«Carrera lunar»: ¿qué países participan y quién va a la cabeza?

Alejandro Riveiro

Alejandro Riveiro

Poco a poco, la «carrera lunar» está tomando forma. Estados Unidos, Europa, Rusia y China han expresado su interés en tener bases lunares o estaciones espaciales en el entorno de la Luna. Otras naciones, como Japón o India, también han mostrado su interés, por eso que resulta interesante tratar este tema y hablar sobre esta «competición» por nuestro satélite.

¿Quién lidera la «carrera lunar»?

Es pronto para decir que nos encontramos ante «una carrera lunar» propiamente dicha, en cuanto a que, por ahora, estamos viendo pequeños avances y falta mucho para que se comiencen a establecer las bases de una base lunar.

La «carrera lunar», como tal, no existe.

Probablemente, la primera pregunta que nos deberíamos hacer es qué consideramos el objetivo definitivo. ¿Basta con terminar la construcción de una base lunar? ¿Una tripulación que permanezca durante seis meses allí?

No podemos olvidar que, en realidad, la carrera lunar como tal no existe. Ningún país ha manifestado encontrarse en una competición con el resto. China, por ejemplo, ha manifestado en varias ocasiones que espera colaborar con otros países.

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La Tierra, vista tras la Luna, desde la cápsula Orión durante la misión Artemisa I. Crédito: NASA Johnson

La Agencia Espacial Europea (ESA) ha descartado, al menos por ahora, involucrarse en la construcción de una base lunar con China. Sigue siendo un socio importante de la NASA, la agencia espacial estadounidense. Rusia, sin embargo, se aleja de esa colaboración.

China y Rusia ya han manifestado su intención de trabajar, conjuntamente, en los próximos años en la exploración de la Luna y en la construcción de una base lunar. No podemos olvidar que Rusia decidió no participar en el Programa Artemisa.

En esencia, consideran que el Programa Artemisa está demasiado centrado en los intereses de Estados Unidos, y prefieren seguir su propio camino. Es más, esperan tener su propia estación espacial (como China) en los próximos años.

Bases lunares y uso de recursos in-situ

Si centramos la atención en los objetivos más ambiciosos, podemos decir que hay dos grandes protagonistas: Estados Unidos y China. En el caso del gigante norteamericano, su gran baza es el Programa Artemisa.

Siguiendo los pasos del Programa Apolo, Estados Unidos busca ser todavía más ambicioso. Esta vez no se busca enviar seres humanos durante unos días a la superficie de la Luna. El objetivo es lograr establecer una presencia humana permanente.

Algo que sólo se podrá conseguir construyendo una base lunar, que permita a una tripulación permanecer allí durante meses. La idea, a largo plazo, es que cada seis meses viaje una tripulación nueva y regrese la anterior.

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Concepto artístico de Blue Moon, la nave que aterrizará en la Luna en la misión Artemis 5. Crédito: Blue Origin

Es decir, el esquema a seguir es el mismo de las expediciones de la Estación Espacial Internacional. En cada expedición, 7 astronautas viajan a la estación y permanecen allí seis meses, siendo relevados por una nueva expedición.

Para poder convertir esto en realidad, sin embargo, será necesario poder utilizar los recursos de la Luna. El hielo de agua, presente en los cráteres en sombra permanente en las regiones polares, dará acceso a agua potable y a combustible para cohetes.

El regolito lunar, por ejemplo, también podrá usarse para construir estructuras (las de la propia base lunar). Son sólo dos casos en los que se está trabajando. China también ha expresado su intención de tener una base lunar (en la década de 2030 o 2040).

No nos encontramos ante una carrera espacial (o lunar) como la vivida en la Guerra Fría.

Róvers, aterrizadores y misiones más modestas

Estados Unidos, Rusia, Europa y China no son los únicos que han centrado su atención en la Luna. Japón, India o Emiratos Árabes Unidos también han realizado (o están realizando) misiones en la superficie o el entorno del satélite.

Los objetivos y el perfil de esas misiones son muy diferentes, pero son de un carácter más modesto. Por ejemplo, Chandrayaan-3, la última misión lunar lanzada por India, está formada por un rover y un aterrizador que van al satélite.

De hecho, la agencia espacial india ya ha publicado alguna imagen de la nave, en su camino hasta el satélite. Su destino es el polo sur, donde el róver analizará la composición de la Luna y estudiará las características de su superficie.

Buzz Aldrin en el módulo lunar, durante el viaje de Apolo 11 a la Luna. Crédito: N. Armstrong/NASA

También ayudará a comprender mejor qué actividad tectónica puede haber en el interior de la Luna, así como las características de la tenue atmósfera que tiene cerca de la superficie. Japón, por su parte, ha sido protagonista por una empresa.

La compañía Ispace ha intentado (sin éxito) aterrizar una nave en la Luna. Aunque no lo han logrado, ya han anunciado que seguirán adelante. Este es otro terreno que no hemos mencionado, el de las compañías privadas.

En cualquier caso, está claro que no nos encontramos ante una carrera espacial (o lunar) como la vivida en la Guerra Fría. En esta ocasión, el clima es muy diferente y no existe una confrontación abierta entre los diferentes participantes.