa y España en particular ha mejorado en la última década, sigue sin alcanzar los estándares de la OMS para la protección de la salud.

De acuerdo con un artículo reciente publicado en The Lancet Planetary Health, casi el 90 % de la población en áreas urbanas está expuesta a contaminación por partículas finas que supera el máximo recomendado por la Organización Mundial de la Salud.

El estudio principal que se publica en esta revista médica especializada engloba datos de 13 000 ciudades en todo el mundo. La mala calidad del aire ambiente, debida a los vehículos con motor de combustión y la quema de hidrocarburos en general, causa alrededor de 1,8 millones de muertes prematuras cada año.

Árboles urbanos para descontaminar la ciudad

Los árboles pueden captar la contaminación y reducir las concentraciones de dióxido de carbono en la atmósfera. Tal como señala la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), los grandes árboles urbanos son excelentes filtros para los contaminantes y las partículas finas.

Las PM2.5 son el principal problema al que nos enfrentamos en las ciudades occidentales. Estas partículas de diámetro inferior a 2,5 micras son las que penetran profundo en los pulmones. Otro problema grave es el del dióxido de nitrógeno de los vehículos diésel.

Varias investigaciones en los últimos años han relacionado la presencia de estos contaminantes con un mayor riesgo de muerte prematura por trastornos respiratorios, enfermedad cardiovascular o cáncer.

Los árboles atrapan la contaminación y capturan partículas en el exterior de sus hojas rugosas y peludas.

Los árboles en las ciudades actúan como sumideros de carbono. «Inhalan» gases contaminantes, y muchas partículas en suspensión se adhieren a la superficie de las hojas. Un árbol puede absorber hasta 150 kg de CO2 al año y, en consecuencia, mitigar el cambio climático.

Los gases penetran al interior de la hoja a través de las estomas o poros en la epidermis, se disuelven y cambian de estado. La planta, que necesita el nitrógeno o azufre para su desarrollo, los aprovecha como fertilizante. Pero las especies deben ser cuidadosamente seleccionadas.

La vegetación urbana secuestra el carbono y es capaz de eliminar partículas contaminantes del aire al depositarse estas sobre sus hojas.

Los expertos han encontrado las especies de árboles más idóneas a la hora de eliminar la contaminación y purificar el aire. La cantidad de agentes contaminantes que se extraigan y eliminen de la atmósfera dependerá de la estructura de la copa, la forma de las hojas o de cuán grandes y pegajosas sean estas.

Las coníferas, como los abetos y los cipreses, tienen hojas perennes, lo que significa que pueden filtrar el aire durante todo el año. Además, están recubiertas de cera a la que se «pegan» las partículas. Y las del olmo, aunque caducas, poseen una textura rugosa que facilita su adherencia.

Ciudades más verdes contra el cambio climático y el calor

Los árboles prestan valiosos «servicios de limpieza» del aire en la ciudad. La vegetación puede ayudar a retirar los contaminantes y mejorar notablemente la calidad del aire. Un estudio comprobó cómo las concentraciones de material particulado (PM10 y PM2.5) descendían hasta un 50 % al adentrarse en el parque del Retiro en Madrid.

Otro trabajo estimó que la desaparición del Monte de El Pardo, situado al norte de la ciudad, aumentaría un 15 % la cantidad de ozono en las zonas aledañas.

La vegetación urbana ejerce un claro papel de filtración y reducción de la contaminación atmosférica. Estudios realizados en bosques periurbanos cercanos a la capital, así como a Barcelona y Pamplona han cuantificado cómo la concentración de ozono y óxidos de nitrógeno son bastante menores bajo el arbolado.

Durante el día, las plantas también evaporan agua disminuyendo la temperatura del aire y el efecto isla de calor. La colocación estratégica de árboles en zonas urbanas puede enfriar el ambiente entre 2 ºC y 8 ºC, según datos de la FAO.

Los nuevos límites de seguridad de la OMS, publicados en 2020, establecen el nivel máximo de PM2.5 en 15 microgramos por metro cúbico. La concentración promedio registrada en las ciudades es de 35 microgramos.

Más de la mitad de la población mundial vive en áreas urbanas y se espera que esta cifra alcance el 75 % en 2050. Plantar árboles hoy puede hacer que nuestras ciudades sean más limpias, seguras y agradables para vivir.

Tomando las palabras de la plataforma Respira Madrid*, «Pon un árbol en tu jardín o en tu alcorque, pon una maceta en tu terraza o balcón, contribuye a reverdecer tu ciudad».

*R. Alonso del Amo, J. L. Santiago, R. Ruiz Checa, I. González Fernández, y V. Bermejo Bermejo. ¿Puede la Vegetación Urbana Ayudar a Mejorar la Calidad del Aire en las Ciudades? en el libro electrónico Contaminación, Salud y Políticas Públicas coordinado por J. J. Nogueira, Respira Madrid.